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Policiales 20 de marzo de 2019

Un grano y una foto en Facebook, las claves para condenar a un joven por balear a una policía

La defensa hizo reserva del recurso de Casación porque considera que la sentencia no refleja lo que fueron los hechos. El caso sucedió el 29 de enero de 2017 y quedó registrado en video.

Matías Ojeda es un cuasi-marginal que surfea la superficie de los barrios bajos de Mar del Plata eludiendo o siendo parte de la delincuencia. Usa drogas, tiene armas, de menor tuvo causas penales, se le cuenta una enemistad con una dealer del barrio Jorge Newbery, la policía no lo quiere demasiado. Pero desde el 8 de marzo último el equilibrio se deshizo y sobre Ojeda cayó una pesada ola que lo arrastrará a Batán por casi una década: lo condenaron a 9 años de prisión por balear a una mujer de la Policía Local y robarle su arma.

La sentencia del Tribunal Oral N°4 asegura que en los primeros minutos del 29 de enero de 2017, Ojeda se acercó hasta la policía Micaela Riva en la parada de colectivos de Champagnat y Matheu. Que tomó el bolso que la agente había dejado en el piso y que le disparó, para luego robarle el arma reglamentaria y salir corriendo.

Pero lo que el fiscal Juan Pablo Lódola planteó y lo que los jueces entendieron como sucedido es contrario a todo lo que intentó demostrar, sin éxito, la defensa. Para el abogado, Ojeda es tan inocente que no solo la prueba acumulada en la causa es evidente, sino que hasta incluso interpuso distintos incidentes, desde pedidos de procesamiento por falso testimonio para la víctima y testigos hasta nulidades que finalmente no fueron tenidas en cuenta.

Es que, en rigor de verdad, la secuencia de los hechos que coloca a Matías Ojeda en el lugar del ataque surge de algunas circunstancias llamativas.

La historia referida en enero de 2017 por los medios periodísticos con vitalidad gracias a la filtración del video del ataque ocurrió poco después de finalizado un River-Boca en el estadio José María Minella. Riva, oficial de la Policía Local, había asistido para ser parte del operativo de seguridad y al concluir su turno le había solicitado a un compañero que la arrimara hasta la parada de ómnibus.

Cerca de la medianoche, Micaela Riva descendió en la estación de servicios de Champagnat y Juan B. Justo y desde allí caminó hasta la parada de Matheu.

El grano

Un joven armado es el que aparece en el video captado por la cámara de una metalúrgica a las 00.15, aproximadamente. Micaela Riva había dejado en el piso su bolso y fumaba un cigarrillo. En las imágenes se ve al delincuente tomar el bolso con una mano y apuntar con la otra a la policía, quien decide retroceder hasta que recibe un disparo en una pierna.

El asaltante inicia la huida pero luego regresa sobre sus pasos y desaparece del plano, donde está caída la policía. Es en ese momento en el que le roba el arma reglamentaria y escapa por la calle Matheu.

La investigación de los primeros días se orientó hacia Ojeda por una fotografía que le llegó a la propia Riva mientras permanecía internada en el Hospital de Comunidad. Esa imagen mostraba a una persona con un arma calibre 9 milímetros, que Riva dijo que era la suya. La foto era de Facebook y se había publicado horas después del hecho. El titular del Facebook y quien aparecía en la foto era Ojeda.

Otro testimonio clave se agregó a la causa: el de la primera persona que llegó a asistir a Riva tras el disparo. Un joven (solo identificado con la inicial “M”), con antecedentes penales, reconoció por fotografías a Ojeda y dijo que era la misma persona a la que persiguió tras el ataque. También que era la misma que casi una hora antes había visto en el estacionamiento del Hospital Interzonal.

“Tiene un grano o un forúnculo en la parte derecha de la pera” dijo el testigo, característica no permanente que pudo observarse en la cara de Ojeda en las fotografías tomadas durante su detención, dos días después del hecho.
“M” aseguró que a las 23 del sábado estaba en el HIGA (le habían tenido que aplicar tres puntos de sutura por una herida) y vio pasar delante suyo a un joven al que le llamó la atención el grano en la pera. También que miraba para todos lados, “como buscando algo”.

Casi una hora después, ya retirándose del HIGA en su moto, vio delante suyo que iba este mismo joven del “grano” y que éste se distanció 200 metros porque él debió detenerse en un semáforo. Cuando iba a cargar nafta en una de las estaciones de servicios próximas a la rotonda de El Gaucho, “M” escuchó las detonaciones y fue hacia la calle Matheu. “Porque la curiosidad mata al gato”, evocó.

Al llegar al lugar Riva estaba herida y le pidió que se tranquilizara. La policía le dijo que siguiera al atacante y “M” lo siguió para comprobar que se trataba del joven del “grano”, al que finalmente perdió de vista en Teodoro Bronzini y Matheu.

“M” llegó al juicio con lesiones en el rostro. Dijo que había sido la policía que lo atacó cuando había ido a comprar cerveza días atrás, lo que despertó sospechas en el defensor.

Todo el testimonio fue atacado por el defensor, pero sus argumentos no fueron considerados por los jueces Gustavo Fissore, Jorge Peralta y Alfredo Deleonardis.

La altura

Riva, de 1,68 metros de estatura, dijo en su declaración que el atacante era más bajo que ella. Sin perjuicio de que los cálculos estimativos no dejan de ser eso, es evidente al mirar la imagen de video que el asaltante era más alto que la policía.

Ojeda mide 1,65 metros por lo que el relato de la víctima concuerda con la característica física, pero parece contraponerse con la evidencia en las imágenes. Para los jueces, la falta de un peritaje al respecto descalifica cualquier especulación y el ángulo de la cámara, o la perspectiva, pueden, naturalmente, distorsionar las medidas y magnitudes.

Los intentos exculpatorios de Ojeda llegaron por el lado de sus amigos y su familia, quienes lo colocaron en la casa de la calle Paula Albarracín aquella noche. Sus amigos dijeron que habían ido a comprar droga a la tarde a la zona de la Villa Gascón y que se habían quedado allí. Sus hermanas y su padre también, aunque con algunas contradicciones que debilitaron la coartada.

Quedaron algunos puntos difusos que ahora la defensa buscará demostrar en su apelación ante la Cámara de Casación Penal. Uno de ellos es que se estableció que la pistola con la que se fotografió Ojeda no era la robada a la policía. Por otro lado la defensa asegura que la fotografía fue tomada días antes y subida el domingo del ataque.

La grabación en video también presenta un problema insalvable: no está el original. Eso impide saber si realmente el testigo “M” dobló con su motocicleta por Matheu para ese encuentro cara a cara con Ojeda en el que le volvió a ver el “grano”. La cámara debería haber grabado ese momento, pero sugestivamente no está.

La defensa deberá probar la impactante hipótesis que sostiene que la investigación fue direccionada hacia Ojeda por un problema que tenía con una vendedora de drogas del barrio de su casa, vendedora vinculada con la policía.

Durante el allanamiento a la casa de Ojeda, el 31 de enero, le fue secuestrada un arma calibre 22, lo que hizo que se lo acusara del delito de tenencia ilegal de arma de uso civil. Esta figura, agregada a la de robo agravado por el empleo de arma de fuego y por lesiones graves resultantes, le significaron los 9 años de prisión que por estos días cumple en la Unidad Penal N°15 de Batán.



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