“Las historias se apoderan de una parte de nosotros que desea que algo de lo que leemos, nos suceda. No sólo vivimos a través de los personajes, sino que aprendemos de ellos” asegura Andrea Lago, la escritora bonaerense que, con “Huellas en la arena”, logró entrar al mundo editorial, tras varios años de trabajo y siete novelas autopublicadas.
En esta historia que está cumpliendo un año desde su aparición en El Emporio Ediciones, la autora aborda el tema de la violencia de género, la manipulación y, también, las segundas oportunidades.
El relato, que se desarrolla entre California y Buenos Aires -y hasta incluye un breve recorrido por Mar del Plata-, sigue a Abbie Johnson desde su tranquila y amorosa adolescencia, pasando por su abrupto enamoramiento del argentino Alejandro García Martínez y su viaje a una Buenos Aires en la que nada será como imaginaba y en la que perderá lo más preciado, en el marco de una relación marcada por el maltrato, la dominación y los secretos de una familia que solo quiere mantener las apariencias.
En una charla con LA CAPITAL, la autora repasó los intereses que la mueven a escribir, los motivos por los que selecciona las temáticas de sus obras y la importancia de levantarnos cada vez que nos caemos y seguir luchando.
-La familia es un tema recurrente en tu escritura ¿Por qué?
-Sí, es así. Porque es tan simple, de ella dependen los acontecimientos futuros. No todos tienen familias ideales y no todas las familias ideales lo son realmente o para los demás. El entorno también marca esta condición. Pero, si no hubiera una familia, estaríamos un poco a la deriva. Obviamente, hay muchos que no la tienen y tampoco la desean por motivos diferentes, soy consciente de que de ella parten todas mis historias ya que la experiencia me lleva a hablar de este tema. Además, hablando de ficción, es muy amplia la variedad que desprende cada personaje que imaginamos y cómo ayudan a generar ese entorno que necesito para mis novelas.
-En Huellas en la arena trabajás la familia de sangre y la familia de la vida ¿Creés en esas personas que aparecen en el momento de la vida en que más las necesitás?
-Creo que hay personas que llegan para apoyarnos, ayudarnos, acompañarnos en esos momentos en que pensamos que todo está perdido. El hombre no está hecho para vivir en soledad, aunque haya veces que sea una elección. Y hay momentos críticos cuando no vemos las posibilidades que tenemos para ayudarnos, un poco de las negaciones que opacan nuestra capacidad para salir adelante, como aquel tronco que aparece en el agua y es de lo único que podemos asirnos para sobrevivir. Así es como yo interpreto a esos personajes como George, que sin pedir nada, están sin condiciones. Impiden que nos ahoguemos cuando situaciones límites nos impiden respirar.
-Entre los hilos conductores de tu obra también están las segundas oportunidades. ¿Qué importancia, qué mensaje tiene este tema para brindar a quienes lean tus historias?
-Si no las hubiera sería casi imposible para mí ver la vida. ¿Cuántas veces caemos y nos levantamos? La respuesta es clara, tantas veces como sea necesario, y esas son las segundas oportunidades. Es aprender de los errores, de las contingencias de una vida que, tal vez, no pedimos, pero, que nos tocó transitar. El mensaje para mis lectores es que nada es imposible si continuamos intentando, no estancarse es avanzar. Cuando leemos, las historias se apoderan de una parte de nosotros que desea que algo de eso que leemos, nos suceda. No sólo vivimos a través de los personajes, sino que aprendemos de ellos.
-¿Es su inocencia, su crianza en un entorno sano y confiable, lo que hace tomar a Abbie la decisión de “dejar todo por amor”?
-El amor enceguece. Hace que todo se vea hermoso, con lindos colores y un futuro brillante. Así es como Abbie deja todo por amor, aunque ella pensó que ampliaba su familia a pesar de la distancia y sí tuvo el apoyo de sus padres, que la habían criado en un entorno amoroso. Ese amor que pensó iba a transmitir a su descendencia. Jamás imaginó el futuro que la esperaba, ya que no conocía de desengaños ni las artimañas en las que se vería atrapada. El amor la llevó a tomar una decisión y su propia inocencia le hizo creer en finales felices.
-¿Cuánto creés que la ficción tiene para aportar para abrir los ojos, ayudar, intentar buscar ayuda?
-La violencia de género atañe a toda una sociedad, la vivimos a diario. Sólo basta con salir a la calle. Hay muchos que se involucran en colectivos, marchas y cuanta organización para apoyar a las mujeres se hayan creado. Desde mi pequeño lugar, como escritora, intento llegar a los lectores, comunico de manera ficticia, es decir, en una narración que no se tomó de la realidad, pero que se le parece mucho, llegando a todas aquellas mujeres que se sientan identificadas con el personaje y las lleve a interpelarse sobre los porqués de sus propias situaciones. Cuáles son los extremos a los que se puede llegar si se permiten los abusos y cómo frenarlos. No les digo a las mujeres cómo vivir sus vidas, pero si con mi historia logro llegar al alma de muchas que necesitan un empujón, las acompaño y les aclaro que todas hemos pasado por algo similar y que es posible encontrar nuestro tronco en el agua. También a través de la palabra, aunque los hombres no lean romántico, que es el género de esta novela, si la leyeran, que se interpelen acerca de su relación con el género femenino y no olviden que a ellos les dio la vida una mujer.
-¿Tomás adrede las microviolencias, sutiles, pequeñas, que adoptan tan diversas formas antes de ir aumentando y tornarse obvias?
-La violencia se engendra desde un lugar sutil, como decís, para luego ir acrecentándose, como si no la hubiéramos visto venir, y es por eso que se hace difícil salir de ella sin padecerla, primero pensando que sólo son pequeños episodios y restándole importancia a algo que cuando comienza no tiene fin. Esa violencia empieza por la palabra, que daña tanto como los golpes, pero que no se ve, que podemos disimular. Luego, con el tiempo, puede transformarse en golpes, que duelen también y son más perceptibles para el entorno. Estoy convencida que cuando el golpe llega, la mujer está tan dañada por el abuso psicológico de las palabras, de tanta denigración que los moretones o heridas son sólo una forma más de demostrar que la persona que tenemos al lado no nos cuidará jamás, aunque diga que es por amor, por celos y pida disculpas y nos trate bien hasta que llegue el próximo golpe, ese que puede llegar a matarnos. Todas debemos estar atentas a la violencia, eso de a mí no me va a pasar, puede que no sea del todo correcto.
“No les digo a las mujeres cómo vivir sus vidas, pero si con mi historia logro llegar al alma de muchas que necesitan un empujón, las acompaño y les aclaro que todas hemos pasado por algo similar y que es posible encontrar nuestro tronco en el agua”.
-¿Cómo lograste plasmar las emociones que va atravesando Abbie hasta sentirse acorralada y pensar en el suicidio?
-Abbie es un personaje muy querido por mí. Lo creé sin darme cuenta siquiera que me estaba metiendo en un gran conflicto al que debía darle un final feliz. Porque ella necesitaba finalmente serlo. La historia comienza con una Abbie solitaria y devastada, que se pregunta para qué continuar viviendo, y después iremos conociendo todo por lo que ha pasado los últimos quince años de su vida. Respeto mucho la vida y cuando pienso en cómo llegó a esa instancia Abbie, me da la pauta que no queda nada, que hay una vida devastada y la desesperación es tan grande que parece ser la única salida. Para Abbie esto es algo que llega a preguntarse porque ya no encuentra respuestas a una vida con tantas pérdidas y tal vez dormirse para siempre le quite ese dolor que ya no soporta en el alma. Las emociones formaron parte de mis propios sentimientos frente al dilema que encarnaba Abbie, intenté ponerme en su lugar y así sentir lo que ella sentía. La experiencia es la vida misma, sí cosas que vi y escuché. No hubo testimonios, no necesité buscarlos porque el personaje me fue contando el camino que debía tomar. Ella me enseñó y a través de ella, como dije antes: que respeto mucho la vida, pude encontrar la manera de enfrentarla a la oportunidad de vivir un día más.
-¿Que esta historia ocurra en un entorno de lujo y exceso de dinero también lo decidiste por algún motivo en especial?
-El entorno lujoso y de exceso de dinero da poder. Lo necesité para crear a estos personajes que hacen de la vida de Abbie un calvario. Su familia también gozaba de un buen pasar económico, y ahí queda demostrado que no hay nada en contra de ser adinerado, que el poder se puede ejercer para hacer el bien tanto como el mal. Mi historia necesitaba de estas diferencias porque allí radica todo el comienzo del conflicto.
-La capacidad de manipular de ciertos personajes es clave. ¿Cómo lo fuiste trabajando?
-Esta parte fue una de las más sencillas, tuve maestros increíbles en la vida que me enseñaron que la manipulación es un arma demasiado cruel. Decidí escribir acerca de ello para darle entidad. Es un trabajo de hormiga, manipular a alguien para tenerlo donde deseamos no es sencillo si primero no tenemos a alguien que se someta a que lo manipulen. Una persona sumisa es la ideal para ser manipulada. Pero eso es hasta que está despierta y va encajando todas las piezas en su correcto lugar. Me encantó crear a estos personajes, darles visibilidad, porque ellos viven de mentiras y dañan todo lo que tocan.
-También es clave en esos personajes su necesidad por mantener las apariencias y mantener sus recursos económicos.
-Fue muy importante el tema de mantener las apariencias para recrear la historia, es el tema primario dentro del cambio de la vida de Abbie, el detonante de todo lo que le depara el futuro dentro de esa familia. La verdad que esconde su marido Alejandro García Martínez.
-Jake ¿Es una contracara de Alejandro García Martínez? ¿También tiene una misión, un mensaje que va más allá de los límites de esta historia de ficción?
-Jake es un amor del pasado. Uno que nunca pudo olvidarla y por ello el reencuentro es muy importante para salvar a Abbie. No olvidemos que, para salvarnos, no debemos depender de otros, sino de nosotros mismos. Aunque, en esta historia de amor todo es posible, hasta sentirse enamorada y querida para que ella comience a quererse bien, como debe y poder ver un futuro posible. Su misión es aportar ese amor que Abbie necesita, claro. Ni más ni menos, amor… una palabra que logra sanar. Me han dicho más de una vez que es un cliché, pero qué seríamos si no creyéramos en el amor y en los finales felices. La vida no es Disney, sin embargo, todos buscamos amor, en cualquiera de sus formas.
-Si bien esta es tu séptima novela, es la primera que se publica por un sello editorial. ¿Cómo fue tu camino? ¿Cómo analizás los cambios desde que comenzaste hasta ahora?
-La autopublicación es dura, un camino de felicidad hasta que te encontrás con que no tiene salida, pero eso era porque no conocía otros escritores que hoy veo que hasta autopublicando se han forjado un camino dentro de la literatura.
Yo estaba encerrada en mi casa escribiendo y por eso terminaba las novelas muy pronto y empezaba con otra, pero no tenían llegada. Ahora con un sello editorial las puertas se abrieron, aunque sigo pensando igual que antes, bajo sello o sin él, la que tiene que vender es mi historia. Lograr traspasar la mente y el corazón de los lectores es a lo que aspiro. No cambiaría nada de lo pasado porque me trajo a esta que soy hoy, me conocen más, me encanta este mundo y recién ahora puedo considerarme escritora, aunque a veces todavía lo pongo en duda. Hago lo que me gusta por placer y espero que siga siendo así, si me obligaran no sé si podría hacerlo. Las historias aparecieron un día sin que me diera cuenta y, si un día me quedo en blanco, tal vez, esta misión de transmitir mis ideas y experiencias estará terminada. Mientras tanto quiero disfrutar.
-Huellas… cumplió un año desde su publicación en Emporio Ediciones. ¿Estás trabajando en más historias?
-Estoy muy feliz. Me parece increíble que ya haya pasado un año y que pronto nos veremos en la Filba. Este año sin novedades por el momento. Me encantaría que mis primeras novelas se dieran a conocer y por eso las estoy reescribiendo, aunque todavía no puedo contar algo que no sé si será posible. Lo único que puedo adelantar es que siempre intento tocar problemáticas actuales, donde los lectores se sientan parte de la historia y pueda transmitir mis conocimientos y ayudar al que lo necesite a través de la ficción. Porque sin darnos cuenta, al leer incorporamos conocimientos que nos ayudan en nuestras vidas. Además, estoy escribiendo una nueva novela que está tomando forma, pero todavía falta un tiempo para poder hablar de ella.