Los familiares de Alfredo Marcenac se mostraron disconformes con la labor de la Justicia al cumplirse 15 años del asesinato.
La familia de Alfredo Marcenac, el joven estudiante que en 2006 fue asesinado a balazos en la avenida Cabildo por el denominado “tirador serial de Belgrano”, volvió hoy, al cumplirse 15 años del caso, a responsabilizar al Estado por el crimen de su hijo y emitió una dura crítica hacia la Justicia por haber absuelto por inimputable al autor del hecho, Martín Ríos.
“Hay muchas deudas pendientes”, se titula la carta de una carilla que fue enviada a Télam por Adrián Marcenac y Mónica Bouyssede, los padres de la víctima.
En el tramo final y más duro del texto, los Marcenac afirman: “A 15 años del crimen de Alfredo, la Justicia no hizo nada por él ni su familia y el Estado está en deuda con la ciudadanía respecto del control de las armas de fuego”.
Los padres de la víctima sostienen que el episodio de la avenida Cabildo en el que Ríos mató a su hijo “era el cuarto ataque de este asesino” y que “todos los hechos fueron cometidos en la misma zona, pero no se investigaron o se investigaron mal”.
“Antes y después del crimen de Alfredo, se puso de manifiesto la ausencia, ineptitud y la falta de responsabilidad del Estado para proveer seguridad y justicia a la ciudadanía”, señala la familia.
Explican que “antes, porque el RENAR (Registro Nacional de Armas) autorizó a un potencial asesino la tenencia de armas de fuego, sin evaluar sus condiciones psíquicas violentas” y porque “la fiscalía no hizo ninguna investigación seria sobre los tres ataques anteriores que cometió el asesino”.
“Y después del crimen, porque tanto la evaluación pericial como el proceso judicial, estuvieron plagados de errores y trampas que permitieron que Ríos fuera declarado inimputable”, agregan.
Los Marcenac afirman que el caso encierra “dos problemas sociales muy graves” en el país que son “la ausencia de políticas públicas en materia de armas de fuego y la incapacidad del sistema judicial argentino para impartir justicia”.
“El dolor por la ausencia de Alfredo fue, es y será para siempre nuestro, pero la responsabilidad por este crimen y tantas muertes provocadas por el descontrol de las armas de fuego en nuestro país, fue, es y será del Estado y de sus funcionarios”, sostienen los padres de Alfredo, quienes se especializaron en la temática a partir del crimen de su hijo y afirman que “la falta de control de las armas de fuego ocasiona 7-8 muertos y más de 35-40 heridos por día”.
El 6 de julio del año 2006, alrededor de las 16.45, Ríos caminaba por la vereda par de la avenida Cabildo al 1700 y con una pistola Bersa Thunder 380 efectuó 13 balazos hacia los ocasionales transeúntes.
Alfredo Marcenac (18) murió alcanzado por tres de esas balas que impactaron en su cráneo, tórax y abdomen, mientras que otras seis personas fueron heridas.
Ríos huyó caminando y recién fue detenido ocho días más tarde por la policía bonaerense pero de casualidad, cuando se puso a orinar junto al auto de su madre en la localidad de Munro y, al ser requisado, le encontraron la pistola 380.
Las pericias balísticas confirmaron que con esa arma no sólo había sido el autor del crimen de Marcenac, sino también de otros tres ataques a balazos: a un colectivo con dos heridos, a una confitería con una adolescente baleada y a un tren en movimiento.
Todos los hechos ocurrieron en el barrio de Belgrano, donde Ríos tenía domicilio en un edificio de Crámer 2171.
La jueza de instrucción María Fontbona de Pombo llegó a procesar a Ríos con la figura del “homicidio agravado por placer”, pero el “tirador serial” fue sometido a varias juntas médicas y pericias psiquiátricas y psicológicas que en su mayoría concluyeron que era un enfermo esquizofrénico.
Allí se pudo establecer que había empezado a drogarse a los 13 años, que tuvo internaciones psiquiátricas que su familia no continuó, que no había terminado la secundaria, que se orinó en la cama hasta los 18 años, que criaba reptiles, que tenía conductas bizarras como gruñir o defecar en botellas de plástico y que su padre lo introdujo en la práctica de tiro.
Hubo dos juicios orales, uno en 2009 y otro en 2014, y en ambos se llegó a la misma conclusión: Ríos es un psicótico que no comprendió la criminalidad de sus actos ni dirigió sus acciones y, por lo tanto, fue declarado inimputable, absuelto y recluido en un psiquiátrico por ser peligroso para sí y para terceros.
En la actualidad, Ríos tiene 42 años y permanece alojado en el sector del Programa Interministerial de Salud Mental Argentina (Prisma) que funciona en el penal de Ezeiza.
Uno de los peritos declaró que Ríos “no distingue entre estar jugando con una PlayStation tirándole a los pajaritos y estar en la calle matando gente”.