El cambio ya no es abstracto, ni promesa. Hoy puede verse en las expresiones mínimas, y en los grandes acontecimientos, como el del inicio del ejercicio legislativo. Suelen analizarse luego de cada discurso aquellas palabras que se mencionaron más veces, o que resumen el espíritu general del mensaje: se habló de valores, transparencia, educación, igualdad, modernización, salud, planificación, seguridad, trabajo, infraestructura. Estas son más que frases de ocasión: son realidades que se gestionan y se trabajan en cada ámbito, y que marcan el horizonte político con el que empieza a soñar la provincia.
Hace un año, en este mismo lugar, el entonces gobernador dijo: “Quien me suceda recibirá una provincia desendeudada, con equilibrio fiscal, pujante en lo productivo e inclusiva en lo social.” Nada de eso tenía fundamento, y las prioridades políticas así lo demuestran: pasamos de tener un gobernador con los pies en el aire y la mirada en la Rosada, a tener una gobernadora con los pies en la tierra y la mirada en la provincia. Hoy podemos creer que la autoridad se ejerce desde el ejemplo: se es legítimo en el origen democrático, pero también en el ejercicio ético. Tenemos una gobernadora que trabaja de gobernadora, y la diferencia no es menor.
Durante años escuchamos discursos plagados de la palabra esperanza, pero que transmitían frustración y desconfianza. Hoy la esperanza se compone de planificación de gestión. Es tangible, estuvo en las paritarias, en el presupuesto que fue fruto del diálogo sincero, y en un plan de obras públicas que va a darle un salto a la calidad de vida de los bonaerenses.
El cambio puede verse en el criterio de prioridades: en su discurso Vidal se refirió a los temas de los que la gestión anterior no hablaba, porque no le convenía: dijo sin temores que la salud requiere un plan de salvataje, que hay más de 4000 chicos en conflicto con la ley penal, que no hay un mapa de infraestructura escolar, que la policía de la provincia no tiene el equipamiento y la formación adecuados. Dijo, sin miedo, que hay mafias enquistadas, dijo que el estado es una máquina de impedir, de una obsolescencia alarmante. Y se preguntó dónde estuvo la política todos estos años, cómo llegamos a esto.
Pero el espíritu no es el de la revancha, como también afirmó. El espíritu es propositivo, y eso también es un signo de la transformación que viene: la gobernadora centró su mensaje en propuestas concretas que ya están en marcha sobre los temas más urgentes: un sistema integrado de emergencias, con cobertura y acceso a la salud para miles de bonaerenses, una inversión millonaria en equipamiento para las fuerzas de seguridad, el plan a cuatro años para la infraestructura de las escuelas, y el ingreso al sistema nacional de evaluación para basar la política educativa en indicadores reales y concretos. Los derechos humanos tendrán en este gobierno su legítima protección, con un plan transversal que abarque desde la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad hasta la violencia de género y el acompañamiento a sus víctimas. El plan de inversión hidráulica será el más ambicioso de la historia, y quizá lleve años concretarlo, pero hoy se empieza a caminar en esa dirección.
En síntesis, el cambio es saber que ahora hay una dirección, y que no importa el tiempo que lleve llegar a la meta, pero como decía algún filósofo, no hay viento favorable para el que no sabe a dónde va. La gobernadora no prometió un recorrido imposible, propuso una agenda programática, sustentada en el valor de un equipo de trabajo que tiene la única prioridad que no puede soslayarse: las necesidades de las personas que viven en una provincia que nunca debió dejar de ser el motor del resto del país, y que hoy vuelve a creer que sí es posible tener una vida mejor que aquella que vivimos hoy, y a la que pretendieron acostumbrarnos.
En dos meses, la provincia cambió más que en los veinticinco años anteriores. Podemos entusiasmarnos con el mensaje de la gobernadora, y aspirar a que dentro de cuatro años haya llegado a cada rincón de la provincia este modelo de valores, gestión y transparencia. Palabras que se han escuchado muy poco en los últimos años y que, afortunadamente, hoy suenan cada vez más fuerte.
(*) Diputado provincial por Cambiemos
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