Una vez más: tenía arresto domiciliario y aprovechaba para seguir vendiendo drogas
La policía detuvo en la tarde del jueves a una joven de 27 años muy conocida en el ámbito del “narcomenudeo”. Aunque no podía salir de una casa del barrio Libertad por estar cumpliendo prisión domiciliaria, igual vendía drogas.
La mujer de 27 años tenía tobillera electrónica monitoreada y no podía salir de la casa de Bailey al 300, en el barrio Libertad. Allí estaba confinada por orden de la Justicia desde hacía más de un año, a raíz de la concesión de un arresto domiciliario. Ayer por la tarde, cuando los policías irrumpieron en la vivienda, volvieron a encontrarla haciendo lo que suele hacer: vender drogas. Envoltorios de marihuana sobre la mesa y un trozo compactado dentro de la heladera fueron recuperados del domicilio donde, como una previsible pantalla, funcionaba un raleado kiosco, con algunos pocos productos genuinos.
Personal de la División de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense había ido a buscar a la mujer por orden del juez Saúl Errandonea, no por existir pruebas de que había vuelto a vender (sí se sospechaba) sino por su presunta intervención en otra causa de drogas recientemente iniciada tras un operativo en el barrio San Jorge, en la misma casa donde había sido detenida en 2018.
El historial delictivo de la mujer, cuya identidad es preservada en favor de la continuidad investigativa de sus maniobras ilícitas, es robusto, aunque siempre vinculado al mundo del “narcomenudeo”.
En 2016 tuvo su primera causa importante tras ser detenida en un domicilio de Maipú al 8900, en el barrio Libertad. En esa ocasión al requisarse su casa se hallaron cerca de 1.500 envoltorios de un polvo blanco que, por el contexto, los accesorios y la tarea de inteligencia que se había hecho resultaba “ser” cocaína.
En ese operativo también fue detenido Hugo Gutiérrez, quien luego sería condenado a prisión perpetua por el femicidio de Analía Aros.
La mujer fue llevada a juicio oral por venta de drogas pero en el debate la defensa adujo que lo secuestrado no era cocaína. Estudios químicos revelaron que el grado de pureza de era muy bajo lo que llevó a dos conclusiones: la primera que ese polvo se usaba para cortar la droga de muy baja calidad que se vendía y, la segunda, que la mujer debía ser absuelta. Esa sentencia fue apelada y aún resta saber cómo terminara.
Lo cierto es que librada de ese “contratiempo” judicial, la joven volvió a sus actividades y no a un nivel menor, o improvisado. Su relación sentimental con un miembro de la familia Martins la colocó en un puesto importante en la venta de drogas en la zona oeste, en los barrios Libertad y San Jorge.
Vale aclarar que algunos de los miembros de la familia Martins fueron condenados (junto a otros clanes como los Rebollo y los Casco) por la Justicia Federal tras el secuestro de 55 kilos de marihuana.
Ayer la mujer fue detenida con su tobillera activada.
Tras ser liberada de aquella causa en la que la cocaína era de baja pureza, la mujer se instaló en una casa de Varesse al 2000 donde explotó una despensa. Pero siguió con el narcomenudeo hasta que en octubre de 2018 volvió a ser detenida. También aprehendieron a un joven de 17 años, y a otros dos de 20 y 22.
En esa casa hallaron 130 envoltorios de cocaína, más cocaína compactada sin fraccionar equivalente a otras 350 dosis, 700 gramos de marihuana compactada, un pistola calibre 9 milímetros que había sido robada a un policía y una pistola calibre 22.
Por esa causa, la Justicia la imputó pero sus abogados consiguieron arrancarle al sistema un arresto domiciliario, el que comenzó a cumplir en la casa de Bayley al 300 donde ayer volvió a ser detenida.
El caso se completa con una nueva causa en la que se sospecha algún grado de participación. A comienzos de este mes, esa vivienda de Varesse al 2000 volvió a ser allanada y la policía secuestró una considerable cantidad de envoltorios de cocaína. Una vez más esa vivienda se había transformado en un “bunker”. En ese momento, otra mujer estaba a cargo de la venta.
La problemática de los arrestos domiciliarios en personas procesadas por venta de drogas es cada día más visible. El delito por el que están detenidas solo necesita una casa para desarrollarse y por eso es que, aunque fijen un domicilio diferente, muchas de ellas retoman el negocio sin mayores problemas
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