La Semana Social concluyó ayer, después de tres días de deliberaciones en la ciudad, con un mensaje enfocado a "promover el diálogo, fortalecer el sistema democrático y la independencia de los tres poderes del Estado". En las conclusiones, además, se advirtió sobre "la pobreza, la desnutrición infantil y la precarización laboral".
Después de tres días de paneles y conferencias de los que participaron distintos sectores de la sociedad, con una misa celebrada ayer después del mediodía, terminó la Semana Social de la Pastoral que este año tuvo como lema “Queremos Ser Nación. Necesitamos ponernos la Patria al Hombro”. La misma estuvo organizada conjuntamente por el Obispado local y la Comisión Episcopal de Pastoral Social, con la intención de “promover un espacio de diálogo para crecer en la amistad social”.
Luego del panel matutino (material aparte), y apenas pasado el mediodía, se celebró la misa final del encuentro a cargo del obispo emérito de San Isidro, Jorge Casaretto, quien recordó que en la apertura de las sesiones habían presentado el documento “El Bicentenario, tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”.
En el mismo se alentó “a dar gracias por el legado que nos dejaron nuestros mayores, interpretar nuestro presente a la luz de nuestra fe y decir una palabra esperanzadora siempre iluminada por el Evangelio para abrir el futuro para una Argentina fraterna y solidaria, pacificada y reconciliada, condiciones capaces de crear una Nación para todos”.
En ese contexto de la celebración del Bicentenario de la Patria, las conclusiones del encuentro alentaron “el fortalecimiento del sistema democrático y la independencia de los tres poderes del Estado, promoviendo la participación ciudadana”.
Asimismo, el obispo ratificó “el compromiso de la opción preferencial por los pobres. Nos preocupan los rostros concretos de quienes viven en la miseria y no cubren sus necesidades más elementales. Particularmente tuvimos en cuenta la necesidad urgente de una adecuada nutrición infantil”. En ese sentido, recordaron la participación -el viernes pasado- de uno de los abanderados contra la desnutrición infantil en el país, el doctor Abel Albino.
Trabajo digno
En la continuidad de la celebración cristiana, Casaretto reseñó que en varios de los paneles de la Semana Social se expresó “la preocupación por la fragilidad de la condición laboral de miles de hermanos. Situaciones de precarización laboral en que están inmersos buena parte de los trabajadores, que no tienen acceso a sus derechos sociales ni protección del Estado y que son señales de alerta que no se pueden desoír”.
Por otra parte, advirtió que también “recogimos las urgentes preocupaciones por el cuidado del ambiente, la corrupción, el narcotráfico, la adicción a los juegos de azar, como amenazas serias al desarrollo integral y la promoción humana”.
Asimismo, volvió a citar al papa Francisco -figura omnipresente durante las deliberaciones- al referirse al trabajo desarrollado en seis mesas temáticas orientadas a “asumir ‘las tres T’ (tierra, techo y trabajo) que propone el papa Francisco: marginación y pobreza; derecho a la educación; familia y techo; administración de justicia; dignidad del trabajo y custodia de la Tierra, como camino para garantizar los derechos de las personas y los pueblos”.
En ese sentido, Casaretto recordó que se destacó “en varias oportunidades la importancia del diálogo, la cultura del encuentro y la amistad social como caminos para lograr el clima necesario para alcanzar los consensos que permitan encontrar las soluciones anheladas”.
Unidad
En referencia a los participantes del encuentro, el religioso resaltó que “a lo largo de los tres días, en el marco de un encuentro fraterno, participaron representantes del movimiento sindical, entidades empresarias, movimientos sociales, delegados de diversas pastorales nacionales, equipos diocesanos y dirigentes del ámbito político”, destacando la presencia de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, en la inauguración de las mismas y el el encuentro de jóvenes del Programa Nuevos Dirigentes.
“La Argentina es el lugar que amamos -dijo Casaretto-, este es el pueblo al que pertenecemos. Aquí queremos vivir, crecer y soñar en nuestra casa común. Para ello es necesario ponernos la Patria al hombro”.
Finalmente pidió “comprometernos cada uno desde el lugar que nos toca. Con confianza llevamos al corazón de la Virgen de Luján a todo nuestro pueblo”.
Luego de la Eucaristía, los religiosos se despidieron hasta el año entrante.