Durante 1908 vino en tres oportunidades a esta zona y recorrió, junto a su hermano Carlos y su esposa, los acantilados costeros sobre los cuales realizó importantes observaciones geológicas y paleontológicas.
Se cumplen hoy 110 años de las investigaciones de Florentino Ameghino en los yacimientos paleontológicos comprendidos entre Mar Chiquita y el Arroyo Chocorí.
Durante 1908 vino en tres oportunidades a esta zona y recorrió, junto a su hermano Carlos y su esposa, los acantilados costeros sobre los cuales realizó importantes observaciones geológicas y paleontológicas. Sus resultados los publicó ese mismo año en un extenso artículo denominado “Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapalmalán“.
El principal aporte de ese estudio comprende un minucioso análisis de la geología de esta región. Ameghino propuso un esquema geológico que interpretó de modo correcto, por lo que en sus aspectos generales continúa vigente hasta la actualidad, mejorado con los aportes y actualizaciones de numerosos geólogos que lo sucedieron durante el siglo XX y lo que va del XXI.
El pormenorizado análisis de Ameghino de la geología regional fue la base para ubicar a los diversos estratos en su sucesión cronológica natural. Esta parte de su análisis fue fundamental para interpretar el registro paleontológico, de modo que pudo interpretar acertadamente a los fósiles más antiguos en relación con los más recientes. De este modo pudo reconocer que el registro fósil más antiguo de la región pertenecía a un período nuevo al que llamó Chapalmalense (que actualmente sabemos que tiene entre 4 y 3,2 millones de años).
En ese informe Ameghino, además, demostró su preponderante nivel interpretativo de la ciencia puesto que planteó la existencia de un nivel fosilífero que no encontró. Según lo conocido hasta el momento, a la fauna del Chapalmalense debería seguirle otra conocida como Ensenadense, sin embargo expresa que “…hay un gran hiato geológico entre ambos horizontes que provisoriamente designaré con el nombre de postchapalmalense”. Es decir, en un mismo artículo logró esclarecer la geología regional e interpretar el estado evolutivo de su contenido paleontológico pero, además, entendió que falta evidencia de un conjunto fósil de un estado evolutivo intermedio.
Con esa propuesta Ameghino se figuraba como un profeta de la paleontología, parecía un adivino más que un científico. Sin embargo, para esa época Ameghino ya había generado un cambio en el estudio del pasado que no todos supieron interpretar. Con la publicación durante 1884 del libro “Filogenia” confluye la transformación del paleontólogo tradicional del siglo XIX en un científico moderno que puede elevarse por encima de la naturaleza mineral del fósil e interpretar el pasado en función de las relaciones de parentesco de las especies.
Los paleontólogos tradicionales del siglo XIX estudiaban a los fósiles para clasificarlos en esquemas taxonómicos, con el nuevo enfoque Ameghino los analizaba para reconocer caracteres que le permitiera plantear hipótesis de relaciones evolutivas. En este sentido fue un engrandecedor que logró dar inicio a la ciencia moderna en nuestro país: “La médula racional del legado ameghiniano reside en una unidad indisoluble entre el hecho de observación y su interpretación. Con Ameghino aprendimos que la ciencia sólo merece ese nombre cuando supera limitarse a la ordenación y al análisis de los hechos, para proyectarse en la interpretación generalizadora y en la síntesis conceptual de la teoría”, Osvaldo Reig 1961.
Con esta experiencia vino a Mar Chiquita, Mar del Plata, Chapadmalal y Mar del Sur y pudo ver más allá de la evidencia para proponer que debía existir un estrato con una fauna fósil postchapalmalense. Su intención era estudiar más profundamente la paleontología regional, pero lo alcanzó la muerte en 1911. Los paleontólogos que lo sucedieron continuaron estudiando estos yacimientos y, a lo largo del siglo XX, hallaron el postchapalmalense. Es un período que actualmente se denomina Marplatense y se ubica evolutiva y temporalmente entre el Chapadmalense y el Ensenadense. Como dijo Ameghino, en 1908.