Unidad y esperanza en el mensaje alentador del obispo Mestre
Bajo un sol abrasador, se concretó la tradicional peregrinación cristiana por distintas capillas marplatenses. Demostración de fe, y mensaje de esperanza y unidad de cara al fin de año.
Miles de fieles protagonizaron este jueves la 49ª Marcha de la Esperanza por las calles marplatenses, recorriendo siete capillas de distintos barrios para culminar en la Catedral, donde el obispo diocesano Gabriel Mestre -que hasta portó una bandera nacional en su espalda- celebró la misa e invitó a “abrir nuestro corazón en este fin de año para jugar en serio el partido de Dios”.
Con el sol a pleno, y un termómetro que marcaba los 31°, la tradicional peregrinación partió desde la Gruta de Lourdes, encabezada por la imagen de la Virgen y el lema que movilizó este año: “Madre, ruega por nosotros”, en consonancia con la celebración del Día de la Inmaculada Concepción.
Con gorros, sombreros, gafas y hasta paraguas para intentar protegerse del sol, los fieles caminantes partieron a paso lento pero firme rumbo a la primera estación, la parroquia de San Antonio.
Allí, muchos intentaron descansar y recargar fuerzas aprovechando la sombra de los árboles de la plaza ubicada frente a la capilla. Los kioscos y almacenes de los alrededores prácticamente agotaron las provisiones de botellitas de gaseosas y agua mineral.
Acompañado en el inicio de la peregrinación por monaguillos, detrás de la imagen de la Virgen, el obispo se sumó al clima mundialista y aseveró que “María es la capitana del partido de la alegría de Dios”.
La segunda parada se produjo en la capilla Jesús Obrero, para continuar la travesía rumbo a San José, ya con menos temperatura ambiente. La procesión continuó hasta llegar a la iglesia de la Asunción y encarar la recta final hasta la Catedral.
Allí el obispo Gabriel Mestre celebró la misa, aunque previamente agradeció a los peregrinos que acompañaron a la Virgen desde la Gruta de Lourdes. Los felicitó “por su fervor y amor a la Virgen” y no perdió la oportunidad de saludar a las personas que siguieron la transmisión a través de las redes sociales y la radio del obispado.
Partido celestial
Con su bonhomía habitual, el obispo recurrió al espíritu futbolero en su homilía e invitó a todos los peregrinos a que “podamos jugar juntos tres partidos. El partido de Dios. El segundo puntito es el partido de María y el tercero es el partido de la alegría”, enumeró.
Así, rememorando el evangelio según San Lucas leído minutos antes, recordó que “se nos dice que María va a ser la madre del Salvador y lo expresa con claridad. En ese breve versículo está la Trinidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos invitan a abrir nuestro corazón en este fin de año para jugar en serio el partido de Dios”.
“Jugamos entonces el primer puntito, el partido de Dios, juntos como equipo -añadió-, sabiendo que con Él tenemos la fuerza en nuestro corazón para continuar adelante con tantas cosas lindas y también con tantas dificultades que el horizonte de la vida nos plantea”.
En la continuidad del razonamiento, el obispo explicó que el segundo “puntito” se refiere a la Virgen María, “la que hoy celebramos como la Inmaculada. Jugamos el partido de María con su actitud de fidelidad a Dios. Como dice el final del evangelio de hoy, siendo dócil a lo que Dios tiene como proyecto para ella”.
“La Virgen siempre intercede por nosotros -añadió-, ella nos acompaña, ella es la madre del equipo para que juguemos el partido sinodal juntos, siendo fieles al amor de nuestra Madre y de Jesucristo”.
Unidad
El hilo argumental del obispo recaló en el tercer ítem, el “partido de la alegría -explicó-. El mensaje que le da el ángel de parte de Dios a María es ‘alégrate’ y todos somos invitados a compartir esta alegría que nos viene de Dios, al celebrar la fiesta de la inmaculada y haber caminado juntos por las calles de nuestra ciudad, tocando nuestros barrios, el puerto, el centro, y habiendo meditado y reflexionado sobre tantas realidades”.
Así, el “pastor” de la iglesia marplatense invitó a que “con la fuerza de Dios y la intercesión de María, juguemos juntos el partido de la alegría que nos viene de Dios. La alegría del Evangelio es la alegría que el Ángel le trasmite justamente a María. Dejemos que María sea la capitana de nuestra vida, ‘María es la capitana del partido de la alegría de Dios’, y que nos enseñe a jugar el partido de Dios y el partido de la alegría siempre y en toda circunstancia”.