Un éxtasis colectivo en el centro de Tel Aviv para recibir a las rehenes liberadas
Hamas entregó a Naama Levy, Liri Albag, Daniella Gilboa y Karina Ariev al Comité Internacional de la Cruz Roja, en el marco del acuerdo de tregua entre Israel y la organización terrorista.
Naama Levy, Liri Albag, Daniella Gilboa y Karina Ariev antes de ser entregados al Comité Internacional de la Cruz Roja por militantes de Hamas, en Gaza. Foto: EFE | EPA | Mahmoud Zaki.
Por Jorge Dastis
TEL AVIV, Israel.- El centro de Tel Aviv se sumió este sábado en un éxtasis colectivo al ser testigo de la liberación de las cuatro observadoras del Ejército israelí puestas en libertad este sábado por el grupo islamista Hamas en la Franja de Gaza.
“Estoy sin palabras. Teníamos tanto miedo de con qué nos íbamos a encontrar”, explica a EFE Chen, cuya hija es también observadora militar.
La mujer ha venido con un grupo de chicas jóvenes que son o han sido observadoras en el Ejército. El 7 de octubre, cuando miles de milicianos palestinos atravesaron la valla fronteriza y atacaron a las comunidades cercanas a Gaza, ellas fueron de las primeras en sonar la alarma -y las primeras en morir o ser secuestradas.
Las cuatro rehenes liberadas hoy (Karina Ariev, Daniella Gilboa, Naama Levy y Liri Albag) parecían estar en buena salud al subir este sábado a un escenario en Ciudad de Gaza y ser entregadas por los milicianos de Hamas al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), encargado de llevarlas hasta las fuerzas israelíes.
“Son unas mujeres extraordinarias. Han luchado hasta el final”, asegura Chen, emocionada.
Una explosión de júbilo
El momento de la entrega, retransmitido en directo por las principales cadenas de Israel, fue el detonante de una explosión de júbilo en la bautizada como “Plaza de los rehenes” en Tel Aviv, donde cada sábado desde hace más de un año se han reunido las familias de los secuestrados para pedirle al Gobierno un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes con Hamás.
Este sábado, las madres abrazaban a sus hijos pequeños y los hombres se frotaban los ojos al escuchar, en pantallas gigantes colocadas en uno de los extremos de la plaza, las primeras declaraciones públicas de los padres de las liberadas.
Unas mil personas se reunían a media mañana de este sábado en la Plaza de los rehenes para ser testigos del momento.
Muchos tenían sentimientos encontrados. Dani Miran, padre del rehén Omri Miran (que es civil pero no está en la lista de 33 rehenes que Hamas debe liberar durante la primera fase del acuerdo de tregua) explica a EFE que su hijo no va a regresar hoy, pero comparte la felicidad de los que sí lo harán.
“Cuatro hijas de amigos míos regresan hoy”, dijo el hombre, de 80 años de edad, que admite no estar de acuerdo con las condiciones del acuerdo firmado entre Israel y los islamistas.
Preguntado si considera que su país debería volver a los combatir en Gaza una vez termine la tregua, Miran reconoce que no es el indicado para tomar esas decisiones, pero pide que su hijo vuelva a casa “sin importar el precio que haya que pagar”.
Un precio muy alto
El acuerdo de tregua entre Israel y Hamas, que entró el vigor el pasado domingo, incluye la liberación de 33 secuestrados israelíes (7 han salido ya de Gaza) a cambio de unos 1.900 presos palestinos en cárceles de Israel, a lo largo de seis semanas de alto el fuego.
Durante esas seis semanas, además, tendrán lugar las negociaciones para una segunda fase de la tregua, en la que se completaría la liberación de todos los secuestrados y se sentarían las bases del fin de la guerra.
Algunos miembros del Gobierno israelí, como el ministro ultranacionalista de Finanzas, Bezalel Smotrich, han rechazado el pacto y amenazado con tumbar el Ejecutivo si Israel no regresa a los combates una vez terminada la primera fase.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, recordó el pasado sábado, antes de que entrara en vigor la tregua, que el cese de los combates es solo temporal.
Sin embargo, muchos de los reunidos hoy en Tel Aviv parecían compartir la opinión de que no hay precio demasiado alto para devolver a los rehenes a sus familias.
Keren, una terapeuta israelí que durante el último año se ha estado manifestando junto a las familias de los secuestrados en Tel Aviv, reconoce que la liberación de presos palestinos y el fin de la guerra son “un precio muy alto” para lograr la liberación de todos los rehenes.
Pero avisa: “Creo que Israel no logrará ser un país unido hasta que no vuelvan todos a casa”.
EFE.
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