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Cultura 1 de abril de 2020

Vanessa Montfort: “El acoso laboral es una absoluta pandemia”

Charla con la escritora española sobre su último libro "El sueño de la crisálida". "Los escritores somos detectores de incendios, como los periodistas. En cualquier historia que cuentas, se cuela la sociedad en la que vives y reflexionas. Los personajes te sirven para contarla", asveró.

Por Claudia Roldós
“El Sueño de la crisálida” (Plaza & Janes, 2019) es una historia de amistad, de transformación, de superación y a la vez muestra como dos personas completamente diferentes, que pasaron sus vidas en ámbitos muy disímiles, con realidades tan diversas, sufrieron el mismo mal: el acoso laboral, el abuso de poder.

Aunque está basada en crudos hechos reales, la novela de la escritora y dramaturga española Vanessa Montfort es optimista, esperanzadora y toma las situaciones como “la oportunidad que tenemos los seres humanos de realizar un gran cambio vital, nuestra crisálida, y renacer convertidos en algo más auténtico, más fuerte y más libre” aseguró.

Montfort estuvo en Mar del Plata en noviembre durante la gira por Argentina para promover esta novela y para participar de un encuentro de escritoras en Buenos Aires y dio una entrevista a LA CAPITAL, en la que aseguró que “El acoso laboral -uno de los temas que aborda la novela- es una absoluta pandemia”.

Como las protagonistas de esta historia -Greta y Patricia- Vanessa sufrió acoso laboral y, también como su alter ego Patricia, estuvo en lo que llama “la rueda del hamster”, esa situación de sobrecomunicación, alienación y estress, que la desconectaron de los demás y de ella misma. Aunque la novela no es autobiográfica, si toma algunos de esos aspectos de su experiencia.

Patricia es una periodista a la que una grave crisis de ansiedad le obliga a replantearse su vertiginosa vida profesional que ha afectado a la relación con su familia, amigos y pareja. En ese momento conoce en un avión a Greta, una misteriosa mujer con un pasado oculto. Gracias al apasionante relato de Greta, que tuvo que rebelarse contra una sociedad que la rechazaba, Patricia descubrirá que en este mundo inseguro lo único que puede salvarte es creer en ti misma.

– Trabajaste una historia que aborda cuestiones muy naturalizadas y negativas de la vida laboral actual ¿Cómo llega a convertirse en uno de los temas de esta novela?

– Yo estaba en la rueda del hamster, llegué al punto de agotarme de que todo el mundo te diga la misma frase: que el mundo está hecho así, que es el tiempo que nos ha tocado vivir. Llegó un momento en el que dije se acabó. Una de las cosas que hizo que me planteara eso fue que tuve que ir al médico maxilofacial, y me dijo que mordía por las noches tanto, que me daba dolor de cabeza, horroroso. Fue la primera vez que oí hablar de bruxismo y me dijo que iba a tener que ponerme una férula para dormir, y casi lloré, cómo dormir medio ahogada con un plástico en la boca para moder, y me decía que es crónico y era la única manera de evitar esto que hacía inconscientemente por el estres. Pero yo quise buscar de donde venía y atajarlo, porque no era normal.
Hoy duermo como un bebé y salvo momentos de mucha tensión no me ha vuelto a pasar.
Creo que asumimos y nos acomodamos a pensar que por estar en estos tiempos tenemos que vivir angustiados o estresados y es lo que nos ha tocado

– ¿Y cómo pudiste hacer ese cambio?

– Me rebelé contra esto. Supe que tenía que hacer un gran esfuerzo para ir a contra corriente, pero puede vivirse de otra manera. En ese interín me encontré con la persona que daría lugar al personaje de Greta. Una mujer que me empezó a contar una historia que me parece absolutamente surrealista, que no se había contado antes y que había sido víctima de una gran injusticia pero que también, sin tener que ver con lo que me había pasado a mí, se había enfrentado a que le dijeran que las cosas siempre se habían hecho así, que tenía que ser así y desafío el consenso, no la autoridad, sino lo asumido, y con el poder de transformarse.

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– Ese concepto de la crisálida que venías trabajando de tu anterior libro…

– La idea de la teoría de la crisálida, de esas personas que son capaces de transformarse en su propia vida, capaces de utilizar una crisis para un gran renacer, convertidos en algo que además es mejor, más fuerte y más libre. Aunque sea un proceso doloroso, que lo es.

– Patricia y vos también comparten, un poco eso…

– La he usado como alter ego y quizás por eso es mi novela más personal. Cuando greta me cuenta su historia luego de la representación de una obra mía, no lo hace pensando que yo la iba a contar. Como a patricia, a mí la gente me cuenta su vida, y me encanta escuchar. En este caso estábamos hablando de las separaciones, de los lutos y ella me dice: ‘son momentos muy duros que te cambian la vida’. Le pregunté si se había separado y me dijo: ‘yo me he divorciado de Dios’. Cualquier escritor o periodista que escucha eso se pone en alerta. Empecé a tirar de ese hilo,
me cuenta que la han expulsado de una comunidad religiosa, que está reconstruyendo su vida en España, por primera vez sabe lo que es ser inmigrante, porque cuando eres religioso tienes un visado que te permite trabajar en todos los países; Me cuenta que tiene 33 años pero nunca ha tenido que alquilar un departamento, nunca ha sabido acomodarse el pelo, ni combinar los colores o usar la tarjeta de débito. Me di cuenta que tenía una historia que contar.
Es un tema sobre el que hay un gran oscurantismo e injusticia y le propuse que la cuente ella -con mi ayuda- o que si no quería, estaba dispuesta a que fuera mi siguiente novela. La empecé a entrevistar, a conocer más datos, detalles y me fue haciendo falta el rol de entrevistadora.

– ¿Cuándo reconociste que habían pasado por experiencias similares?

– De repente algo resonó dentro de mi. Alguien tan diferente a mí como esta ex religiosa, nacida en Colombia, en el momento del gran Tsunami, que ni siquiera tenía mi misma tendencia sexual ni mi misma formación, me hacía rebelarme frente a la injusticia que se había cometido con ella y es que me di cuenta que independientemente de que fuera la iglesia u otro lugar, había vivido un acoso laboral. Algo que está muy al orden del día, que es una absoluta pandemia, que yo tampoco denuncié.
Patricia tiene muchas cosas de mi vida laboral en ese sentido.
Generalmente yo escribo mucho desde el otro pero en este caso me servía como un vehículo para acercar al lector a un personaje que, a priori, podría resultarle más lejano y crear una empatía con ese personaje como yo misma la había vivido.
A patricia le parece extraño que Greta haya vivido tantos años en un convento, pero a Greta le parece kafkiano que esté todo el día mirando el móvil, que hable con alguien sin mirarlo, porque está hablando con otros 30 a la vez por whatsapp.

– ¿Hacer ese paralelismo de injusticias y mecanismos perversos que se replican en ámbitos que parecen no tener nada que ver?

– Absolutamente. Y en instituciones que parecen impolutas. Ella me mostraba mi mundo visto desde sus ojos y lo veía igual de surrealista que yo veía el suyo porque mientras ella estaba incomunicada, en un estado de semiclausura, yo había estado no solamente aislada de los demás y de mi misma, por estar en esa sobre información que conduce a la desinformación y del exceso de conectividad, que produce una dispersión y un aislamiento de los demás y de ti mismo porque llena cada segundo de tu tiempo de información o de acción, de ruido.
Si no estás en lo inmediato y urgente y puedes detenerte a pensar: ¿Hace cuánto que no me pregunto qué es lo que quiero o hacia donde estoy corriendo?. Porque correr corro, todos los días, pero no me doy cuenta que no me estoy moviendo. Los días y las actividades empiezan a clonarse y hasta tus pensamientos se clonan. ¿Estoy moviéndome hacia algún lugar, soy feliz, estoy haciendo lo que quiero, me falta algo? Porque de repente han pasado 20 años y no sabes por qué estás haciendo algo o por que sigues con la misma persona, sin tiempo a reflexionar.

– En el libro das como dato que hay una naturalización del acoso laboral, que el 70% de las personas no sabe que lo está sufriendo…

– Es brutal. Primero se tardó mucho en identificar el proceso. En realidad estamos hablando de maltrato, de como, dependiendo el grupo humano en el que caigas -sea un barrio, sociedad- poco maduro o emocionalmente retrasado, ataca la diferencia por sistema. La diferencia puede ser color de pelo, ojos, forma de hablar, acento, o simplemente tener un pensamiento discordante. Normalmente, una sociedad madura con una inteligencia emocional desarrollada, sea pequeña o grande -familia o un país- lo que hace es absorber esa diferencia como una riqueza. Si es retrasada emocionalmente, la ataca, porque tiene miedo y porque la obliga a plantearse preguntas.
A Greta le pasa que tiene al principio unas mentoras en Colombia que la protegen, pero luego da con un grupo humano, muy extendido, con falta de empatía, que le hace la vida imposible simplemente por ser diferente y por pensar diferente: porque es avanzada, valiente, lógica y se da cuenta que suceden cosas de las que no se habla, por ejemplo de la homosexualidad dentro de los conventos, que existe, porque es una tendencia normal de cualquier ser humano. Y pretende hablar con naturalidad de eso para que se eviten agresiones y problemas. Esto evidentemente no gusta a la institución y eso es la punta del iceberg, ella quiere defender que una religiosa, por el hecho de ser mujer pueda estudiar, porque hay mujeres brillantes en la institución a las que no se les permite escoger una ciencia del pensamiento, o ciencias, o estudian solo ciencias religiosas para impartir catequesis.

– ¿Es el Patriarcado replicado dentro de la iglesia?

– Claro, esos lodos, oscuros, que no han evolucionado, tienen un eco importante en nuestra sociedad, en sociedades que tienen cultura católica. Y es como ver en un micromundo, que a mi me llamó mucho la atención, porque me sentía identificada porque el papel de la mujer, visto por un macroscopio, y con una lupa, ha sufrido, fuera de esos conventos unas consecuencias e impactos parecidos, y que todavía prevalecen.
Durante mucho tiempo a la mujer se la ha considerado menos preparada intelectualmente que el hombre. Y si la dejan y lo logra y es buena, la envidia. Y destruirla.
Es verdad que uno de los grandes temas es el maltrato a lo que es diferente -también a Leandro, a Serena que vive presa de su propia imagen y sus propios fans, que la acosan la castigan y maltratan, la propia Patricia.

– ¿Cómo reconocer ese maltrato laboral sistemático?

– Es distinguir entre un mal día en la oficina o tener una bronca con alguien, con el proceso que es maltratar a alguien psicológicamente con el objetivo único de destruirla. Porque ese es un daño que no se cura con una tirita, es muy profundo, intenta destruir la identidad y la fe de la persona en su misma.
Eso, sospecho, cuesta porque se está dando más, precisamente por la velocidad a la que vivimos y el poner tantas barreras a una conexión a mirarnos a los ojos, con entonación, con lenguaje gestual.
La gente te importa cada vez menos porque no la ves, no la sientes, no hay tiempo a sentirla, así empieza a faltar empatía.

– ¿Y también crecen los extremismos? Del uso de la tecnología, lo religioso, la competencia laboral, la carrera permanente por hacer más, ser productivos 24 horas…

– Al final, de lo que estamos hablando es de rehumanizarnos. Y que la tecnología te acerca, pero también puede aislarte. Dedicar una hora a las redes, es bueno. Pero si sustituyes una llamada a tu madre por whatsapp o si sustituyes sentarte, valiente y con empatía a dejar a una pareja, no es bueno.
El whatsapp no llora, no siente, no comunica sentimientos. es un complemento.

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“Hay personas que son capaces de hacer una crisálida, esos cambios que cuando más traumáticos son, más posibilidades tienen de ser más fuertes y exitosos”.

– En la ficción, Patricia se desintoxica de esto…

– Con esta novela, que tiene muchas capas, al final, lo que hago, es construir una historia de amistad y de evolución de dos personas que se han intoxicado. En eso soy muy quijotesca, me gustan mucho los personajes que empiezan siendo una cosa y terminan siendo otra y como creo que verdaderamente todos vamos evolucionando con la influencia de los demás, porque somos seres sociales, aprendemos, evolucionamos y nos transformamos en conexión con los otros.
En este caso aparte de esta historia muy thelmayluisana, muy justiciera, quería mostrar a través de los ojos de Greta nuestro mundo y la situación de adicciones, de acumulación, de sobreinformación y de prisas.

– Y de ansiedad, alienación, crisis de pánico, que se ‘naturalizan’ o medican para anestesiarlas, seguir y no dar tiempo al dolor, a detenerse…

– Estamos sobreestimulados constantemente y decimos cosas tan absurdas como lo que Patricia dice, que no tiene tiempo para enfermarse. Cuántas veces lo decimos y te enfermas. No importa el tiempo, para tu cuerpo es una prioridad enfermarse y recuperarse con un tiempo determinado y no nos damos tiempo ni para un dolor físico ni para un dolor emocional ni mental porque la vida sigue. Pero no, hay cosas que hay que asimilarlas y te tienes que dar tiempo para un oasis. Hay que darse tiempo para para que llegue el alumbramiento de algo distinto, sino reproducís lo existente, clonás los días y las experiencias y eso es lo más parecido a morirse en vida.

– La vorágine no te deja pensar eso y está esa sensación de qué nunca terminás, nunca es suficiente lo que hacés, siempre te piden más y estás rindiendo examen permanentemente…

– No se si se puede revertir esta situación, si tengo la sensación que estamos en un momento de adicción y que hay un estilo de vida que se ha impuesto que es el de la productividad, si no estás siendo productivo con tu tiempo te agobias y tienes ansiedad. ¿Cómo estar 3 minutos mirando el techo? Es algo que la sociedad o tu mismo castigas.

– Es por lo que se le da la espalda a las personas mayores…

– Absolutamente, las personas que no son productivas, no tienen sentido, sin embargo pueden ser muy productivas, no hay nada más productivo que el aburrimiento y es necesario. Sino pasa como a un ordenador que nunca apagas, que nunca deja de funcionar: se funde, se cuelga.
El burnout es eso en nuestro cerebro. Y dice hasta aquí, porque no te diste tiempo para resetearte, enfermarte, ni para sentir. entonces como no sabes ni sientes no sabes lo que te está pasando, no eres capaz de detectar el inicio de una enfermedad mental ni emocional ni física, la mayoría de las veces.

– Y la analogía ¿es la del señor que va caminando para atrás, dándose tiempo de mirar otra perspectiva, algo que no nos permitimos, olvidando las cosas importantes?

– Absolutamente, y con esa serenidad con la que mira el paisaje. Es un ejemplo de cómo se lo puede ver por un loco o apreciar que es diferente y que su mirada puede enriquecer.
Todo lo que es diverso te hace preguntarte sobre ti mismo cosas muy interesantes. Es una novela muy anti prejuicio, un canto a la diferencia.

– Los temas, abordados de otra forma, podrían haber resultado muy dramáticos, o difíciles de digerir. El libro tiene acción, pero fluye con sensibilidad, con optimismo. ¿Tu experiencia como dramaturga te ayudó a darle poesía, humanidad?

– Es que yo lo soy. Una cosa es observar cosas que preocupan, y otra no dar importancia a todas esas personas que se rebelan contra ellos, en algunos casos de forma más exitosa que en otros. Pero sin tratar de ser naif. Al final los escritores somos detectores de incendios, como los periodistas. En cualquier historia que cuentas, se cuela la sociedad en la que vives y reflexionas y los personajes te sirven para contarla.
Puede ser muy crudo, con poesía o con sentido del humor, que es lo único que consigue que no nos volvamos locos.
En mi caso, como en otras de mis novelas, puedo partir de una oscuridad o incluso de dos víctimas que en este caso han tomado la decisión de que no van a serlo. Y como le pasa a la mariposa, la crisálida vive ese proceso traumatiquísimo, porque ese bicho que estaba condenado a arrastrarse por la tierra a merced de cualquier depredador, se deshace por completo se convierte en un caldo de proteínas, conservando solo el corazón y el cerebro, es decir la experiencia, y vuelve a reconstruirse en algo muy superador vuela, tiene visión nocturna, aérea, un radar, extremidades… es lo opuesto a la resignación. No hay un proceso más milagroso. Hay personas que son capaces de hacer una crisálida, esos cambios que cuando más traumáticos son, más posibilidades tienen de ser más fuertes y exitosos.

Bio

Vanessa Montfort nació en Barcelona, es novelista y dramaturga, y está considerada una de las voces destacadas de la reciente literatura española que ha traspasado nuestras fronteras. Licenciada en Ciencias de la información, cuenta con tres novelas previas premiadas que van desde el thriller hasta la novela histórica: El ingrediente secreto (Premio Ateneo Joven de Sevilla, 2006), Mitología de Nueva York (Premio Ateneo de Sevilla, 2010) y La leyenda de la isla sin voz (Premio Ciudad de Zaragoza a la mejor novela histórica del año. Plaza & Janés, 2014), un éxito de crítica editado en varios países. Dentro de su variada obra teatral -entre comedia, drama, musical o género fantástico- destacan Flashback, La cortesía de los ciegos y Tierra de tiza, escritos para el Royal Court Theatre de Londres; La Regenta, versión libre de la novela de Clarín (Teatros del Canal, 2012); El galgo (Fundación SGAE, 2013) o Sirena negra, llevada al cine por Elio Quiroga (Festival de Sitges, 2015). Como directora y dramaturga ha llevado a escena desde óperas de cámara como Ángelus Novus (Teatros del Canal, 2015) hasta teatro fantástico. A partir de 2015 dirige la Compañía Teatral Hijos de Mary Shelley, la primera formación en España dedicada a este género que se presenta en Madrid con El hogar del monstruo (Centro Dramático Nacional, 2016). Su obra está siendo traducida, estrenada y publicada en antologías y estudios críticos de Europa, Estados Unidos, América Latina y Asia y cuenta con reconocimientos internacionales entre los que destacan la Orden de los Descubridores de la St. John’s University de Nueva York. La humanización de los paisajes, el lirismo, la fuerza de los diálogos y el dibujo de los personajes y sus conflictos -espejo de la actualidad con un pie en lo extraordinario-, convierten sus obras en una montaña rusa emocional protagonizada por personajes inolvidables.