Tras el voto negativo de Carrancio, Montenegro le estampó la firma a la crónica de una muerte anunciada
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No esperó un par de semanas como se lo recomendaban sus asesores más cercanos. Al intendente Guillermo Montenegro le alcanzaron 48 horas, resuelto el delicado tema del mantenimiento de la fase 3 para Mar del Plata, para adoptar una fuerte decisión política. Lo sucedido el lunes con el presidente del bloque oficialista Alejandro Carrancio, haciendo naufragar con su voto negativo una de las principales iniciativas del Ejecutivo como lo era la licitación del sistema de transporte público de pasajeros, tuvo su correlato este miércoles: Guillermo Montenegro les pidió la renuncia a cuatro funcionarios de su equipo de gobierno que responden al senador provincial Lucas Fiorini -jefe político de Carrancio- que llegaron a la actual gestión en el marco de los acuerdos políticos realizados en la coalición de Juntos por el Cambio en el marco de la campaña electoral.
Así, deberán abandonar sus cargos el presidente del Ente Municipal de Turismo, Federico Scremin, Emiliano Recalt, miembro del mismo ente, Fernando Navarra (Obras Sanitarias) y Stella Leguizamón (Punta Mogotes), esta última esposa de Fiorini. El voto negativo de Carrancio constituía un escándalo político. Si no fuese porque lo que sucede en el Concejo Deliberante no le interesa prácticamente a nadie en Mar del Plata, sólo a un minúsculo grupo de personas -la mayoría de la población no conoce a casi ningún concejal, salvo un par de excepciones, según distintas encuestas-, el tema hubiese alcanzado más repercusión. Sin embargo, en el “círculo rojo” local, se entendía que lo de Carrancio tenía el sello de lo peor de la política como lo fue, en este caso, la presión para intentar forzar un entendimiento con quienes tendrán a su cargo la tarea de armar las listas para los próximos comicios donde su jefe político, el senador provincial Lucas Fiorini, busca un lugar en su afán reeleccionista.
Carrancio tensó demasiado la cuerda, atravesó la línea que marcaba que su acción no tenía retorno, y en las próximas horas abandonará el bloque del oficialismo. Para el intendente Guillermo Montenegro, sostenerlo en esa función, al igual que a los cuatro funcionarios, implicaba un signo de debilidad política no sólo hacia adentro de su fuerza, sino ante la oposición. Contrariando a quienes este miércoles a la mañana le sugerían “esperar unos días más” para adoptar esta decisión, el jefe comunal consideró que no había tiempo para más dilaciones. “En política, a la corta o a la larga las traiciones se pagan. Y acá fue a la corta”, resumía un colaborador del intendente.
El martes, ya lo decía claramente la concejal radical Vilma Baragiola, quien de paso aprovechó y también se cobró algunas facturas pendientes por el rol jugado por Fiorini-Carrancio en la interna que definió la candidatura a intendente de Montenegro y por la reciente interna radical donde ambos apoyaron a Gustavo Posse contra el finalmente ganador, el marplatense “Maxi” Abad (quien en la facultad de Derecho se enfrentó y derrotó a Carrancio por la conducción del centro de estudiantes). “No podemos pedirle ningún esfuerzo a la oposición cuando la gente de tu propio interbloque vota en contra”, avisó.
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Con el voto negativo de Carrancio, en la comisión de Legislación del Concejo Deliberante, cabe recordarlo, se archivó el pliego. Con abstenerse, la iniciativa hubiese llegado al menos al recinto. “La política tiene sus costos, y cuando terminás tomando una decisión por algo personal y no colectivo se termina pagando”, dijo Baragiola asegurando que “si tengo que discutir mi futuro político en el sector al que pertenezco no le tiro el problema al vecino”. Y añadió que si bien en el análisis del tema existía un enfrentamiento con la oposición, lo cual es lógico, “el freno al pliego llegó de la mano del voto negativo del presidente de uno de los bloques que forman Juntos por el Cambio, lo cual no es técnicamente lo que corresponde cuando se pertenece a un bloque oficialista”. Baragiola reconoció sentirse “burlada por alguien de nuestro propio bloque” y recordó que desde diciembre se hicieron más de 50 modificaciones para llegar a un nuevo servicio de colectivos para Mar del Plata”.
“Se pierde una oportunidad histórica”, se lamentó por su parte el concejal oficialista Agustín Neme. “Hicimos un trabajo arduo en esa comisión, con más de 10 jornadas de trabajo, audiencia pública y 650 organizaciones que participaron. Es una lástima que todo termine así”, enfatizó en consonancia con lo señalado por el dirigente del PRO, Emiliano Giri, quien también fustigó el rol asumido por Carrancio. “La oposición y los intereses personales de un concejal han jaqueado la movilidad de una ciudad”, dispararon desde la Coalición Cívica en el marco de la “catarata” de críticas. A todo esto, concejales opositores y oficialistas exhibieron la intención de tratar la declaración propuesta por la cámara del sector para la emergencia del transporte.
Todos los caminos parecían conducir al desplazamiento de Alejandro Carrancio de la presidencia del bloque. Era la crónica de una muerte anunciada. Algo similar a lo que ocurrió hace cuatro años cuando el Frente Renovador decidió apartar y expulsar a Lucas Fiorini -enero de 2017- de la presidencia del bloque de esa fuerza, siendo reemplazado por Cristian Azcona. En aquella oportunidad, la diputada nacional del Frente Renovador, Graciela Camaño, vino a Mar del Plata y calificó como “un cáncer” para la política la cooptación de dirigentes. La situación de Carrancio era aún más delicada, teniendo en cuenta que se trataba de la principal espada (teóricamente) del oficialismo en el Concejo.
Nunca fueron cordiales las relaciones entre Fiorini y Montenegro. Lograda su victoria electoral, y a la hora de comenzar a delinear su gabinete, desde el sector del senador provincial reclamaron varios cargos, entre ellos, la presidencia del Concejo Deliberante para Carrancio (finalmente recayó en el “abadista” Ariel Martínez Bordaisco), la presidencia de Obras Sanitarias (fue para Carlos Katz, radical) y otros espacios. Con el correr de los días, recuerdan los memoriosos, los puestos no se otorgaban. Así, Fiorini amenazó en La Plata con abandonar y romper el bloque de senadores de Juntos por el Cambio en la provincia si no se daba los cargos en Mar del Plata para su gente, con lo cual esa fuerza perdía la mayoría. Entonces, bajo el paraguas protector del ex ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre -hoy esa relación está rota- llegaron las advertencias hasta el despacho de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, quien priorizando aquella fuerza legislativa, le pidió a Montenegro que cediera algunos cargos. La vicepresidencia de Obras Sanitarias para Fernando Navarra, la titularidad del Emtur para Federico Scremin, y un puesto en la dirección de la administración de Punta Mogotes para Stella Leguizamón -esposa de Fiorini-, lograron calmar las aguas y evitar aquella ruptura.
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Las esquirlas por el voto negativo de Carrancio llegaron hasta las puertas del despacho del secretario de Gobierno, Santiago Bonifatti. El enhebrado de consensos y negociaciones políticas para que la iniciativa llegara a buen puerto era uno de los roles a cumplir por el ex funcionario de Gustavo Pulti. En el gabinete municipal también ya empezaron a pasarles facturas. “Si yo fuera de la oposición te aseguro que me haría un festín entre la falta de muñeca política de Bonifatti y el papelón por el no negativo vernáculo, al mejor estilo Cobos, de Carrancio”, reconocía un funcionario del gabinete quien, claro está, no parece llevarse muy bien con el secretario de Gobierno, quien tampoco pudo mantener a flote una de las naves insignias del Ejecutivo para el año en curso.
En la actualidad, Fiorini se mueve por la provincia con el senador Roberto Costa, intentando fortalecer un espacio con partidos vecinales que buscará acercarse al Frente de Todos. Sin embargo, el problema que hoy tienen es el anclaje en el ámbito marplatense de cara a los próximos comicios. Ya hubo sondeos con los principales “popes” de Acción Marplatense y del Frente de Todos, pero las puertas parecen estar cerradas herméticamente. En lo inmediato, Carrancio conformará un unibloque en el Concejo Deliberante. Quedará por definirse su continuidad en las comisiones de presidentes de bloques, Hacienda y Legislación. En paralelo, arrancan otras internas en el seno de la coalición gobernante. Hay cuatro cargos a cubrir que quedarán vacantes, y la presidencia del bloque del oficialismo. No se descarta un encuentro en las próximas horas de los titulares de las diferentes fuerzas que conforman la coalición gobernante con el intendente Guillermo Montenegro a quien algo le quedó absolutamente claro: en la próxima lista de candidatos a concejales deberá “escanear” la fidelidad de los postulantes para evitar que se repitan situaciones como las vividas en estas horas.
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