Tres décadas trabajando en la ciudad contra la violencia de género
A pesar de los avances en cuanto a la problemática de la violencia de género, en el municipio hoy "hay 50 mujeres que esperan por el botón antipánico". Retrocesos en la Dirección de la Mujer de la Municipalidad.
El Centro de Apoyo a la Mujer Maltratada (CAMM) cumple hoy 30 años y continúa con sus tareas de asesoramiento, consulta y contención para mujeres que padecen violencia. Para celebrar las tres décadas, a las 18, se realizará un brindis en la sede de Larrea y Salta.
La institución surgió en 1988, después del fallo del caso Monzón, ya que generó todo un debate en la ciudad en relación a la violencia contra las mujeres y con el tratamiento que se le daba al tema en los medios.
“En esa época no se hablaba de femicidio, sino que decían crimen pasional”, recordó la doctora Alba Salinas, presidente de la CAMM.
Así fue que un grupo de mujeres que trabajaban la temática se juntaron y comenzaron a armar un espacio para contener a las víctimas de violencia. Aunque en un principio no contaban con una sede física, atendían en una oficina de la obra social de los municipales (OAM) y después pasaron a la vieja oficina de la dirección de la Juventud de la comuna en el centro.
Ya en 1993 consiguieron un subsidio de una fundación alemana que les permitió adquirir la propiedad donde instalaron la sede actual (Larrea 3291). Allí brindan cursos de asesoramiento y cuentan con tres guardias semanales: lunes, miércoles y viernes de 14.30 a 17.
La institución no recibe subsidios del Estado, solo está exenta de pagar el impuesto municipal a cambio de brindarle capacitación a los empleados municipales. Todas (porque son mayoría mujeres) las asistentes son voluntarias.
“Optimizamos los recursos -detalló-, trabajamos de manera autofinanciada”.
Actualidad
Cuando el CAMM comenzó a funcionar, la violencia de género -una problemática que atraviesa a todas las capas sociales, etarias y educativas- era “absolutamente tabú, porque estaba naturalizada e invisibilizada”, reseñó Salinas.
Tanto que “no existía ni la Comisaría de la Mujer ni el municipio contaba con la Oficina de la Mujer, las víctimas estaban en la indefensión absoluta, además con la carga de la naturalización. Les decían ‘por algo será’ o ‘por qué no se va’, opinando sin indagar en la profundidad de la temática y del condicionamiento que tenían las mujeres”, señaló la especialista.
Así fue que comenzaron a desarrollar todo tipo de actividades de “atención a las mujeres, asistencia, actividad institucional, informando sobre los derechos de las mujeres”. A la vez que brindaban -y brindan- contención a las víctimas, comenzaron a impartir cursos de capacitación y charlas informativas en las escuelas y todo tipo de institución donde las requirieran.
Además, CAMM “trabaja en red con otras instituciones que intervienen en la temática que, cuando empezamos, no estaba instalada en la agenda social y menos en la política”, contó Salinas.
Retroceso
Si bien a nivel nacional e internacional el tema fue visibilizado y, en los últimos años, se avanzó en el tratamiento de la problemática, en el plano local se nota “un claro retroceso”.
“Ahora es más fácil, si bien siempre marcamos todo lo que falta, es mucho lo que se logró”, dijo Salinas y ejemplificó con la marcha del jueves pasado en repudio al fallo por el femicidio de Lucía Pérez.
“Hay menos tolerancia a la violencia -añadió-, hablamos de femicidio, es una palabra instalada que antes no existía. Y ni hablar del avance a nivel normativo”.
Sin embargo, la cuestión en el municipio de General Pueyrredon parece haber empeorado a comparación de años anteriores. “Hoy hay 50 mujeres -informó- que están esperando el botón antipánico porque el municipio dice que no tiene. Las colocan en riesgo de vida, claramente es un retroceso de esta gestión municipal”.
Asimismo, en promedio, se reciben en los juzgados “30 denuncias diarias por violencia de género” y los lunes son los días que mayor recepción hay.
En CAMM, además de las guardias, funcionan grupos de “ayuda mutua y reflexión, los martes a la tarde, los miércoles a la mañana y un tercero en el sindicato de Empleados de Comercio, a través de un convenio, para aquellas mujeres a las que les queda lejos la institución”, indicó Salinas.
“Las mujeres que llegan logran trabajar lo que les pasa -añadió-, pueden ver que no son ellas sino la cultura que las somete. Los agresores suelen decir sistemáticamente que las mujeres tienen la culpa. Y la violencia no es sólo física, sino también psicológica, sexual o económica”.
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