El técnico marcó un punto de inflexión en la historia del seleccionado argentino.
por Walter Vargas
A salvo de lo inconducente de una lucha por dominar el territorio de la verdad y más allá de las antinomias en las que se cuecen las habas de los saberes; y de un análisis de segundo orden, como es el de la estética del juego, César Luis Menotti inspiró un antes y un después en la historia de la Selección Argentina.
El lunes 30 de septiembre de 1974, a tres semanas de cumplir 36 años, el rosarino Menotti se hizo cargo de la Selección después de un fecundo ciclo de tres temporadas en Huracán que había incluido la conquista del Metropolitano del 73 con el equipo de la legendaria delantera integrada por René Houseman, Miguel Ángel Brindisi, Roque Avallay, Carlos Babington y Omar Larrosa.
¿De dónde venía la Selección cuando llegó Menotti?
Años, lustros, décadas de manifiesta desorganización y carencia de estructura, coherencia y seriedad, cada tanto maquilladas con providenciales enviones de camadas de futbolistas notables: por caso, los que ganaron el Campeonato Sudamericano de Lima en 1967, “Los Carasucias”.
Considerado uno de los mejores defensores centrales de la historia del fútbol argentino, integrante del plantel de Inglaterra 66 y Alemania 74, Roberto Perfumo supo observar que “en aquellos tiempos, que te llamaran de la Selección no siempre era un orgullo, a veces era una incomodidad y un desprestigio. Cambiaban de técnico cada dos por tres, nunca sabías dónde entrenarías, no se respetaban los horarios”.
Argentina no había jugado los Mundiales del 50 y 54, después sobrevinieron el llamado “Desastre de Suecia 58”, una opaca participación en Chile 62, un buen Mundial en Inglaterra 66, la oprobiosa eliminación de México 70 y el carnaval organizativo de Alemania 74 que dilapidó el potencial de un plantel poblado de grandes futbolistas.
El primer partido del ciclo de Menotti se jugó en el estadio Monumental el 12 de octubre del 74, con un empate de 1-1 ante España y una alineación fundacional con Rubén Sánchez, Vicente Pernía, Jorge Paolino, Roberto Rogel (autor del gol), Jorge Carrascosa, Miguel Brindisi, Marcelo Trobbiani, Carlos Babington (Osvaldo Potente), René Houseman, Edgardo Di Meola y Enzo Ferrero.
Hacia finales de ese año y comienzos del 75 se puso en marcha un cronograma abarcador y ejecutado con inédita eficacia, que entre otros ingredientes destacó por la exploración y captación de juveniles y futbolistas del interior del país.
En ese contexto, novedoso, se desarrolló una paciente preparación con miras al Mundial 78 que incluyó la gira del 76: triunfos ante la Unión Soviética en Kiev y Polonia en Chorzow, derrotas con Hungría en Budapest y Hertha en Berlín y empate de 0-0 con Sevilla.
La búsqueda de la puesta a punto se afianzó en el 77 con varios cotejos internacionales que tuvieron lugar en La Bombonera y un año después la Argentina ganaría un Mundial de complejidad archiconocida a guisa de la entronización de la dictadura militar, de sus crímenes y de la sospecha nunca disipada del amaño del 6-0 con Perú en Rosario.
La verdad, o por lo menos una parte de las verdades sustanciales que desconocer sería torpe, injusto y por qué no disparatado, es que la formación que puso Menotti en el Mundial 78 fue una de las mejores de la historia del representativo albiceleste, sólida en un funcionamiento apuntalado por figuras excepcionales (Ubaldo “Pato” Fillol, Daniel Passarella, Osvaldo Ardiles, Mario Kempes, entre varios) y de alto rendimiento para vencer en la final a Holanda por 3-1.
Con la calificada base del 78 y un toque de renovación luminosa, la Selección Argentina llegó a España 82 en condición de favorita, pero ni por asomo tuvo un rendimiento capaz de garantizar terminar entre los cuatro primeros: apenas si jugó muy bien en la goleada de 4-1 a Hungría (primera jornada brillante de Maradona en los Mundiales), sumó un insípido 2-0 con El Salvador y cayó en el debut con Bélgica en el Camp Nou, y con Italia y Brasil en el ya desaparecido estadio de Sarriá, los tres en Barcelona.
De inmediato Menotti dio por cerrada su etapa en la Selección al cabo de ocho años y un total de 78 partidos, con 42 ganados, 18 empatados y 18 perdidos.
Télam.