Cultura

Al rescate del premio Nobel de Literatura 1958: Boris Pasternak (1890-1960)

El trofeo de los dos imperios

Por Dante Rafael Galdona

Twitter: @DanteGaldona

En su Rusia natal fue censurado. Hizo emocionar al mundo con la ayuda del cine. Aunque no fue profeta en su tierra, nunca la abandonó, es el autor de “Doctor Zhivago” y es mejor poeta que novelista.



El destino del arte



Si decimos su nombre, Boris Pasternak, probablemente no muchas personas afirmen conocerlo. Si decimos “Doctor Zhivago” quizá sean algunos más los que paren la oreja con algo de atención. No tanto por la novela sino fundamentalmente por esa gran obra de arte que fue la película de David Lean, con una actuación superlativa de Omar Sharif y descollantes papeles de Julie Christie y Alec Guinness.

Las obras de arte no respetan fronteras políticas, emergen aún en contra de su destino y origen. Destinadas a desaparecer, se mantienen vivas; destinadas al olvido, son rescatadas por casualidades.

“Doctor Zhivago”, el libro de Pasternak, no es la gran novela de la literatura rusa aunque es un buen libro, pero encontró su destino de obra de arte en la película. La virtud de Pasternak radica en la potencialidad de su obra, la capacidad de haber sido el germen de aquello que después hubo de convertirse en genialidad.

Boris Pasternak fue un poeta que, consolidada la revolución de octubre, fue llamado, como todos, a sostener la moral del pueblo ruso con el producto de sus artes. Ese llamado no fue atendido en su totalidad y Pasternak sólo se sometió a los dictados de sus musas, por decirlo de alguna manera poco original.

Por momentos fue un poeta de inspiración social, dando lugar a poemas de estirpe épica acorde con las exigencias gubernamentales, y por momentos fue un poeta subjetivo e intimista en tiempos que exigían valores colectivos.

Pero la revolución estaba en marcha, los artistas debían responder a las consignas proletarias, erigirse en emergentes de clase, propaladores del ser revolucionario, ejemplos difusores de las consignas que daban salud al sistema político y económico que proponía la disolución de las injusticias sociales del sistema zarista.

Pasternak quedó relegado y dicen que fue censurado, aunque nunca abandonó su país y sus libros de poesía no dejaron de editarse, aunque al parecer tuvieron poca difusión.

Nacido entre genios

Boris Pasternak nació en Moscú en 1890, su padre fue un artista plástico muy reconocido y su madre una gran concertista de piano, por lo que no hubo problemas económicos en la familia Pasternak.

En una casa de un artista plástico y una concertista de piano, y donde Tolstoi y Rilke eran habitués, Boris tuvo la suerte de canalizar sus inquietudes por ese río caudaloso de grandes genios artistas. Al influjo de su madre estudió música y alcanzó gran destreza, también estudió derecho y filosofía en Alemania pero finalmente decantó por la poesía y la literatura, que fue el lugar donde finalmente plasmó su decir interior.

Durante las primeras épocas de la revolución alcanzó gran fama como poeta pero luego, cuando la revolución se estableció después de la guerra civil, las exigencias políticas hacia los artistas cambiaron y Pasternak tuvo que verse obligado a buscar sustento en otros trabajos, aunque no dejó de publicar sus obras, lo cierto es que luego de la llamada purga de 1930 ya no pudo ganarse la vida como escritor. Aprovechando los conocimientos de idiomas que había adquirido durante sus épocas en la Universidad de Marburgo, en Alemania, se desempeñó como traductor de alemán e inglés a ruso.

Ya nos ocupamos cuando hablamos de Shólojov y dimos opinión en esta misma columna acerca de las posibilidades y limitaciones del arte bajo influencias políticas, y también de los artistas y sus elecciones. Pasternak no tomó el camino de Shólojov, el de ser parte inescindible del régimen; tampoco el de Joseph Brodsky o Nabokov, de tomar la ruta del exilio. Pasternak se quedó en su tierra y en su tierra hizo todo lo que quería dentro de lo que podía.

Y así transcurrió su vida en el largo período que transcurre entre su inmediata fama como poeta al momento de la revolución, pasando por su silencio relativo luego de la purga de 1930 hasta el escándalo de intriga internacional que significó la publicación de su única novela, “Doctor Zhivago”.

Intriga internacional

Esa novela fue sistemáticamente prohibida en la Unión Soviética, de modo que recién fue publicada hacia fines del comunismo, casi treinta años después de su muerte. La primera publicación se produjo en Italia en 1958, obviamente en idioma italiano y también en ruso.

Nadie se atreve a asegurar cómo llegó la novela a manos de los editores italianos, pero muchos insisten en que la agencia de inteligencia estadounidense, la CIA, tuvo un papel importante en el caso.

En las épocas de la guerra fría, un libro en el que precisamente el sistema soviético y sus acólitos intelectuales son criticados tenazmente por uno de sus otrora artistas pródigos, es un material de precioso valor político internacional, un arma de inteligencia más con la que herir al enemigo. Hay documentos desclasificados recientemente por el gobierno de Estados Unidos en los que confiesa cierta participación.

El libro fue un éxito comercial desde su primera publicación en Italia, en Estados Unidos y en gran parte del mundo. Pasternak alcanzó a ver sólo una pequeña parte de la fama que alcanzó, pues murió en 1960, dos años después de haber ganado el Nobel, haberlo aceptado y haberse visto obligado por las autoridades soviéticas a rechazarlo.

Siempre es una estupidez la censura, sin atenuantes, desde cualquier punto de vista, pero en este caso una estupidez suprema del Kremlin, pues el libro ya era famoso y semejante acto autoritario no hacía más que dar valor a las supuestas ideas contrarrevolucionarias expuestas en la historia. Si el libro contiene supuestos elementos inconvenientes para el gobierno, la censura no hace otra cosa que confirmarlos.

El capricho de las autoridades no cesó, Pasternak jamás vio publicada su novela en su país. Los rusos tuvieron que esperar a 1988 para saber de qué se trataba ese libro que tanto revuelo mundial había generado.

Junto con Gorbachov y la secta de corruptos enriquecidos que ya no encontraban forma de disimular sus riquezas, llegaron la perestroika y la glasnost, una serie de reformas con la supuesta intención de arreglar un sistema económico que gozaba de excelente salud y pujanza y llevarlo por los caminos de una a posteriori probada ineficiente y mentirosa democracia que destruyó una economía justa y no sólo no arregló los problemas políticos de la corrupción, sino que los agravó en sentido extremo, dejando el gobierno literalmente bajo el influjo de mafias.

Si antes el pueblo no gobernaba por la corrupción de los jerarcas, luego tampoco lo hizo por el poder de sus mafias. Pero había que demostrar al pueblo y al mundo que la reforma era importante y que sus efectos serían libertarios, y qué mejor que publicar la obra emblema de la censura, la que además tenía fama internacional y de seguro el hecho repercutiría en todas las agencias de prensa mundiales.

“Doctor Zhivago”, con un origen artístico modesto, se transformó en un trofeo político de alcance internacional.

Pero intrigas políticas aparte, Pasternak ganó el Nobel por un libro que, literariamente analizado, no lo merecía tanto como su obra de poesía. Para los que gozan de la buena poesía, “Mi hermana la vida” es un libro hermoso. De “Doctor Zhivago”, con la película alcanza para emocionarse.

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