Un torneo con todos los atractivos
Nantes, Spartak Moscú y Colonia le dieron prestigio al espectacular verano de 1987. Se jugaron tres copas, con doce partidos, entre ellos tres Superclásicos. Boca ganó dos títulos y el restante quedó en poder de River.
Rinat Dasayev intercambia banderines y saludos con Ivar Stafuza, capitán de Boca, bajo la atenta mirada del árbitro Francisco Lamolina. El arquero ruso del Spartak jerarquizó al verano de 1987.
El de 1987 fue, sin duda, uno de los mejores años del fútbol de verano. Contó con un atractivo especial, la presencia de tres equipos extranjeros: Spartak de Moscú, Colonia de Alemania y Nantes de Francia. Los dos últimos, los primeros europeos al oeste del Muro de Berlín que llegaban a la ciudad. Pero también tuvo brillo propio, con los muy buenos equipos que tenían River, Boca e Independiente.
Se disputaron tres torneos, con doce partidos, hubo tres Superclásicos, definiciones emocionantes y una gran cantidad de goles: 44, es decir 3,66 de promedio por encuentro.
La Copa de Oro resultó espectacular. Los tres choques iniciales terminaron 3-2. Boca le ganó a Independiente y Colonia, mientras que River hizo lo propio con el conjunto de Avellaneda.
Los alemanes también vencieron al “Rojo” de Bochini (2-1) y empataron con el “millonario”, por entonces campeón del mundo de clubes (1-1). Para cerrar, un vibrante 3-3 en el Superclásico con el gol de Enrique Hrabina sobre la hora, que le dio el título al Boca de César Luis Menotti. El DT campeón con Argentina en 1978 regresaba a la dirección técnica tras su experiencia en Barcelona.
Colonia, que venía de caer en la final de la Copa Uefa ante Real Madrid un año antes, tenía un plantel con varias figuras. Su capitán era Harald Schumacher, quien con el seleccionado teutón ganó la Copa Europa 1980 y fue subcampeón en los Mundiales de 1982 y 1986. Sin embargo, esos fueron los últimos partidos en Colonia del arquero recordado por el brutal impacto que dejó inconsciente al francés Battiston en España. Porque estaba a punto de publicar su libro autobiografico llamado “Anpfiff”, donde reveló el consumo de drogas en el futbol y narró experiencias controvertidas con los árbitros. Tal fue la polemica que levantó que inmediatamente fue apartado de la selección y despedido de su club.
Ese Colonia también presentó jugadores como Paul Steiner, el danés Morten Olsen, Klaus Allofs (campeón con Alemania de la Copa de Europa 1980 y también subcampeón en España ’82 y México ’86) y Tony Woodcock, delantero inglés protagonista del revolucionario Nottingham Forest que se consagró a nivel europeo en 1979.
Después se desarrolló un triangular entre Boca, River y Nantes por la Copa Municipalidad de General Pueyrredon. El equipo francés venció a Boca con gol del argentino campeón mundial Julio Olarticoechea. En el visitante también jugaba otro futbolista que levantó la copa en México 1986, nada menos que Jorge Burruchaga. Mientras que había un joven de 19 años llamado Didier Deschamps, quien luego tuvo el privilegio de ser el capitán de la selección de Francia que ganó el Mundial en su país en 1998.
Sin embargo, el campeón resultó el River de Héctor Veira, gracias a sus triunfos sobre Nantes (2-1) y Boca (3-1).
El “Vasco” Julio Olarticoechea con la camiseta de Nantes. Fue otra de las figuras de ese certamen y hasta le hizo un gol a Boca.
Por último, se desarrolló la Copa Ciudad de Mar del Plata, otra vez con los dos equipos más grandes del país y un extranjero, en este caso Spartak Moscú, con presencia destacada del arquero Rinat Dasáyev. Luego de tres empates (River 1 -Spartak 1, Boca 2 -Spartak 2 y Boca 2 -River 2), el conjunto “xeneize” se quedó con el trofeo por tener más cantidad de goles a favor.
El torneo de 1987 cumplió con todas las expectativas previstas. Tuvo jugadores de calidad, equipos de primer nivel y partidos inolvidables.
Los desquites de América
Creadores y continuadores de los torneos de verano en Mar del Plata se dieron muchos gustos. Tal vez uno de los motivos de orgullo más grandes fue haber logrado repetir en dos ocasiones, con pocos meses de diferencia, la última final de la Copa Libertadores de América.
El primer desquite de América se produjo en el inolvidable verano de 1969. Con un triunfo 2-0 en Montevideo en el partido de desempate, Estudiantes en mayo de 1968 le había ganado a Palmeiras la final de la Libertadores. El 28 de enero de 1969 volvieron a estar frente a frente en el estadio “San Martín”. El equipo paulista tuvo su “revancha” aquella noche y se impuso por la mínima diferencia con gol de Luis Artime.
Casi veinte años más tarde también se promocionó como “la gran revancha en Mar del Plata” el duelo entre Peñarol de Montevideo y el infortunado América de Cali, que llegó a tres finales de América consecutivas y las perdió todas. En ninguna tuvo tanta mala suerte como en la de 1987. La igualdad en el partido de desempate jugado en Chile lo coronaba campeón. Y Diego Aguirre la rompió en la última jugada del alargue para darle su último título continental al legendario equipo “carbonero”.
Ciento doce días después de aquella epopeya charrúa, uruguayos y colombianos reeditaron el duelo en el entonces estadio “Ciudad de Mar del Plata”. Pero aquella noche nada se cruzó en el camino del conjunto caleño, que se impuso 2-1 con tantos del “Tigre” Gareca y del paraguayo Juan Manuel Battaglia. El “Pepe” José Oscar Herrera anotó el tanto “mirasol”.
Paradójicamente, los dos perdedores de la final continental tuvieron su pequeño desquite a orillas del mar.