El presidente pronunciará el último discurso del período de gobierno iniciado en 2019 que tendrá como eje el repaso y la defensa de lo logrado durante su gestión y una mirada futura del país en el año electoral.
Por Lucas González Monte
El presidente Alberto Fernández se abocará en los próximos días a preparar el discurso que pronunciará el próximo miércoles 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el último del período iniciado en diciembre de 2019 que, por ello, tendrá una cuota de repaso y defensa de su gestión y una perspectiva futura del país, en un año electoral que lo puede ver como candidato a la reelección.
“Se está trabajando” es, por estas horas, la frase que los funcionarios repiten para describir el proceso de recolección y ordenamiento de los datos que llegan desde los ministerios y secretarías para nutrir la ponencia que Fernández brindará el próximo miércoles desde 11 ante el Congreso.
Como en anteriores ocasiones, el Jefe de Estado dedica los días previos a dar discursos importantes a “afinar el lápiz”, pero también realiza modificaciones a sus mensajes hasta último momento, antes de hablar en diversos foros locales e internacionales.
Aunque el equipo de redacción trabaja “bajo siete llaves” -varias fuentes señalan a la oficina de la portavoz Gabriela Cerruti como el espacio en el que se está coordinado la tarea- quienes conocen la intimidad presidencial aseguran que esta vez no será la excepción y que se puede esperar la circulación de borradores “hasta último minuto”, siempre con una defensa de lo hecho, en la búsqueda de que se alcancen a valorar “logros” y “aciertos” de los más de tres años de Gobierno del Frente de Todos (FdT).
En esa linea, se vienen dando los últimos mensajes del Presidente en actos públicos: el jueves último -con motivo del relanzamiento del programa Registradas- Fernández remarcó que su gobierno atraviesa un momento histórico de “ampliación de derechos” y, como reitera habitualmente, cuestionó a quienes depositan su fe en “el mercado”.
De no haber medido una postergación de última hora, Fernández hubiera inaugurado el viernes la vivienda 90.000 de su gestión, un hito que es el preludio de las 100.000 soluciones habitacionales que se alcanzarán en marzo y que son una bandera que podrá exhibir ante el Congreso como muestra de lo actuado.
La extensión de la obra pública, los logros alcanzado en materia de ciencia y tecnología, los récords logrados en la temporada turística y los avances en políticas de género estarán también entre aquellas áreas en las que se consiguieron los resultados positivos más destacados.
Buena parte de la atención irá, sin embargo, a lo que pueda decir el Presidente sobre la macha de la economía que, durante el último año, mantuvo su recuperación pero sigue teniendo como principal obstáculo el aumento del índice de precios.
En ese sentido, es esperable que Fernández destaque que después del parate impuesto por la pandemia de coronavirus, la Argentina ha tenido dos años de crecimiento consecutivo, logrando esquivar la recesión mundial que empuja la coyuntura de la guerra en Ucrania.
En las anteriores ocasiones frente a la Asamblea Legislativa, Fernández hizo señalamientos al endeudamiento nacional por parte del Gobierno de Mauricio Macri, tanto con acreedores privados como con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A días de que la oposición hablara de una “herencia bomba” que recibirá la administración que asuma el próximo 10 de diciembre, el Presidente podrá hablar del cumplimiento de las metas acordadas, entre ellas la de déficit fiscal que en 2022 fue de 2,4 contra el 2,5 que se esperaba.
Sin embargo, con Cristina Fernández de Kirchner a su lado y en un ambiente en el que se debate acerca de la proscripción de la Vicepresidenta de cara a las próximas elecciones, Fernández tendrá la oportunidad de reiterar un tópico que ha sido mencionado en sus tres anteriores discursos ante la Asamblea Legislativa: el funcionamiento del Poder Judicial y su reiterado pedido de reformar la justicia.
En 2020, habló de un proyecto de reforma judicial para “ponerle fin a la designación de jueces amigos, a la manipulación judicial”; en 2021 le pidió al Congreso que “asuma su rol de control cruzado sobre el Poder Judicial”; y el año pasado dijo que la reforma que impulsó fue “resistida por la oposición para beneficiar a algunos funcionarios del gobierno anterior que deben rendir cuentas”.
Ahora, en 2023, el escenario estará aun más enrarecido: la Corte Suprema repuso una ley derogada para tomar el control del Consejo de Magistratura, falló en favor de la Ciudad de Buenos Aires declarando inconstitucional una ley del Congreso sobre la distribución de fondos federales y el Ejecutivo impulsó un proceso de juicio político a los integrantes del máximo tribunal que se tramita en la Cámara de Diputados.
Los 40 años ininterrumpidos de democracia, que la Argentina cumplirá en diciembre, será un tópico ineludible y un logro que Fernández le asigna a la “utopía” que persiguieron generaciones pasadas.
Probablemente insista, como lo viene haciendo en sus últimos discursos, en la necesidad de construir un nuevo horizonte de igualdad hacia al que se debe caminar: “Es hora de plantearnos la utopía de la igualdad”, dijo esta semana en cadena nacional desde la Antártida.
De cara a un año que estará marcado por lo electoral, es esperable que el discurso hable sobre perspectivas, escenarios futuros, en tono de advertencia o de propuesta.
En diciembre, cuando celebró los tres años de gestión, Fernández lanzó una frase que probablemente anime el núcleo de su discurso del próximo miércoles: “No voy a permitir que, otra vez, los que han entregado el país y lo han puesto de rodillas, vuelvan a hacerse cargo de una Argentina que le sirva a pocos”.
Télam.