El senador marplatense advirtió que en el país "se vive un clima de tensión agobiante, donde los debates se estancan y las soluciones se alejan". Y pidió "avanzar en la pacificación de la Argentina".
El senador nacional Maximiliano Abad aseguró este miércoles que “el desconciertos institucional es un escollo enorme en el camino del crecimiento”, al tiempo que pidió “avanzar en la pacificación” del país.
El marplatense advirtió que el equilibrio fiscal “es una condición imprescindible para salir adelante”, pero no “suficiente” para solucionar todos los problemas. También habló de la interna de la UCR provincial.
Como todos los años, el Coloquio de IDEA trae a Mar del Plata a los principales referentes del ámbito privado y del sector público del país. El lema de esta edición es “Transformar, invertir, sostener”. ¿Cómo ve este momento de la Argentina?
Hay una distancia considerable entre realidad y potencialidad. Entre las pocas certezas que tenemos hoy y las grandes expectativas de dónde podemos estar en los próximos años. Es un momento de muchas contradicciones. El Gobierno cree que ordenando el frente fiscal se solucionan todos los problemas de la Argentina, cuando en realidad es una condición imprescindible para salir adelante, pero no es suficiente. El desconcierto institucional en el que está envuelto el país es un escollo enorme en el camino al crecimiento.
¿A qué se refiere con desconcierto institucional?
A la situación de conflicto permanente a nivel institucional y en el sistema político. Miremos el Congreso. Se vive un clima de tensión agobiante, donde los debates se estancan y las soluciones se alejan: educación, federalismo, seguridad, justicia…y la lista sigue. Las disputas crónicas devoran y paralizan grandes reformas que son necesarias.
Pongámosle un poco de contexto a esto que digo. Acaban de anunciar que el Nobel de Economía lo recibirán Acemoglu y Robinson, por su investigación acerca de cómo las instituciones condicionan la prosperidad de los países. Los autores explican, a partir de casos concretos, que las instituciones políticas y económicas son cruciales para el crecimiento genuino. Ahora volvamos a la Argentina: no hay teoría económica, excentricidades ni discursos que reemplacen al desarrollo institucional.
¿Y cómo se sale de esa parálisis institucional? ¿Con grandes acuerdos?
Mire, así como la palabra progresismo se gastó de tanto uso y abuso, y hoy en día significa poco y nada, creo que con los acuerdos pasa algo similar. Llamar a suscribir grandes acuerdos es más una muletilla discursiva que una propuesta de futuro. Es tan evidente que hacen falta acuerdos amplios, y a la vez estamos tan lejos de concretarlos, que ese término no mueve el amperímetro. No interpela a nadie. Creo que este momento del país nos pide otra cosa. Tenemos que avanzar en la pacificación de la Argentina. Cuando los conflictos se suceden uno detrás de otro, y el empantanamiento es total, antes que hablar de acuerdos hay que salir de los extremos, hacer concesiones y buscar el equilibrio. Las fuerzas políticas con capacidad de representación, el empresariado, los gremios, todos los sectores de peso tienen que demostrar una actitud de pacificación.
¿Cómo se para el radicalismo en este escenario de extremos? Si hablamos de conflictos, la interna en la Provincia de Buenos Aires no es la excepción.
Un sistema político fuerte es el que reconoce y promueve identidades fuertes. El oficialismo y el kirchnerismo se mueven en los extremos; aún no está definida una opción racional de centro. La crisis de identidad del radicalismo se explica porque, al no afirmarse con solidez en ese lugar, lo tironean desde los extremos. Respecto a la situación en la provincia, estoy tranquilo porque puse todo de mí para alcanzar la unidad y evitar una interna, pero también porque fuimos a las urnas, se expresaron los afiliados y ganó la lista que encabeza Miguel Fernández, un hombre de experiencia, con ideas claras y profundo arraigo territorial. Los resultados son elocuentes, todo lo demás son chicanas y maniobras oportunistas que no le sirven a nadie y nos distancian de los vecinos que debemos representar.
Adueñarse del centro político es la obsesión de buena parte del radicalismo en los últimos años.
¿Cómo piensa lograrlo? ¿Qué se necesita?
Un liderazgo que unifique y, por supuesto, que pacifique. Con actitudes sectarias y excluyentes se desdibuja nuestra identidad y desorientamos a quienes pueden ser aliados valiosos. Hay que cohesionar la pata territorial y ejecutiva del partido —gobernadores e intendentes— con los bloques legislativos. Los radicales tenemos que habitar y liderar, con inteligencia y sensibilidad social, el centro vacante en el sistema político.
Mencionó antes a la educación como uno de los ejes de conflicto. ¿Qué opina de las últimas declaraciones del Presidente sobre que las universidades públicas sólo les sirven a los ricos?
Son provocaciones innecesarias e injustificadas, porque los datos oficiales dan cuenta de otra realidad. Casi el 50% de los estudiantes de universidades públicas están por debajo de la línea de pobreza, lo que habla también de la profundidad de la crisis. La educación superior es una inversión con una tasa de retorno altísima, imprescindible para que Argentina inicie una etapa de crecimiento sostenido. Desfinanciar las universidades implica ponernos un techo muy bajo como país, resignamos oportunidades, competitividad y progreso. Como expresamos desde que comenzó este conflicto, hay recursos para que las universidades funcionen y que sus trabajadores perciban salarios dignos, sin alterar el equilibrio fiscal. Eso de que no hay plata es una mentira flagrante. En el tratamiento del Presupuesto vamos a proponer redirigir gastos tributarios, por los que el Estado deja de percibir mucho dinero vía exenciones fiscales que no tienen un sentido productivo, hacia el financiamiento del nivel superior de educación.
Aprovechando que lo trajo a colación, ¿qué va a pasar con el Presupuesto en el Congreso?
Puedo hablar por el bloque de senadores que integro. Apoyamos el equilibrio fiscal, porque entendemos que es indispensable para ordenar la macroeconomía, atraer inversiones, que la inflación baje y para volver a los mercados de crédito. Así como el gasto público descomunal del kirchnerismo dejó al país en una posición de extrema vulnerabilidad, digo con toda claridad que bajar el gasto indiscriminadamente también es insensato e irresponsable. Vamos a defender la educación, la salud, las obras de infraestructura en el interior del país y una política de seguridad profesional, coordinada y transparente. Retomando la idea de pacificación, si el Presidente no cambia su mirada sobre lo institucional debilitará su gestión y se diluirán las perspectivas de crecimiento y, en consecuencia, la esperanza de la gente en que la situación económica y laboral mejorará. Me preocupa que Milei y varios funcionarios hayan adelantado que no tienen problema en prorrogar el Presupuesto 2023. Como si quisieran que el trámite legislativo del Presupuesto fracase, para seguir administrando los recursos públicos con absoluta discrecionalidad, como vienen haciendo desde que asumieron. Para salir del estancamiento hace falta una actitud cooperativa y de pacificación.