Foto @dronmardelplata
El termómetro bajó a menos de 3 grados en la cancha. Pero hubo una caricia cálida de fútbol. La organización de la Copa Argentina siempre apuesta por Mar del Plata. Desde traer partidos de los grandes hasta cuidar que los marplatenses lo puedan disfrutar. Es así como para este choque entre River e Instituto guardaron entradas para poder vender aquí en ventanilla, pese a que ya habían agotado todo por internet. Pero una vez en esta ciudad se toparon con la realidad. Aquí el invierno es más crudo que nunca, no solo en lo climático, y no pudieron vender todo. Mucho menos la platea techada, la más cara, que quedó casi vacía…
“Dónde hay un mango, viejo Gómez…?”
Aun así el marco fue bueno. Con popular de River y su sector de platea descubierta completo. Y más hinchas y banderas de Instituto que las esperadas en la popular norte. Y Mar del Plata pudo tener un espectáculo extra en invierno, y otra vez a River, ahora como el último campeón de la Copa Argentina. Y con el equipo que está afrontando la Copa Libertadores.
El partido arrancó y se desarrolló con más equivalencias que las esperadas. Y quedó atrás la polémica por haber hecho jugar a Instituto prácticamente sin pretemporada. No se notó hasta la última parte de la noche. La situación pareció darle más libertades al equipo cordobés e imponerle más obligaciones a River. Así Instituto sorprendió con su atrevimiento, con su salida rápida desde el fondo, el desparpajo y la técnica de Javier Fernández (uno de los refuerzos) y la presencia del Facundo Castelli en ataque. Todos empujados por Esteban Goicoechea, otro de los nuevos. Quizá por aquellas supuestas faltas de equivalencias el técnico Marcelo Gallardo probó un esquema más “ofensivo”, solo con Leonardo Ponzio para la contención en el medio. Y el cambio le generó desequilibrio.
La preocupación fue mayor cuando se hizo expulsar tontamente Gonzalo Martínez. Pero sobre el final del primer tiempo afloró en un instante toda la diferencia de jerarquía. Nacho Fernández desbordó y mandó el centro rápido hacia atrás y Lucas Alario volvió al gol en Mar del Plata con un derechazo fulminante. Después vino el 10 contra 10, el golazo y el cambio de ritmo que aportó Enzo Pérez, los tantos de Olego, Maidana y Borré que redondearon un 4 a 1 exagerado. Más allá de las idas y vueltas sobre este encuentro, al final fue un espectáculo más serio y atractivo que lo que se podía esperar. Tuvieron que ver los protagonistas directos, y los conductores que los pusieron en cancha.
Instituto se atrevió, con lo que contó a mano, y Gallardo puso prácticamente lo mejor que tiene, pese a que para River esta Copa Argentina no es tan importante como la anterior, ya que ahora ya tiene asegurada su clasificación a la Libertadores 2018. Pudo más el gusto por el fútbol genuino y eso redundó en respeto por el público. Una caricia cálida para Mar del Plata en medio del frío y la malaria.
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