Javier Salaberry Gabarain continúa con paradero desconocido. Es el único integrante de la banda que no fue condenado. La víctima fue Cristian Agusti.
Uno de los asesinos del policía Cristian Agusti, quien cayera en cumplimiento del servicio el 27 de octubre de 2003, continúa prófugo y encabeza la lista de los delincuentes más buscados del país.
Javier Alejandro Salaberry Gabarain tiene hoy 36 años y el mismo día del hecho pasó a la clandestinidad pese a que el Ministerio de Seguridad puso precio para su detención en una recompensa que se ha difundido desde entonces.
Los demás autores del asalto en el que además de ser asesinado Agusti fue herido su compañero Cristian Fournier pudieron ser detenidos y condenados. El último de ellos fue Marcelo De Los Santos, quien permaneció prófugo hasta 2012, y en 2013 recibió una pena de 15 años de prisón.
Asimismo, el 14 de noviembre de 2005 Fernando Palomino y Claudio Ariel López fueron condenados a prisión perpetua. López ya tenía sentencia por otros delitos y, al momento de intervenir en el crimen de Agusti, gozaba del beneficio del arresto domiciliario.
Palomino se hallaba bajo un régimen de libertad asistida por su vinculación con otro asesinato: el de la bióloga y docente universitaria Marcela Campana (35), ocurrido el 13 de julio de 2001 en el acceso al Complejo Universitario. Pocos días después del juicio por la muerte de Agusti, Palomino fue condenado a 20 años de cárcel por el “Caso Campana”.
Cristian Agusti fue asesinado en las primeras horas de la tarde cuando cuatro asaltantes ingresaron a una casa de insumos de computación ubicada en 20 de Setiembre al 2900. Un quinto delincuente hacía de campana.
Agusti y su compañero Fournier, que iban a bordo de un móvil no identificable de la DDI, se acercaron al lugar sin tener una noción precisa de lo que sucedía. Los dos se toparon con los delincuentes y Fournier identificó a Salaberry por hechos anteriores y se trabó en lucha. En ese momento Palomino (27 años al momento del hecho) salió con una pistola calibre 11.25, redujo al policía y lo obligó a ponerse de rodillas. En ese momento, Fournier recibió un balazo en la espalda que estuvo a punto de terminar con su vida. Nunca supo cuál de los delincuentes lo baleó.
Agusti, que venía caminando algunos metros más atrás, fue tiroteado desde distintos ángulos y no tuvo tiempo de extraer su arma. Le dispararon once veces y tres de los impactos dieron en su cuerpo.