Eterna seductora, protagonista de escenas inmortales en la historia del cine y ferviente opositora al nazismo, a lo largo de su vida suscitó un sinfín de sensaciones.
por Rodrigo Zuleta
BERLIN.- Alemania recuerda este sábado a Marlene Dietrich al cumplirse 25 años de la muerte de su actriz más universal y uno de los símbolos del rechazo al nazismo.
“Marlene Dietrich es un nombre que empieza con una caricia y termina con un latigazo”, escribió el poeta y cineasta Jean Cocteau, en una frase que es ahora permanentemente cita y que refleja la amplia gama de sensaciones que suscita la actriz berlinesa.
De mujer fatal en “El ángel azul”, a personaje andrógino en “Marruecos”. De icono de la moda -los pantalones anchos que usaba siguen llamándose “Pantalones Marlene”-, a figura del rechazo al nazismo.
Actriz y cantante y ante todo un mito que ella misma cultivó hasta su muerte.
El Museo del Cine de Berlín organizó durante el fin de semana visitas guiadas centradas en los objetos relacionados con Marlene Dietrich, con su leyenda y con su carrera.
Además presentará un documental sobre su vida y las emisoras más importantes del país emitirán programas en su honor, mientras que dos diseñadoras, Lisa Lang y Anja Dragan, han creado el traje iluminado con el que Dietrich soñó hace sesenta años.
Entre la casa donde nació, en el barrio berlinés de Schöneberg, y la tumba donde está enterrada, en el cementerio de Friedenau, hay cerca de tres kilómetros de distancia.
Entre el momento de su nacimiento, el 27 de diciembre de 1901, y el de su muerte, el 6 de mayo de 1992, cabe una enorme trayectoria en el mundo del cine, dos guerras mundiales y buena parte de las turbulencias del siglo XX.
Sólo la carrera cinematográfica de Marlene Dietrich, desde “El ángel azul” (1929), película dirigida por Josef von Sternberg y basada en una novela de Heinrich Mann que fue su primer éxito, hasta “La sentencia de Núremberg” (1961), serviría de base para contar buena parte del siglo que le tocó vivir.
Marlene, ésa es el único nombre que la identifica en su tumba, salió de Berlín en 1930 rumbo a Hollywood, a donde la llevó el éxito de “El ángel azul”, y nunca terminó de regresar a ese país que Günter Grass llamaba “la difícil patria”.
Tras la llegada de los nazis al poder, vivió entre Los Ángeles y París, desde donde procuraba apoyar a emigrantes alemanes, sobre todo artistas e intelectuales.
Los nazis trataron de seducirla para regresar a Alemania y el ministro de Propaganda, Josep Goebels, le ofreció que hiciera las películas que quisiera, escogiendo ella misma el director y el guión.
Pero Dietrich se negó; en 1939 adquirió la nacionalidad estadounidense y cuando Estados Unidos entró en la guerra contra los nazis, siendo una de las estrellas mejores pagadas de Hollywood, decidió que quería estar lo más cerca del frente y viajó a Europa con las tropas aliadas, a las que ofrecía espectáculos.
Junto a sus fotos como Lola, mujer fatal en “El ángel azul”, o vestida de esmoquin en Marruecos, también forman parte de su iconografía las imágenes que la muestran con el uniforme del ejército estadounidense.
“Tu fuiste más valiente que regimientos enteros”, le dijo en una carta el escritor Erich Maria Remarque, aunque no todos los alemanes vieron con buenos ojos su actitud durante la guerra.
En 1960 visitó Berlín y escuchó gritos en su contra, de gente que la calificaba de “traición a la patria” y de “puta de los aliados”.
Las autoridades de la capital alemana le pidieron perdón póstumamente en 2002, cuando se cumplieron diez años de su muerte, y una plaza lleva su nombre cerca del lugar donde se celebra la Berlinale, el festival internacional de cine de Berlín.
“Aquí estoy en el borde de mis días”, dice el epitafio de Marlene Dietrich, tomado de un poema de Karl Theodor Körner, en la tumba donde está enterrada, como ella lo dispuso, con camisa de seda blanca y chaqueta y pantalones negros.
EFE.