“Nunca se ha celebrado tanto el propio bienestar y la autoestima, sin culpas ni vergüenzas ni otros atavismos de una vetusta moral burguesa con raíces religiosas que van perdiendo fuerza”, dice la contratapa de ‘Yo me lo merezco. De la vieja hipocresía a los nuevos cinismos’, un ensayo de Paula Sibilia (publicado por Taurus) que pretende desentrañar las razones de lo que parece ser una sociedad ya definitivamente inserta en un cinismo expresado en fenómenos como la posverdad, las fake news, los trolls y los haters. Todas puntas de un iceberg que esconden bajo la superficie las consecuencias de este mal de época: impotencia, ansiedad, depresión y deseo constante e inacabado que busca ser saciado por el consumo.

La digitalización de la vida cotidiana que a fuerza de estimular, desconecta de la realidad y reconecta con la insistente incapacidad de ser felices.

Así, en el primer capítulo, De la represión a la excitación, Sibilia retoma a Freud y El malestar en la cultura y lo hace dialogar con el presente, pero además invoca a una base teórica en la que aparecen Weber, Kant, Charles Taylor, Gilles Deleuze y Michel Foucault.

Ya en el capítulo 2, Del deber al querer, analiza la rápida reinvención de un capitalismo que parecía estar acorralado en las décadas del 60 y 70 del siglo XX con la irrupción del neoliberalismo en los 80 y 90. La reconfiguración de la idea de la represión y el deseo que había tomado impulso ahora es cooptada por el sistema, el cual, según Sibilia, canaliza el deseo productivamente.

“¿Por no quererlo todo e, incluso, exigirlo como un derecho?”, se pregunta el individuo hoy y abre la puerta al “culto al rendimiento y la performance”. Culto del cual la autora se encarga de desarmar para entender en clave patológica: trastornos del déficit de atención e hiperactividad y otros menos conocidos del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Una vez más, un sistema que ofrece soluciones que no resuelven el problema pero que lo apaciguan.

De lo analógico a lo digital, el capítulo 3, comienza avisando que las tecnologías no son neutrales y advierte del peligro del uso indiscriminado e ilimitado tanto en tiempo como en funciones.

Ya en el cuarto capítulo, De la hipocresía al cinismo, Paula Sibilia utiliza la premisa de la revolución francesa de 1789 “Liberté, Egalité, Fraternité” y juega con la ironía de agregarle un cuarto concepto: ¡Hypocrisie! para aventurar que su marco simbólico parece estar culminando, pues parece que aquellos ideales han perdido credibilidad en la nueva era.

En esta parte del ensayo, la autora dialoga con dos escritores clásicos para explicar una época y echar luz sobre la nuestra: Charles Baudelaire y Gustave Flaubert, dos censurados por exponer la moral hipócrita de su época. Aparece también Google, aquel único lugar donde, según dice, nadie miente.

Ya en el epílogo, retoma a Focault y analiza el paso del sistema de control-represión a control-estimulación, analiza la publicidad y la exigencia no tan soslayada del “tú puedes, tú lo mereces” como lema de cada anuncio. En definitiva, puro estímulo, cero represión.

Paula Sibilia es investigadora y ensayista argentina residente en Río de Janeiro. Estudió Comunicación y Antropología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), luego cursó una maestría en Comunicación (UFF), un doctorado en Salud Colectiva (IMS-UERJ) y otro en Comunicación y Cultura (ECO-UFRJ). Publicó, tanto en portugués como en español, los libros ‘El hombre postorgánico: cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales’ (2005), ‘La intimidad como espectáculo’ (2008) y ‘¿Redes o paredes? La escuela en tiempos de dispersión’ (2012). Es profesora del doctorado y la maestría en Comunicación (PPGCOM) y del Departamento de Estudios Culturales y Medios de la Universidade Federal Fluminense (UFF), además de ser investigadora becaria de las agencias brasileñas CNPq y FAPERJ. En 2012 realizó un posdoctorado en la Université Paris VIII, de Francia.

“Yo me lo merezco. De la vieja hipocresía a los nuevos cinismos”
Paula Sibilia
Buenos Aires
Taurus / Ensayo
2024
122 páginas