por Guillermo Castello
“Barones del Conurbano”, “punteros”, “fraude”, “aparato”, “estructura”, todas expresiones históricamente infaltables en la política bonaerense, podrían desaparecer
de nuestro vocabulario si prospera la reforma política y electoral que impulsa la gobernadora María Eugenia Vidal y en la que el bloque de legisladores de Cambiemos se encuentra trabajando intensamente en estos días.
La pobreza extrema y la ausencia de infraestructura básica (agua, cloacas, gas) que sufren millones de compatriotas de nuestra provincia son flagelos que han sido
posibles en gran medida gracias a un sistema jurídico y electoral que permite la eternización en el poder de intendentes, concejales y legisladores que deliberadamente han fomentado dicha pobreza para mantenerse en sus cargos.
Vale la pena ahondar el fenómeno para luego entender el momento histórico en el que nos encontramos.
La posibilidad que tienen algunos representantes de ser reelegidos indefinidamente junto con un sistema electoral basado en boletas de papel manipuladas por militantes y punteros, impulsa a muchos dirigentes a concentrarse casi exclusivamente en las maniobras electorales necesarias para perpetuarse en el poder.
Esa perpetuación genera a su vez concentración de poder y con ello concentración de recursos, todo lo cual permite digitar listas de candidatos, asegurarse gran cobertura periodística de la “gestión”, minimizar las críticas de los medios locales, repartir subsidios y prebendas de todo tipo, influír en designaciones administrativas y judiciales, ganar consideración en el propio partido y “tener banca” ante los gobiernos provinciales y nacionales de turno para obtener mayor presupuesto y así volver a empezar.
Así las cosas, las elecciones no las gana necesariamente el mejor candidato sino el que tiene más fiscales, más punteros, más bolsas para repartir, más presencia en radio y TV, más dirigentes nacionales y provinciales apoyándolo y, por supuesto, la tranquilidad de que no tendrá ninguna sorpresa judicial.
En este esquema macabro, los intendentes encuentran sus votantes entre sus víctimas, aquéllos a quienes convencen de que siempre van a ser pobres pero a los que siempre “algo les van a dar”, haciéndolos depender de un Estado que, lógicamente, ellos administran.
Por todo eso, al tener un armado político-electoral-clientelar que garantiza la reelección, los candidatos no tienen incentivos en reducir la pobreza, e incluso se favorecen si aumenta.
Todo esto cambiará radicalmente en caso de aprobarse la reforma mencionada al inicio, que básicamente consiste tres grandes medidas:
1.- Limitación de la reelección de intendentes, concejales e incluso legisladores provinciales (diputados y senadores) a sólo una, luego de la cual deberán necesariamente esperar un mandato parta volver a presentarse. Dicho de otro modo, estos funcionarios sólo podrán desempeñar dos mandatos consecutivos,
2.- Eliminación de la lista sábana y reemplazo por el voto electrónico o boleta única electrónica. A la fecha se encuentran en pleno análisis ambas opciones, especialmente aspectos como el costo, tiempo necesario para implementación, capacitación requerida, etc.
3.- Unificación o al menos, simplificación del calendario electoral con las elecciones nacionales.
Estas reformas otorgarán transparencia a las elecciones, reducirán al mínimo la posibilidad de fraude y no dejarán duda de que los candidatos electos realmente representan la voluntad popular. Evitarán también la concentración de poder que ha caracterizado históricamente a muchos intendentes bonaerenses y con ello el tan extendido clientelismo, que sólo es posible en contextos de gran pobreza.
Si logramos que estas propuestas de reforma política y electoral, junto a otras no menos importantes como la obligatoriedad de los debates pre electorales, la independencia de la autoridad electoral, la obligatoriedad de los debates preelectorales, una ley de Ética Pública y una Ley de Acceso a la información, sean aprobadas, y en tiempos en que tanto se han devaluado algunas palabras, habremos presenciado una verdadera revolución democrática en la Provincia de Buenos Aires.
(*): Diputado provincial – Cambiemos.