Un enemigo del pueblo, la obra que sube como “una escalera sin descanso”
Juan Leyrado, Raúl Rizzo, Edgardo Moreira, Viviana Puerta, Romina Fernándes y Bruno Pedicone, el elenco de la obra "Un enemigo del pueblo" (Teatro Provincial), se prestó a una charla con LA CAPITAL. Entusiasmados, repasaron los temas que dispara la pieza: humor, relaciones familiares, poética, política y su original puesta en escena.
Un pueblo, acaso alguno de la extensa pampa bonaerense, encontró un nicho productivo a través de la explotación de aguas termales. Las cosas andan sobre rieles: crece el turismo, crece el trabajo. Sin embargo, el bienestar es solo aparente.
Espectáculo que impresiona por su enorme actualidad, “Un enemigo del pueblo” expone sobre el escenario del Teatro Provincial los elementos de la democracia actual: políticos pragmáticos, periodistas ambiciosos, la manipulación a la opinión pública, el escrache como rechazo, la burocracia como trampa, las viejas historias que no se quieren dar a conocer y, en el medio, un médico que levanta las banderas de la verdad y de la ética. Y arrinconado, el pueblo mira, la sociedad juzga, ¿pero lo hace con criterios propios?
La obra, que llegó a Mar del Plata secundada por los premios Ace, también desanda una trama familiar: el intendente del pueblo y el médico son dos hermanos parados en veredas opuestas. Pero nadie es bueno o malo. Con dirección de Lisandro Fiks, la pieza es una adaptación del clásico de Henrik Ibsen. El elenco lo integran Juan Leyrado, quien se mete en el rol del médico y se llevó un Ace de Oro por este personaje, Raúl Rizzo como el intendente más la actriz Viviana Puerta y Egdardo Moreira, Romina Fernándes y Bruno Pedicone. La producción, en tanto, es de Carlos Mentasti.
A pocos días del estreno en el teatro Provincial, el elenco se presta a una charla con LA CAPITAL. Apasionados, actores y actrices siguen encontrándole nuevos sentidos a la obra, que nunca deja de lado el humor y que sorprende por su puesta en escena, ya que el público se convierte en partícipe necesario en un momento clave de la historia.
“Estamos haciendo un estupendo espectáculo“, dispara Rizzo, entusiasmado, siempre apasionado. “Está todo: el humor, las relaciones humanas, la poética, la dinámica de la obra y, además de todo lo que contamos, nosotros entretenemos, siento que esta obra cumple el sueño cuando hago algo. Es una escalera sin descanso, sube, sube, sube y estalla”, sigue.
“Cada vez que leo un libro de teatro lo primero que pienso es si esa obra va a tener margen de hacerse en Mar del Plata”
El desembarco en Mar del Plata era deseado por el elenco. “Cada vez que leo un libro de teatro lo primero que pienso es si esa obra va a tener margen de hacerse en Mar del Plata, porque es como cumplir con un ciclo que no se termina en Buenos Aires ni en una gira”, apunta Leyrado. Y explica que parte de la felicidad que sienten es porque advierten que la obra gusta, hace pensar, divierte. “No hubo una sola persona a la que no le haya gustado la obra”, agrega.
“No hay una sola verdad”
-¿Coinciden con la afirmación de que Un enemigo del pueblo plantea la tensión entre la ética y la pragmática?
Rizzo: -Lo pragmático es que el pueblo está funcionando muy bien desde el punto de vista económico por unas termas, atractivo del pueblo. Pero aparecen estudios que indican que las aguas termales podrían estar contaminadas. Y son dos hermanos los que se enfrentan. El médico tiene la postura científica y ética de que no se puede permitir que eso siga adelante. Eso es lo ético. Lo pragmático es que las termas no se pueden cerrar, porque se funde el pueblo.
Fernándes: -Las dos posturas son reales, cuando vos tenés una fuente de trabajo tan importante en un pueblo, no es tan fácil hacer lo que plantea el doctor, que dice que se tienen que cerrar las termas dos años y dejar de funcionar. A mí me parece que lo interesante de la obra es que no hay una sola verdad. Uno piensa en dejar a todo el pueblo sin trabajo. ¿Y no se pueden hacer las cosas de otra manera?
“Uno piensa en dejar a todo el pueblo sin trabajo. ¿Y no se pueden hacer las cosas de otra manera?”
Moreira: -La obra plantea que entre lo real y lo ideal debería haber un punto intermedio, que sería lo posible y esto no se da. Ese es el grave error de las sociedades, porque si se pudiera encontrar un punto de equilibrio, se podría armonizar lo que se desea con lo que es real, pero esto no ocurre.
-Es decir, no hay un punto de encuentro.
Moreira: -No, desde ese punto de vista la obra tiene una vigencia impresionante. Porque (el dilema) se puede aplicar no solo a la Argentina, sino a cualquier sociedad.
Leyrado: -En el transcurso de la obra fui metiéndome más. Descubrí que el tema del agua contaminada es una excusa valedera para hablar de otras cosas. Una de las partes que más disfruto es cuando mi personaje plantea que la sociedad es pensada, que no tiene un pensamiento propio, y eso es aplicable a todo, por eso es una obra que no tiene un punto ideológico partidista, otra cosa que me interesa muchísimo. Estamos hablando de aquel que tiene un pensamiento distinto, pero para tener un pensamiento distinto primero hay que tener un pensamiento, porque si yo no tengo un pensamiento propio cómo sé que mi pensamiento no tiene que ver con el pensamiento del otro. Esto requiere de un trabajo individual que uno tiene que hacer uno para saber qué es realmente lo que uno quiere. Como individuos de una democracia tenemos derechos pero también tenemos obligaciones.
Rizzo: -Lo que hace la obra es una interpelación a la conciencia cívica del ser humano y de una vez por todas asumirse como ciudadanos, porque es como un título vacío. Hay una frase capital que dice el personaje de Leyrado: “Mentira que la sociedad no es equivoca”. A través de la historia de la humanidad tenemos un montón de ejemplos. El pueblo de Brasil lo que acaba de votar… votó a un monstruo.
“Descubrí que el tema del agua contaminada es una excusa valedera para hablar de otras cosas”
-¿Quién nos planta el pensamiento, quien es el que nos piensa?
Leyrado: -Somos pensados por una estructura cultural que deviene de mucho tiempo y de las cuales muchos se aprovechan.
Fernándes: Los poderosos.
Moreira: -Tenemos todos estos telefonitos, tenemos la información que es manejada por las grandes corporaciones, corporaciones que no están sometidas a ninguna ley. Si queremos ver a la obra desde este punto de vista tendríamos que revisar todas las estructuras que nos gobiernan actualmente.
Leyrado: -El poderoso también es pensado, el poderoso hace eso porque es pensado.
-La obra tiene como novedoso el planteo que se le hace al espectador: de pronto se convierte en participante de una asamblea. ¿Cómo notan que lo vive el público? Moreira: -Además el espectador entra y sale de la obra, se distancia y aplaude, es lo maravilloso de la obra, el espectador se siente parte.
Rizzo: -Hay veces que el espectador putea, hemos tenido noches así. Esto ocurre por la sumatoria de elementos que se van dando.
Mentasti: -Yo trabajo con los ojos de la gente, hay gente que sale emocionada con las palabras de Juan, es increíble lo que le pasa al público con esta obra. Vi gente que sale llorando de emoción.
Fernándes: -Viene gente de todas las edades, cuando estuvimos en Buenos Aires haciendo temporada hemos tenido colegios. Venían chicos porque los padres les pidieron a los profesores que los lleven.
-¿En algún momento pensaron en la posibilidad de abrir un debate después de que termina la obra?
Leyrado: -A mí personalmente no me gustan los debates, para mí la obra tiene que empezar, desarrollarse y terminar y la gente irse a su casa.
Pedicone: -Por ahí el debate está en la familia, sigue en su casa. La gente se va del teatro pensando en algo más grande que la obra en sí, la obra es el disparador de un tema mucho más hondo, de ejercer el poder cívico de alguna manera. Pero la obra no tiene la solemnidad del siglo pasado, no es que vas a ver una obra pesada, no tiene momentos de reflexión, de seriedad, de emoción, porque son dos hermanos y todo este gran asunto influye en su vínculo, y en el de todos, porque todos tienen sus intereses.
Rizzo: -La obra tira mensajes humanos sobre todo en la relación de los dos hermanos. Y lo maravilloso de la puesta de Lisandro es que la gente se ríe, porque la risa es un síntoma de inteligencia.
Fernándes: -Es lindo no dar respuestas sino plantear preguntas.