La estrategia de Vladimir Putin para ganar un cuarto mandato presidencial en las elecciones del 18 de marzo ha abierto viejas heridas con Estados Unidos por la supuesta superioridad militar rusa.
Sus anuncios de la fabricación de nuevas armas nucleares fueron rechazados por la Casa Blanca que los interpretó como una violación de los tratados firmados durante la Guerra Fría en el siglo pasado.
Lo concreto es que Putin advirtió a Washington que Moscú posee armas atómicas que hacen “inútil” su escudo antimisiles, desplegado en varios países de Europa, entre ellos la ex comunista Polonia.
Su discurso pronunciado esta semana ante el Parlamento justificó no solo la intervención militar de Moscú para ayudar al presidente sirio, Bashar al Assad, sino que también aludió al tradicional patriotismo ruso.
No fue una bravata más de Putin ante un mundo sorprendido por las excentricidades de Donald Trump, sino un mensaje claro y preciso para mostrar el poderío militar ruso en los tiempos de la guerra civil de Siria.
“Rusia sigue teniendo el mayor arsenal nuclear del mundo, y nadie quiere escucharnos. ¡Escúchennos ahora!”, dijo Putin.
Una de esas seis nuevas armas, consideradas “invencibles” por Moscú, es un dron submarino con propulsión nuclear.
Para algunos analistas el mensaje del presidente ruso fue una clara respuesta a la llamada Estrategia de Defensa Nacional (NDS), presentada por Trump en diciembre pasado, que advierte que Washington enfrenta a rivales poderosos como Rusia y China.
Putin dijo que la construcción de estas nuevas armas nucleares eran una consecuencia del retiro estadounidense del Tratado de Reducción de Misiles Balísticos de 1972, firmado en 2001 durante el gobierno de George W. Bush.
“La victoria de Putin en las elecciones está garantizada. Sus practicas han dejado una arena electoral claramente inclinada a favor del presidente ruso, más aún con la encarcelación y exclusión de Alexei Navalny, el principal líder opositor”, dijo a Télam Gonzalo Casais, miembro del Grupo Joven del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Nalvany, un bloguero a quien se considera el único capaz de hacerle frente al carismático líder ruso, no puede participar en los comicios porque fue condenado por estafa a cinco años de prisión en suspenso.
Navalni, de 40 años, se hizo conocido entre los rusos por desplegar una furibunda campaña anticorrupción contra los funcionarios más cuestionados del Kremlin.
Para el analista Casais, “no debería extrañar que luego de la confirmación de su reelección, Putin pueda llevar a cabo una política exterior más contundente”, sobre todo en Siria.
“Del mismo modo varios líderes en Europa del Este verán este reafirmamiento de Putin como un momento ideal para afianzar sus relaciones y contar con su apoyo para fortalecer sus propios regímenes”, afirmó.
Con encuestas que le dan un 70% de las intenciones de voto, Putin se encamina con facilidad a lograr su cuarto mandato presidencial.
En este contexto el líder ruso también prometió reducir la pobreza a la mitad, aumentando el Producto Bruto Interno (PBI) en un 50% para 2025.
Putin llegó al poder en 2000 tras la renuncia del presidente Boris Yeltsin, quien lo había nombrado su primer ministro y sucesor.
A partir de allí gobernó hasta 2008, pues la constitución rusa no permite una segunda reelección consecutiva.
En esta oportunidad electoral, Putin no enfrenta a nadie que le dispute la presidencia rusa entre los otros siete candidatos que se presentan en los comicios.
Sin el carisma de Navalny, será candidata la presentadora de televisión Ksenia Sobchak, a quien sus seguidores consideran la “París Hilton rusa”. Se presenta a sí misma como una alternativa para los desilusionados seguidores de Navalny.
Si finalmente es reelegido, tal como se espera, Putin permanecerá en la presidencia rusa hasta 2024.
“Creo que es mi deber decir esto: cualquier uso de armas nucleares de cualquier rendimiento, pequeño, mediano o lo que sea, contra Rusia o sus aliados será considerado como un ataque nuclear contra nuestro país”, dijo Putin en su discurso.
En un artículo editorial, en el que el líder ruso es dibujado como un pulpo, la revista británica The Economist se pregunta: “¿Por qué Putin se entromete en las democracias de Occidente” y se responde: “Porque la respuesta de Occidente es inadecuada”.
Más allá de que lleva casi 20 años en el poder, Putin ha puesto otra vez a Rusia en la órbita de las grandes potencias mundiales como ocurría con la desaparecida Unión Soviética.
Su mensaje al Parlamento, donde prometió defender a sus aliados -entre ellos Venezuela y Siria-, ha roto de algún modo el perfil moderado que ha tenido en los últimos tiempos como presidente de Rusia.
Algunos expertos señalan que Putin pronunció un discurso claramente electoralista. Nunca, quizás, se lo vio tan arrogante. Lo cierto es que creó más incertidumbre sobre el tema nuclear.
“Nadie en el mundo tiene algo igual, por ahora. ¡Es algo fantástico!”, dijo el líder del Kremlin.
Télam.
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