La Ciudad

A 50 años de un crimen que quedó marcado a fuego en Mar del Plata

El 6 de diciembre de 1971 la estudiante Silvia Filler era asesinada durante una asamblea en la Facultad de Arquitectura. A 50 años, el hecho -que tuvo marcadas consecuencias en la vida política local- sigue grabado en la sociedad marplatense.

A fines de 1971, Rafael San Martín tenía 18 años y había comenzado a estudiar Arquitectura en la entonces Universidad Provincial.

En ese ámbito funcionaban el Centro de Estudiantes de Arquitectura Marplatense (CEAM) y el Centro de Estudiantes de Arquitectura y Urbanismo (CEAU). El primero, que contaba con mayor número de adherentes, impulsaba proyectos más progresistas y estaba identificado con los movimientos de izquierda.

Rafael simpatizaba con el CEAM que reclamaba “una política de estudios, reivindicaciones de la época, básicamente excelencia académica porque había mucho chanta dando clases”.

Uno de sus compañeros de estudios y más tarde de militancia es Luis María Rafaldi, quien hace algunos años narró a LA CAPITAL: “Nosotros pretendíamos otro tipo de enseñanza, menos académica y más horizontal. Desde el golpe de (Juan Carlos) Onganía y la Noche de los Bastones Largos la enseñanza se había transformado en algo autoritario”.

Luis María Rafaldi. (Archivo)

Así fue que intentaron “romper” una clase del profesor Chamorro, a quien identificaban con el modelo que pretendían modificar. Pero de los 160 alumnos de primer año, quedaron 15 “carneros que se negaban a irse. Entonces la rompimos tirando una pastilla de Gamexane”, explicó San Martín, autor del hecho junto a Hugo Torrado. Era la mañana del viernes 3 de diciembre.

Violencia

San Martín recordó que al alejarse de la Universidad “me interceptaron los perejiles de la CNU, en Rivadavia y Santiago del Estero”.

La CNU (Concentración Nacional Universitaria) era un grupo de extrema derecha insertado en el peronismo ortodoxo que combatía con métodos violentos toda expresión ideológica opuesta.

“De los pelos -continuó San Martín- me llevaron al rectorado (ubicado en San Luis y diagonal Alberdi). A Torrado lo levantaron en el “Bar Ko”, en Luro y San Luis.”

El rector Carlos Pantín le ordenó al decano José Freixas que redactara la expulsión de ambos. San Martín recordó que Freixas “le alcanzó a decir que no podía porque hacía falta el Consejo Académico. ‘¡Las pelotas!’, sentenció Pantin, y juntos redactaron nuestra expulsión”.

Rafaldi comentó que el hall de la facultad “se había llenado de estudiantes y ahí se decidió convocar a una asamblea para el lunes próximo, 6 de diciembre, para determinar qué medidas tomar”.

“A mí me decían ‘no te van a echar, no te hagas problema’ y yo les decía que si me tienen que rajar que sea, yo me hago cargo de lo que hice. Todos decían ‘el lunes arreglamos todo’“, reseñó San Martín hace algunos años, en una entrevista realizada por LA CAPITAL.

La trama homicida

Durante ese fin de semana, integrantes de la CNU tramaron realizar maniobras de provocación hasta que se produjera el ingreso de un grupo de choque que estaría aguardando en una vivienda cercana.

La asamblea, convocada a las 21, reunió a 300 alumnos en el aula magna del actual rectorado (diagonal Alberdi y San Luis), que hoy lleva el nombre de Silvia Filler.

Rafael San Martín

“Las puertas eran las mismas que ahora. Hacia la izquierda había una tarima con un estrado y después las gradas y las sillas con la mesita rebatible. Yo me senté al lado de la puerta”, recordó San Martín.

Cuando la asamblea llevaba 45 minutos irrumpieron los integrantes de la CNU. San Martín aseguró que “la gorda (Beatriz) Arenasa los fue a buscar. Estaban esperando a menos de 30 metros, en la casa de (Fernando) Delgado”.

Dos años después Delgado intervendría en el crimen de un diputado en San Juan y actualmente se encuentra prófugo en dos causas. Una lo vincula con el aparato represivo después de 1976. La otra, con los crímenes cometidos por la CNU en Mar del Plata, a partir de 1975.

Dos tiradores

“Cuando los agresores patearon la puerta se me viene encima, pega en la tarima y me quedé como en un triangulito y miraba por la hendija. Una vez que se disipó el humo, porque habían tirado bombas de humo, había estruendos que parecían petardos. Pero eran tiros”, recordó San Martín.

Uno de los proyectiles impactó en la cabeza de Silvia Filler, quien tenía 18 años y cursaba primer año de Arquitectura.

La investigación determinó que los tiradores fueron dos: Oscar Corres y Juan Carlos “Bigote” Gómez. El primero estaba por recibirse de abogado y era oficial de la policía bonaerense. El otro tenía vinculación con la CGT local.

“Silvia estaba sentada en la tercera grada, frente a la puerta. Ella no militaba, sólo estaba participando de la asamblea y la mataron”, recordó San Martín, que vio “a Corres disparando, pero a Gómez no lo vi. A Luis María le tiraban a las piernas, pero no le dieron”. Esa agresión localizada tenía un propósito: Luis María Rafaldi era un destacado patinador.

El terror en el aula magna fue tal que muchos estudiantes “se tiraban por la ventana, a un patio interno. Fue un desbande, espantoso”, rememoró Rafaldi.

“Fue un caos”

Los ex estudiantes aseguraron que “la policía no entró a la universidad, tampoco estaba en el momento de los tiros, apareció después para disolver y reprimir. Nosotros cortamos el tránsito. Fue un caos”.

Los compañeros de Silvia se desplazaron hasta la Clínica Central -Independencia y 3 de Febrero- a donde habían llevado a la joven. “Pero ya estaba muerta, porque la mataron con una bala de punta hueca, que una vez que impacta se abre y destroza todo lo que encuentra a su paso”.

Si bien Silvia Filler no militaba, su crimen marcó los hechos políticos de la época. Foto tomada en la entonces Universidad Provincial a un año del homicidio.

“Silvia era apolítica -recordó Rafaldi- participaba, era una versión de los indignados de la época en cuanto a los sistemas de estudios”.

Por el crimen de Silvia Filler hubo una veintena de procesados, incluyendo a Corres, pero todos recuperaron la libertad con la amnistía del presidente Héctor Cámpora en 1973. Juan Carlos “Bigote” Gómez, por su parte, logró mantenerse prófugo hasta que lo alcanzó el mismo beneficio.

Años después, San Martín y Rafaldi debieron exiliarse al producirse el golpe de Estado. El primero estuvo en España cinco años y el restante permaneció dos décadas en Brasil.

Los recuerdos de Medina

El arquitecto Daniel Medina -que entre 2004 y 2008 fue rector de la UNMdP- ofició de secretario de actas en aquella trágica asamblea.

“A Silvia no le conocí militancia política partidaria, aunque tenía mucho sentido de solidaridad social”, recordó.

Al recordar aquel trágico 6 de diciembre de 1971, manifestó: “Era una asamblea muy numerosa en el aula magna del rectorado que hoy se llama Silvia Filler. Yo había sido elegido secretario de actas porque era meterete, organizaba el deporte, pero era independiente partidariamente. Todavía no militaba en el socialismo”.

“Estaba sentado de espaldas a los ascensores. Cuando nos dijeron que estaban golpeando a compañeros, salí hacia los ascensores con el afán de pacificar, pero me encontré con este grupo de gente que venían con cadenas, petardos y también armas. Una locura”.

En ese ínterin, Medina subió las escaleras para ir a la secretaría del decanato en busca de un teléfono para llamar a la policía. No tuvo suerte.

“Cuando volví a entrar al aula -contó- vi un cuerpo rodeado de sangre y heridos. No veía bien, después advertí que era Silvia”.

Toda esa noche la pasó en vela, junto a sus compañeros, en la puerta de la Clínica Central ubicada en Independencia y 3 de Febrero, hoy desaparecida.

“Fue un espanto -definió-. Nunca había sabido hasta ese momento qué era el fascismo, los grupos de choque eran así. Fue muy duro y fue muy difícil recomponernos. Silvia estaba en primer año, era una chica excepcional”.

Durante su gestión como rector de la Universidad Nacional de Mar del Plata se recuperó el aula magna del rectorado -que se llama Silvia Filler- para que funcione como tal, ya que anteriormente estaba destinada al grupo de teatro universitario.

“Para la sociedad marplatense fue un golpe muy fuerte, tremendo. A Silvia no le conocí militancia política-partidaria, aunque sí mucho sentido de solidaridad social. Tengo un recuerdo muy lindo de ella, con muchas ganas de hacer cosas. Su muerte fue algo tremendo”.-

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