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Policiales 5 de abril de 2019

Tragedia absurda frente al mar

Lucía Bernaola y varios de sus amigos caminaban por la vereda cuando el vehículo conducido por Federico Sasso derrapó, invadió la contramano y la embistió.

Lucía Bernaola tenía 14 años cuando murió atropellada por el automovil de Sasso.

Lucía Bernaola tenía 14 años cuando murió, atropellada por el automóvil de Sasso, en horas de la madrugada del domingo 4 de junio de 2017. Aquella noche el imputado conducía por la costa a no menos de 70 kilómetros por hora -muy por encima de la máxima permitida- y entró a la curva ubicada a la altura de la calle Alberti al avanzar por la costa desde el centro hacia el sur de la ciudad.

Bernaola y varios de sus amigos caminaban por la vereda cuando el vehículo derrapó, invadió la contramano y la embistió. La menor falleció en el lugar y otros jóvenes sufrieron distintas lesiones.

La primera reacción de Sasso fue escapar, pero regresó minutos más tarde. La policía lo demoró y le hizo el control de alcoholemia, el que arrojó 1,23 miligramos de alcohol en sangre.

La noticia de la muerte de la adolescente recorrió los medios de todo el país y motivó que desde el municipio impulsaran la “tolerancia cero” en los casos de conductores con resultado positivo de alcoholemia. También contribuyó a que se agilizara la instalación de cámaras y radares de velocidad en distintos puntos de la ciudad.

Casi en simultáneo, fue modificada la ley de tránsito provincial, lo cual propició que los miembros de la Fiscalía de Delitos Culposos tomaran medidas más duras en cuanto al tratamiento de la situación procesal de los imputados en este tipo de causas.

Durante su tiempo de detención Sasso se vio involucrado en una controversia: la madre de Lucía Bernaola denunció que en la comisaría de Balcarce donde permanecía alojado tenía numerosos beneficios. Esa denuncia se judicializó pero nunca se hallaron motivos para afirmar que la comisaría balcarceña -fueron cesanteados todos los policías- operaba en favor del imputado.

Poco tiempo después, la Justicia le concedió a Sasso el beneficio del arresto domiciliario, y en esa condición -que cumple en un domicilio de la vecina localidad- llegó al juicio oral.

“Nunca quise matar a una persona. Quisiera que el padre me crea cuando digo que lamento lo que pasó, de corazón”, dijo Sasso antes de quebrarse en llanto. Fueron sus últimas palabras en la audiencia final del juicio.