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La Ciudad 28 de agosto de 2022

Una esperanza a la que todavía le queda un largo camino por recorrer

El anuncio de que la AFA se haría cargo del Minella causó un impacto positivo. Pero todavía restan aspectos por develar. La oposición quiere ver la letra chica. Otra prestación de Lauría al oficialismo. Reproche de la UCR al Ejecutivo.

Por Ramiro Melucci

Con la posibilidad de que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se haga cargo del estadio José María Minella, anunciada por el municipio tras una reunión del intendente Guillermo Montenegro con el titular de la entidad, Claudio “Chiqui” Tapia, nace una esperanza: la de devolverle esplendor al principal escenario futbolístico de Mar del Plata.

Si hay un consenso básico en la política local es que, en las condiciones en que está, no puede continuar. Y más allá de cuánto hizo cada administración municipal en las últimas décadas para esquivar la decadencia (es un debate aparte), emerge con claridad que el municipio no tiene los recursos para mantenerlo como corresponde, y mucho menos para transformarlo en un estadio de primer nivel.

Los datos que hay sobre la mesa aún son insuficientes para dar un veredicto sobre el acuerdo en camino. Se sabe que el convenio sería por 30 años, que la AFA llevará adelante el proceso de remodelación y modernización y que las selecciones nacionales de todas las categorías, tanto masculinas como femeninas, vendrán a jugar a Mar del Plata.

Según trascendió, la cesión del “uso y goce” del estadio le permitirá a la AFA –que desembarcará con todos sus sponsors– llevar adelante las inversiones necesarias mediante los mecanismos que considere pertinentes. Pero todavía se desconocen detalles vinculados a la participación privada, a los aspectos publicitarios, a la cantidad de presentaciones que realizarán las selecciones en la ciudad y al uso que podrían realizar los equipos marplatenses, por mencionar algunos.

En el gobierno municipal hablan de un “cambio de paradigma” para un estadio que en las últimas décadas se arrimó sin pausa hacia su ocaso. Mientras el intendente y sus principales colaboradores aventuran los beneficios que el acuerdo le dejará a la ciudad, los abogados de la comuna escriben a cuatro manos con los de la AFA los convenios que deberán ser aprobados por el Concejo Deliberante y el Comité Ejecutivo de la entidad, conformado por los dirigentes de los clubes.

“Esperemos que la política no meta la cola”, ruegan en la comuna. No lo dicen por los votos del Concejo: sostienen, con una seguridad que no acostumbran a verbalizar, que acá la oposición “va a acompañar”. Lo dicen por lo que podría ocurrir en AFA.

A la oposición el anuncio la tomó por sorpresa. A priori, es cierto, en el Frente de Todos y Acción Marplatense provocó una buena impresión. Pero nadie se ha expresado públicamente: esperan ver la letra chica.

La jefa del FdT, Fernanda Raverta, venía de anunciar con el gobernador Axel Kicillof que la Provincia costearía el estudio ofrecido por técnicos de la Universidad Nacional de Mar del Plata para conocer qué obras deben realizarse en el techo del Minella. A Montenegro, que se había negado a incluir una partida de $ 13 millones en el presupuesto para llevar a cabo ese trabajo preliminar, lo dejaron afuera de la foto. El epígrafe podría haber sido que la oposición hacía lo que el intendente se negaba. Ahora, con la foto con Tapia, Montenegro parece retrucar con otro mensaje al pie: “Siempre dijimos que estábamos haciendo todas las gestiones posibles por el estadio”.

 

“Esperemos que la política no meta la cola”, ruegan en la comuna. No lo dicen por los votos del Concejo, sino por lo que podría ocurrir en AFA.

 

Lo concreto es que el intendente siempre consideró caro el estudio técnico del techo. Cuando inició sus gestiones, la titular de la Anses exigió que la erogación estuviera justificada. El senador Pablo Obeid le pidió a los técnicos de la Facultad de Ingeniería y al rector, Alfredo Lazzeretti, que fueran puntillosos en la confección del presupuesto. Luego abrió un canal de diálogo con el municipio. Lo retrató una reunión con el subsecretario de Deportes de la Provincia, Javier Lovera, y el presidente del Ente de Deportes (Emder), Andrés Macció, de la que también participó el concejal Vito Amalfitano.

Quedaron en volver a verse las caras pronto y en sumar a las conversaciones al ministro de Turismo y Deportes de la Nación, Matías Lammens, que públicamente ofreció “hacer una inversión para ayudar”. Al margen del estudio técnico, la intención era planificar obras con fondos provinciales y nacionales que licitaría el municipio.

¿Cómo encajan estas gestiones con el anuncio de Montenegro y Tapia? ¿La Provincia igual financiará el estudio técnico? ¿O ya no sería necesario? Por el momento nadie arriesga una respuesta. En el municipio insisten en que la apuesta del intendente “es superadora” e invitan a pensar si hoy, en este contexto de ajuste, la Provincia y la Nación estarían en condiciones de desembolsar millones para el estadio de Mar del Plata. En el kirchnerismo aseguran que la participación del Estado dependerá de cómo el convenio resuelva la intervención privada.

El anuncio dejó en un segundo plano la aprobación de la ordenanza de reconocimiento facial, una de las que más pidió el intendente. Como en el proyecto de Zona Roja, el interbloque de Juntos por el Cambio volvió a tener el voto clave de Nicolás Lauría. El edil, que se había alejado de Montenegro tras el cierre de listas el año pasado y llegó a actuar como opositor, volvió al radar del oficialismo en marzo, cuando se pronunció a favor de las fotomultas. Coincidió con posturas menos permisivas de Acción Marplatense, árbitro en las principales comisiones pero ya no en el recinto.

Lauría no fue el único protagonista del juego de espejos que se produjo con el tratamiento de la Zona Roja. El radicalismo, aliado clave del intendente, criticó el proyecto original, redactado por el gobierno municipal. “Era pobre, nos generaba dudas”, lanzó Daniel Núñez. No solo eso: dijo que hasta el proyecto opositor era mejor que el del Ejecutivo, que requirió los servicios de chapa y pintura del interbloque oficialista. Segundo coscorrón consecutivo del bloque radical. El anterior lo había proporcionado la presidenta del bloque, Marianela Romero, cuando no hace tanto puntualizó que la propuesta oficial sobre la Zona Roja, antes de las modificaciones de los concejales, “no era completa”.

Hubo, al fin de cuentas, compensación: el radicalismo respaldó la versión de Montenegro de que la oposición intenta “poner palos en la rueda” y la presidenta del Concejo, Marina Sánchez Herrero, terminó aportando su voto doble para que el intendente logre el aval legislativo que tanto reclamó para implementar el reconocimiento facial.