Construidas en los sótanos de las barracas de un antiguo puerto, las piletas de Punta Iglesia atraviesan la historia de la ciudad y aún viven en la memoria de miles de marplatenses como símbolo de un tiempo de esplendor.
Por Gustavo Visciarelli
Nacieron hace más de un siglo en el enclave ancestral de Mar del Plata. En sus restos, hoy sepultados, duerme parte de la historia de la ciudad. De hecho, surgieron de la ingeniosa remodelación de nuestro antiguo puerto, cuando la capilla Santa Cecilia dominaba el paisaje desde lo alto de la loma despoblada y aquella “punta de la iglesia” guiaba a los hombres de mar.
La historia de los muelles que prosperaron en la zona desde los tiempos de Cohelo de Meyrelles es extensa, pero hoy nos interesa lo que ocurrió hacia 1905 cuando la Compañía Argentina de Navegación Angel Gardella construyó un embarcadero de madera, barracas y otras dependencias que concentraron la actividad portuaria. Sabemos que la estación marítima fue arrendada más tarde por un consorcio local identificado como “Lloyd Comercial” hasta que hacia 1916 apareció un concesionario que hizo historia: el ingeniero italiano Vicente Laborante, quien -según el arquitecto Roberto Cova- era director de Obras Públicas de la municipalidad.
El actual puerto estaba en construcción y los pescadores empezaban a migrar a su nueva banquina, de modo que los días de la vieja estación portuaria estaban contados. Entonces el ingeniero italiano decidió refuncionalizarla como complejo turístico y empleando los sótanos de la antigua barraca, laboriosamente cavados en la piedra, construyó una piscina de agua de mar de casi cien metros. Confitería, vestuarios y el muelle, dedicado a actividades deportivas, conformaron aquel emprendimiento de avanzada que la ciudad conoció como “Pileta Lavorante”.
La Pileta Lavorante (precursora de las Punta Iglesia) en la década del 20. Detrás el Club Mar del Plata. Foto tomada por Manuel Iriarte. Aporte de Ignacio Iriarte a Fotos de Familia de LA CAPITAL.
En 1924 un temporal destruyó los sueños del ingeniero, que se apartó definitivamente del proyecto. La Municipalidad -gobernada por el socialismo- se hizo cargo de la reconstrucción y así nació la Pileta Municipal, que era pública y gratuita. Pero en 1950, un temporal volvió a destruirla, iniciándose un período de inactividad que se extendió hasta 1966 y que incluyó su provincialización.
Año tras año, las crónicas periodísticas lamentaron el abandono del sector y recordaron su pasado esplendoroso como centro recreativo, escenario de competencias nacionales e internacionales de natación, certámenes de belleza y espectáculos diversos. Finalmente, un artículo de diciembre de 1966 dio cuenta de su reapertura.
La antigua “Pileta Lavorante” renacía modernizada, con mayor protección sobre el mar y con tres natatorios: uno para niños, otro para saltos ornamentales con altos trampolines y uno olímpico, tal como muchos recordamos. Ya no serían públicas como en los viejos tiempos, sino que entraron en la órbita privada bajo el usufructo de los concesionarios “Giaccaglia y Von Kotsch”, según reza la crónica.
Huelga aclarar que el apellido Giaccaglia está íntimamente ligado con el negocio balneario de la ciudad desde sus albores. Por su parte, el abogado platense Máximo Von Kotsch (Lolo, para todos), fue, sin dudas, el alma mater de las Piletas Punta Iglesia (así se llamaron desde su renacimiento) en sus años de renovado esplendor, cuando eran epicentro del turismo, prensa nacional y figuras del ambiente artístico y deportivo.
¿Cuándo terminó todo?. En 1989 -año en que la hiperinflación dio jaque mate al gobierno de Raúl Alfonsín- los concesionarios no volvieron a presentarse y las piletas dejaron de funcionar ya que nadie ofertó en dos posteriores llamados a licitación. De tal manera, triunfó el abandono y el lugar terminó en ruinas.
En 1993 el intendente Mario Roberto Russak anunció que taparían las piletas para convertir el sector en un espacio público. En diciembre de 1994, con las piletas cubiertas de arena y algunas palmeras ornamentales, inauguraron el lugar, que pronto recuperó su aspecto decadente.
En 2005, en concordancia con la realización de la Cumbre de presidentes realizada en Mar del Plata, el viejo predio fue recuperado como Plazoleta de las Américas. Miles de personas la visitan anualmente, quizás sin saber que sus pasos discurren sobre un sepultado capítulo de nuestra historia.-