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Cultura 16 de septiembre de 2017

Una historia para chicos diferentes que habla de superación emocional

La mexicana Alicia Molina se dedica hace tiempo a promover la inclusión social de los niños con discapacidad. "La marca indeleble" es un claro ejemplo.

Alicia Molina.

por Analía Páez

La escritora mexicana Alicia Molina escribió “La marca indeleble“, la historia de una nena raptada por un temible dragón al que todos querían matar sin conocer las verdaderas causas de ese secuestro.

Con ilustraciones de Carlos Vélez, el libro habla no solo del valor de la amistad, sino de aprender a entender al otro y darle la oportunidad de cambiar por una buena causa.

Alicia Molina (Ciudad de México, 1945) se dedica hace tiempo a promover la inclusión social de los niños con discapacidad y esta historia es un claro ejemplo de su trabajo en este terreno.

Inés es la pequeña raptada por el dragón y su hermano Estaban y su primo Rulo, junto a un pequeño pero astuto colibrí, conforman el cuarteto de protagonistas que tiene en vilo al lector capítulo tras capítulo hasta el inesperado desenlace.

– ¿Cómo nace esta historia?

– Los miércoles dedico la tarde a jugar con mis nietos. Un día Esteban, que entonces tenía ocho años, me preguntó quién podría matar a un dragón si no existía un animal más grande que él. Yo le contesté distraída que lo podría lograr algún animal tan pequeño como un colibrí. Así empezó este cuento, porque Esteban no me creyó y yo me empeñé en convencerlo. El es un gran lector, fue mi interlocutor al tejer esta aventura, y también me ayudó en la investigación.

– ¿Cuál es la importancia de no hacer las cosas sin pensar y tener las herramientas necesarias para combatir “al enemigo”?

– Enfrentar a un dragón, como enfrentar un miedo, una pesadilla, un problema, requiere siempre una preparación logística y una preparación ritual, eso hacen mis protagonistas.

– ¿Escribiste con el fin de dejar algún tipo de enseñanza?

– Nunca me propongo dar una enseñanza, sino iniciar una aventura que los lectores puedan continuar, pero de la lectura que hicieron los niños con los que la pude compartir creo que lo más importante es que el amor es la verdadera marca indeleble.

– ¿Cómo fue tu acercamiento a los chicos con discapacidad?

– Tengo una hija que vive con parálisis cerebral. Su nacimiento me metió de cabeza en el tema. Hice una revista para padres, produje muchos programas de televisión y me comprometí de lleno con las familias con las que comparto el reto de crecer con un hijo con discapacidad. Cuando Ana, mi hija, tenía nueve años, y empezaba a usar silla de ruedas busqué por todas parte un cuento en que apareciera una niña con discapacidad, sonriente y con amigos. No lo encontré. Allí me di cuenta de que existe una gran diversidad de niños que no aparecen en los cuentos. No verse reflejado en las historias que todos cuentan es una forma de estar al margen del imaginario colectivo. Me parece fundamental hacerlos visibles, para la sociedad y para sí mismos.

– ¿Qué le dirías a los padres, que por desconocimiento o prejuicio alejan a sus hijos de los que ellos consideran “diferentes”?

– Que todo somos diferentes y eso es perfecto, la aceptación de la diversidad nos permite colaborar y construir un mundo más justo en el que quepamos todos. Abrirnos a la diferencia nos permite también aceptarnos a nosotros mismos con muestras propias limitaciones, deficiencias y diferencias.

– ¿Hay hoy una bibliografía sobre el tema en tu país?

– Comenzaron a publicarse algunos libros sobre el tema. Muchos de ellos todavía con el acento puesto en la discapacidad y no en el niño que vive esta condición y que es mucho más que su propia discapacidad. De los que se han publicado más recientemente hay dos que me encantan: “Mallco y Papá”, escrito e ilustrado por el argentino Gusti donde se recupera la experiencia y el reto de abrir tu corazón a un hijo diferente; y el cuento “Marte y las princesas voladoras”, de la mexicana María Branda, que es un acercamiento poético y cálido y finalmente.

– ¿Las historias infantiles son universales?

– No creo que nadie se proponga hacer una historia “universal”, pero en la medida en que se explora con honestidad y profundidad una historia personal, se puede llegar a fondo y tocar una fibra que compartimos todos.

– ¿Conocés autores de literatura infantil argentinos?

– La literatura argentina tuvo mucha importancia en mi formación lectora. Una vez al mes mi mamá, que era maestra, cobraba su salario en el centro de la ciudad y aprovechaba para comprarme una revista infantil argentina llamada Billiken, que yo esperaba ansiosa. Hoy disfruto mucho los textos de algunos escritores argentinos como Marina Colasanti, cuya tejedora llevo en el corazón, María Teresa Andruetto, que participó en el último congreso de Ibby en México con una ponencia muy importante y siento como nuestra a Isol y sus libros. Mis nietos le siguen la pista a las presentaciones de Luis María Pescetti, que es muy popular aquí.

– ¿En qué estado se encuentra el mercado editorial mexicano?

– En los últimos 25 años creció muchísimo la oferta editorial y el público lector entre niños y jóvenes. Yo creo que este crecimiento se explica por el esfuerzo editorial y de promoción de la lectura de grandes editores y los esfuerzos de organizaciones sociales como Ibby, que contribuyen a la formación de mediadores. El proyecto estatal de las bibliotecas escolares y las bibliotecas de aulas estimuló mucho este boom. La Feria del Libro Infantil y Juvenil que se celebra cada año reúne a un promedio de 350,000 niños. El número de escritores dedicados principalmente a escribir literatura infantil y juvenil ha crecido mucho. El trabajo fue arduo pero hoy hay muchos niños que ya no piden los libros por temas, los piden por autor y editorial. Eso me parece que es un gran avance.

Télam.