Hace cuatro décadas, Argentina llegaba a las urnas luego del período más trágico de nuestra historia. La música nos acompañaba en las voces de Celeste Carballo, Marilina Ross, Fabi Cantilo, Sandra Mihanovich, Silvina Garré, Mercedes Sosa, Patricia Sosa y decenas de mujeres del under.
Por Carolina Santos y Silvia Arcidiacono
Corría el año 1983, y la transición democrática desplegaba un paisaje sonoro construido por músicas mujeres: canciones que sonaban en las radios y se convertían en banderas de libertad, de esperanza, de desobediencia.
Cantadas masivamente por los públicos de artistas como Celeste Carballo, Marilina Ross, Fabi Cantilo con Los Twist, Sandra Mihanovich, Silvina Garré, Mercedes Sosa (que incluía por primera vez el rock nacional en su repertorio), Patricia Sosa.
Así como también desde el circuito under colectivos de mujeres vanguardistas entreveraban rock y teatro con una creatividad irreverente y disruptiva, como Las Bay Biscuits, La Pesada de la Danza, Las Ex; y en los pubs irrumpía el punk con Trixy, o con Sissi Hansen; el metal con Rosana Goudard, o con Leonor Marchesi; la new wave, con Diana Nylon; y la banda Rouge, de María Gabriela Epumer, Claudia Sinesi, Andrea Alvarez y Ana Crotti, hacían sonar sus instrumentos y daban a conocer sus voces que no iban a callarse nada.
Hace cuatro décadas llegábamos a las urnas luego del período más trágico de nuestra historia, y la música parecía acompañarnos a un cuarto oscuro más luminoso que nunca. A cuarenta años de la vuelta de la democracia, sigue siendo necesario cantar de nuevo, una vez más.
Patricia Sosa y el viaje a la libertad
Los argentinos empezábamos a desandar nuestros años más oscuros en viaje a la ansiada libertad, y Patricia Sosa lo hacía canción. “Viaje a la libertad” fue el tema que le dio nombre al segundo álbum de estudio de La Torre, liderada por ella, que se editó en 1983. La banda venía de debutar el año anterior, de grabar su primer álbum homónimo y presentarse con éxito en el festival B.A. Rock, como cierre de un año que les valió ser elegidos como Grupo Revelación 1982 por la revista Pelo.
En esta canción, con letra de Patricia Sosa, la cantante pedía explicaciones por tanta violencia y le hablaba a la libertad: Libertad, te busco y no te puedo encontrar.
Fabiana Cantilo, la dicha en movimiento
Como una respuesta al disciplinamiento de los cuerpos que provocaron el terror, la persecución política y la tortura seguida de muerte durante la dictadura, llegaban los Twist y su disco “La dicha en movimiento” (1983). Con el inminente regreso de la democracia, regresaba el impulso de volver a ensayar un acercamiento a la dicha, el baile, la “música divertida”, con la alegría como desobediencia.
Y con este disco llegaba también la voz de Fabi Cantilo, que de inmediato, con su Cleo Cleopatra, y otras de las canciones de aquel álbum, tuvo a todo el mundo a sus pies.
Entre ellas, esta reversión de “I’m Sorry”, inmortalizada en la voz de Brenda Lee, que habla del amor y el perdón. En la versión a cargo de Fabiana alguien también pide perdón, pero en este caso, no es un enamorado: se trata de un detenido que pide que no se le apliquen apremios ilegales a cambio de dar nombres.
Los soles de Marilina
Regresada de su exilio en España el año anterior a este 1983, el álbum de Marilina Ross “Soles” pobló de canciones la transición democrática. Temas como “Puerto Pollensa” o “Soles”, entre otros de aquel disco, se esparcían en los corazones argentinos, y se cantaban en teatros y fogones.
Uno de ellos, “Esta noche yo aquí”, tema de Ivano Fossati adaptado al castellano por Marilina Ross, cobraba un especial sentido político en boca de esta artista, que aún estaba prohibida como actriz, y que había tenido la imperiosa necesidad de volver a su país, antes de la llegada de la democracia, a pesar del riesgo que esto conllevaba.
Sonaba entonces su voz, cantando: “Sí, esta noche de nuevo yo aquí. / Hace tiempo que no nos veíamos, / es que anduve perdida, / después me empujaron… / ¡No! El motor no pudieron pararlo y les juro que lo han intentado, / pero no conseguido, si estoy esta noche aquí…”
No hay rima que rime con vivir
La voz inconfundible de Silvina Garré recorría los oídos de los argentinos en aquel 1983, cuando había lanzado su primer disco solista, y “Canción del Pinar”, tanto como “Se fuerza la máquina” sonaban en todas partes.
Pero su voz también estaba muy presente en una canción que quedó para siempre asociada a la sonoridad de aquella época, “El témpano”, nacida en el marco del auge de la Trova Rosarina y que contó con la interpretación de ella junto a la de Juan Carlos Baglietto.
Su autor, el cantautor Adrián Abonizio, repasaba las posibles razones para el documental “Todavía las cantamos”: “Esa canción a lo mejor vino a operar de catarsis en un momento, en una especie de cosmovisión que tenía la gente pero que no podía decir”.
“Voy hacia el fuego como la mariposa, y no hay rima que rime con vivir. No te pares, no te mates, solo es una forma más de demorarte…”
Hagamos el amor, amor
“Hemos tenido la fortuna de encontrar las canciones para decir lo que queríamos decir, cantando”, reflexiona Sandra Mihanovich recordando aquellos años en los que no había libertad para las palabras ni los deseos ni la diversidad. Pero ella siempre encontró la forma de correr el límite de lo decible, y aquel 1983 nos encontraría cantando “Hagamos el amor”, la canción de su álbum que llevaba ese título, desafiando el silenciamiento del cuerpo al que nos había sometido la dictadura. “Quiero una vez, y otra vez, y otra más…/ hagamos el amor, amor”, cantaba Sandra, y convertía en realidad la libertad.
Una flor y una cigarra
Voces de mujeres que no venían del ámbito del rock pero que en este marco de transición democrática interpelaron con sus canciones a las nuevas generaciones, fueron sin dudas, las de Mercedes Sosa y María Elena Walsh.
“Inconsciente colectivo”, la canción de Charly que Mercedes Sosa grabó junto a Milton Nascimento e incluyó en su álbum titulado “Mercedes 83”, y “Como la Cigarra”, de María Elena Walsh, compuesta por ella en los años 70, se constituyeron en aquel 1983 en himnos emblemáticos de la recuperación de la democracia.
Celeste y las voces que renacerían
1983 fue el año en el que Púrpura, la banda de Leonor Marchesi, llegó a Obras, en el mes de abril; Marilina Ross, el 29 y 30 de julio; y Celeste Carballo, el 5 y 6 de agosto.
Celeste cantó allí, junto a un público que coreaba los temas que sonaban con enorme y merecido éxito en aquel año, como “Me vuelvo cada día más loca”, “Es la vida que me alcanza”, “Querido Coronel Pringles”, todos de su primer disco, lanzado el año anterior. Pero también en aquellas noches, adelantó un tema del nuevo disco que saldría antes de que termine este 1983: “Mi voz renacerá”.
Despedíamos así la etapa más oscura de la historia de nuestro país: “No me harán sentir el frío de la soledad, / ni tampoco el castigo de encerrarme en algún lugar. / Mi voz renacerá…”