Verano combativo: Montenegro se adueña de la agenda a pura pelea
Suma notoriedad con las polémicas por los "trapitos" y la gente en situación de calle. Busca algo más que caerle bien al Gobierno. Las señales del radicalismo, lo que distingue a los axelistas y los interrogantes de las tasas.
Montenegro impulsa la pelea contra los "trapitos".
Por Ramiro Melucci
Tal vez el video más polémico de la semana que pasó sirva de alegoría del verano de Guillermo Montenegro. Los golpes que iban de un lado a otro en la escena del “trapito” que dormía en la calle y el agente de la patrulla municipal pueden graficar los que está dando y recibiendo el intendente en una temporada a pura pelea. En la que se adueñó por completo de la escena pública local y logró más repercusión nacional que nunca.
La sucesión comenzó en noviembre, con un duro cruce con la dirigente de izquierda Myriam Bregman. Desde entonces no paró de publicar en sus redes sociales videos controvertidos sobre cuidacoches y gente que duerme en la calle.
El del último martes volvió a llevarse todas las miradas. Por el intento del “trapito” de golpear al personal que lo trataba de detener, pero también por la reacción violenta de uno de los integrantes de la patrulla: le asestó un golpe de puño cuando ya lo tenían controlado.
Los que buscan sensibilizarlo parecen tenerlo sin cuidado: la noche anterior a la difusión del video, las pastorales de la Iglesia de Mar del Plata habían difundido un comunicado en el que manifestaban su preocupación por la represión de las personas en situación de calle y reclamaban un pacto social.
Es la segunda vez que, desde el cambio en su cúpula, la Iglesia cuestiona al municipio: la anterior fue para advertir sobre la falta de entregas de comida y para pedir la declaración de una emergencia alimentaria.
Se podía intuir que no le iba a salir gratis. La Comisión Provincial por la Memoria, presidida por el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Regional Mar del Plata presentaron una denuncia penal por “violencia física y psicológica, amenazas y hostigamiento” contra personas que duermen o trabajan en la calle. Se sumó a otras dos que ya tramitan en la Justicia. Montenegro no se inmuta: jura que la gran mayoría de los “fisuras” no es de Mar del Plata y los tacha de “delincuentes”. “No voy a parar”, desafió después de dar el dato de que el “trapito” del video tenía pedido de captura desde 2014.
La sucesión de peleas comenzó en noviembre, con la que protagonizó con la dirigente de izquierda Myriam Bregman. Desde entonces no paró de publicar en sus redes sociales videos controvertidos sobre cuidacoches y gente que duerme en la calle.
Está convencido de que se puso a la cabeza de una lucha por el orden público asociado a la seguridad que la sociedad reclama desde hace tiempo. Es, piensa, la batalla que pueden dar los gobernantes que no tienen el manejo de la policía. Está seguro de que ya no alcanza con decir que hay cámaras de seguridad o que el municipio ayuda con el combustible de los patrulleros. Por eso apuesta al control del espacio público que pueda proporcionarle la patrulla municipal, que ahora también usará armas no letales. La continuidad de las controversias está asegurada.
Montenegro cree estar al frente de una avanzada cotejable con la que hace más de una década lideró Sergio Massa cuando era intendente de Tigre, con la incorporación de cámaras de seguridad. Se evidencia la intención de sobresalir por sobre la de caerle bien al Gobierno nacional. Para esto último hubiera bastado con endulzar los datos de la temporada, que es lo que también está haciendo. Pero no hacía falta pasarse enero contestando denuncias. Anida en definitiva un objetivo mayor: el de ser gobernador.
En el camino logró posicionarse en la consideración nacional y se convirtió en el principal exponente vernáculo del clima de época que se vive desde que Milei ganó las elecciones. Pueden correrlo por derecha alguna vez (cada vez menos), pueden asegurar que lo que dice y muestra en las redes no se condice con lo que se ve en la calle (cada vez más), pueden achacarle en la discusión presupuestaria que su política económica tampoco es un reflejo fiel de la de Milei, pero todavía no surgió un libertario que le haga sombra.
Su centralidad obliga a los demás a hablar de él. Un día es Bregman y otro Grabois. Puede ser Ernesto Tenembaum o Pérez Esquivel. La Iglesia, las organizaciones de derechos humanos o la oposición local, que a medida que Montenegro cosecha elogios o críticas, pero no pasa inadvertido, eleva el tono de sus críticas. “Sos un cobarde”, lo definió el bloque kirchnerista por “hacerse el bravo con gente en situación de calle”.
Se evidencia la intención de sobresalir por sobre la de caerle bien al Gobierno nacional. Para esto último hubiera bastado con endulzar los datos de la temporada. Anida en definitiva un objetivo mayor: el de ser gobernador.
El que en este asunto permanece callado es su principal socio político, el radicalismo. Mira los movimientos de Montenegro y no aplaude ni cuestiona. Se limita a aceptar que el rol protagónico lo cumpla el que se lo ganó.
Atisba, mientras, otros escenarios. Como el de la provincia de Buenos Aires. Hacia allí apuntaron buena parte de los mensajes del acto del viernes en Quilmes. Anhela formar parte de un frente que le discuta el poder a Axel Kicillof. Coincide en el objetivo con el PRO y La Libertad Avanza. El interrogante es la correlación de fuerzas que tendría esa amalgama.
Por decantación, surgen las otras dos certezas que tiene la UCR de Maximiliano Abad en un marco dominado por la incertidumbre: no es momento de cortarse solo y se mantendrá lejos del kirchnerismo.
Del otro lado, la reconfiguración de la oposición depende de cómo termine la disputa del gobernador y Cristina Kirchner. En Mar del Plata, grupos peronistas y no peronistas van juntándose en defensa de Kicillof, promovidos por la mesa política del mandatario, en la que tallan los ministros Carlos Bianco y Andrés Larroque. Los que se suman a ese armado tienen como identificación común un rechazo a la construcción liderada por La Cámpora, que es la que en la ciudad vertebró Fernanda Raverta. Dueña sin embargo de los principales resortes institucionales: es consejera del PJ nacional, tiene el sello partidario local y maneja el bloque de Unión por la Patria del Concejo Deliberante.
El Concejo aprobó el jueves las ordenanzas preparatorias fiscal e impositiva.
En ese ámbito se está dando el principal debate sobre la gestión de Montenegro. Enmarcado en el tratamiento del presupuesto y las ordenanzas fiscal e impositiva, que tuvieron un primer aval por mayoría el jueves pasado.
La discusión tiene como disparador los postulados del oficialismo. Sobre todo, el que resalta que ha bajado la presión fiscal del municipio. Lo argumenta con la eliminación de derechos de oficina (“270 tasas”, exagera), la simplificación de trámites y la disminución de lo que representa la Tasa de Servicios Urbanos (TSU) en la Canasta Básica Total: de 1,8% para un contribuyente promedio en 2019 a 0,9% en 2024, según datos que destacó el secretario de Legal, Técnica y Hacienda, Mauro Martinelli, cuando presentó el presupuesto en la comisión de Hacienda. Este año, con la decisión de que la tasa acompañe el ritmo inflacionario, dijo que la incidencia de la TSU en la canasta no debería superar el 1,2% que tuvo en 2023.
El oficialismo distingue la tasa vial que se cobra en las estaciones de servicio de Mar del Plata de las que perciben otros municipios. Como elemento distintivo establece la afectación de los fondos al arreglo de calles. Por eso difunde con esmero los variados frentes de pavimentación y bacheo del Ente de Vialidad (Emvial).
Pero está bien hacerse ciertas preguntas. En el vendaval de aumentos de los servicios públicos, ¿los contribuyentes sentirán alguna baja en la presión impositiva local? ¿Hasta qué punto los benefician los derechos eliminados? ¿Los de la periferia, que son las que más la pagan, percibirán que las calles se están reparando con lo que aportan de tasa vial?
En las respuestas a esos interrogantes, sumadas a otras vinculadas al orden, la limpieza y la calidad de los servicios, se define en última instancia el estado del vínculo de los vecinos con la gestión municipal. Más allá de la notoriedad que pueda alcanzar o no su intendente.
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