En la última entrega de la serie Perpetua, entrevistas en la cárcel de Batán, Marcelo Juárez se confiesa. El hombre que en 2002 mató a dos hijos a martillazos y dejó mal heridas a otras dos hijas y a su esposa reitera sus disculpas y arrepentimiento.
Marcelo Juárez está pagando con una condena a perpetuidad su crimen, tal vez de los más reprobables: el filicidio. Mató a dos de sus hijos cuando eran adolescentes, a Matías de 15 y a Florencia de 12. En el brutal ataque a martillazos, ocurrido en noviembre de 2002 también sufrieron graves lesiones otras dos hijas –menores- y su entonces mujer.
El arrepentimiento por tan brutal acto lo acompaña a Juárez desde siempre. En los dos años que esperó detenido el juicio, durante el debate oral y en los casi 17 que lleva detenido en Batán. Insiste en que no puede explicar por qué lo hizo y asegura que está en el lugar indicado, porque se hizo justicia.
El 5 de noviembre de 2005, Juárez regresó de Tandil, donde trabajaba en un frigorífico y se dirigió a la casa de calle 248 entre Falucho y Brown. Entonces con un martillo atacó a toda su familia. Escapó y en Buenos Aires, en Palermo, se entregó a la policía al día siguiente.
LA CAPITAL escribía en una de las crónicas finales al celebrarse el juicio: “Los momentos más emotivos del debate se dieron cuando depusieron las dos hijas, ya que las mismas lloraron junto al padre, lo abrazaron, él les pidió perdón, las acarició durante un tiempo frente al Tribunal ante una sala que previamente había sido desalojada a pedido de las menores”.
Juárez está a un paso de solicitar la libertad.
Entrevista exclusiva con Fernando del Rio para LA CAPITAL: