La Ciudad

Alegrías moderadas, enojos y pases de factura en medio del terremoto

Montenegro esquiva el triunfalismo y cambia la estrategia para octubre. A Raverta no le alcanzó el acuerdo con Pulti para quedar más cerca. Los libertarios van por más sorpresas. ¿Final abierto?

Por Ramiro Melucci

La alegría mesurada en el búnker de Guillermo Montenegro en la noche del domingo puede parecer extraña tras un triunfo contundente. Pero tenía sus motivos. Javier Milei había provocado un terremoto en todo el país. Axel Kicillof se había impuesto en la provincia de Buenos Aires. Y el estado de ánimo no era el mismo en todos los allí presentes: entre abrazos y sonrisas de ocasión, convivían ganadores y perdedores de la interna nacional, provincial y seccional.

En la jornada en que Montenegro le sacó casi nueve puntos a Fernanda Raverta y quedó cerca lograr la reelección con mayoría propia en el Concejo Deliberante, su amigo y mano derecha, el senador provincial Alejandro Rabinovich, se mostró ante las cámaras de televisión con gesto adusto para pedir cautela. Fue poco antes de que comenzaran a difundirse los resultados. Anticipo de que no todo había salido como se esperaba.

Sin más propuestas que la continuidad del rumbo emprendido en 2019, el jefe comunal derrotó a sus dos principales adversarios juntos: Raverta y Gustavo Pulti. Lo eligieron los votantes de Patricia Bullrich, los de Horacio Rodríguez Larreta y una porción de los de Milei: tal vez los que nunca habían escuchado hablar de Rolando Demaio.

El resultado le permitiría la ilusión de un nuevo mandato con más facilidades legislativas, pero el cuadro general le ensombrece otras esperanzas. No tiene ninguna garantía de que, si es reelegido, dirigirá los destinos del municipio con un hombre de su mismo signo político en la gobernación. Tampoco de que Juntos por el Cambio, como parecía natural hasta hace poco, vaya a volver en diciembre al gobierno nacional.

Parece un detalle menor comparado con semejante desconcierto, pero entra en el combo de datos no pretendidos en la cima del gobierno municipal: el intendente no sumará legisladores propios a la Cámara de Diputados bonaerense. La opción de Fernando Muro, concejal y exsecretario de Producción municipal, se esfumó en la derrota de Diego Santilli con Néstor Grindetti.

El impacto del tanteador adverso en la interna lo sufrieron acá desde el coordinador del PRO, Emiliano Giri, y la juventud radical de Aldana Echeverría, que responde a Gustavo Posse, hasta la Coalición Cívica y el peronismo republicano. “Le ganamos al aparato”, sacaron pecho los que se alinearon con Bullrich, motorizados por el jefe de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad. Decirlo de ese modo es sinónimo de sostener que Montenegro no fue ecuánime en la interna, un valor que hasta la propia Bullrich resaltó cuando pasó por Mar del Plata. “Puede haberlo sido él, a título personal, pero sus principales hombres jugaron para Larreta”, advirtieron los ganadores, una confluencia de radicales y dirigentes alineados con la titular del PRO en uso de licencia.


Raverta no quedó tan cerca de Montenegro como esperaba. En la dinámica del escenario nacional radican sus posibilidades.


En Encuentro Marplatense la expectativa quedó divorciada de la realidad: se esperaba una diferencia menos amplia con Montenegro. Imposible no vincular lo que ocurrió con las penurias económicas y las angustias de la vida cotidiana. Pero no faltaron quienes cotejaron el porcentaje que sacó Raverta con los de elecciones anteriores y, al no encontrar grandes variaciones, se preguntaron sobre los réditos del acuerdo con Pulti. Tampoco los que detectaron en Mar del Plata una proporción de votantes de Juan Grabois más importante que en otros rincones de la provincia y, sin perder tiempo, lo convirtieron en reproche al kirchnerismo. Ni los que se quejaron por el esquema de una campaña cuyos únicos protagonistas fueron Raverta y Pulti.

En cuatro años, el contexto mutó. El viento ya no sopla a favor del peronismo como consecuencia de las frustraciones generadas por el gobierno de Mauricio Macri. Sopla a favor de un cambio por las que provocó el de Alberto Fernández, del que Raverta forma parte. Es verdad que ahora cuenta con más recursos y estructura que cuando era diputada. Tan cierto como que, si los resultados electorales obedecieran a eso antes que a otros factores, como la situación económica y el humor social, la elección nacional debería haberla ganado Larreta y no Milei.

Pero conviene mirar los votos contantes y sonantes para tener una mejor dimensión de los números. Montenegro obtuvo 129.177 y Raverta 101.111. Quiere decir que quedó a 28.066 cuando entre los votos que fueron a otros candidatos que ya no estarán en octubre, los blancos, los nulos y los impugnados hay 55.055. Eso en el universo de los que el domingo pasado fueron a votar. Hay otro, más vasto, entre los que prefirieron quedarse en su casa: nada menos que 197.915 marplatenses y batanenses.

Lejos del triunfalismo, en el entorno del intendente juran que, por los vaivenes del escenario nacional, “todo puede pasar”. Hace tiempo que no coincidían tanto con Raverta, que el mismo domingo desafió: “Esto recién empieza y en octubre vamos a ver cómo termina”. En el combo de probabilidades no debe descartarse un crecimiento del candidato de Milei. Paradójico pero real: en él se cifran las esperanzas de un batacazo de Raverta.

Si gran parte de los que votaron lo hicieron pensando en el rumbo del país más que en el de la ciudad, también hay que mirar los resultados locales desde la perspectiva nacional. A Milei lo votaron 96.843 electores de Mar del Plata y Batán; a Bullrich, 74.577 y a Sergio Massa, 63.064. Es importante tener en cuenta ese punto de partida para preguntarse si los 49.594 que sacó Larreta van automáticamente a Bullrich y los 32.166 de Grabois se dirigen a Massa. Lo que ocurra en la punta de la boleta que lleva a los candidatos a presidente terminará repercutiendo de algún modo en la que lleva a los aspirantes a la intendencia.


Rolando Demaio, el candidato a intendente de Milei, fue el que más se mostró el domingo pasado frente a las cámaras.


La campaña rumbo al 22 de octubre será más intensa. El intendente tendrá una mayor exposición y reclamará que nadie se quede quieto. Su socio, Abad, no perdió tiempo: mostró unida a su tropa radical y pidió que Juntos por el Cambio empiece ya a caminar la ciudad.

En Encuentro Marplatense se insinuó un debate conceptual. En sus primeras declaraciones post PASO, Pulti reivindicó su espíritu vecinal: afirmó que junto a Raverta profundizará “el planteo de propuestas para Mar del Plata y los marplatenses”. En el kirchnerismo, sin embargo, creen que la magnitud del sismo que se produjo amerita cambiar de libreto. Están convencidos de que no se puede hacer una campaña exclusivamente local cuando hay una motosierra encendida a centímetros del Estado.

Los que aplauden al que la manipula fueron los únicos que sonrieron el domingo pasado. Demaio nunca había tenido tantos minutos frente a las cámaras de TV. Aprovechó el momento de mostrarse, a pesar de que 26.279 marplatenses que eligieron a Milei desecharon la boleta local (casi la misma cantidad de votos que le sacó Montenegro a Raverta). “Muchos menos de los que esperábamos”, aseguran en La Libertad Avanza.

Fidelizar más el voto será el objetivo de los libertarios en Mar del Plata. Por lo bajo admiten que no les alcanzaría para una victoria de Demaio, pero sí para tratar de capturar una banca más en el Concejo. Si la misión fracasa y se profundiza el corte de boleta, festejará Montenegro. Si se cumple, Raverta tendrá una oportunidad.

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