Por Pablo Mastropasqua

Es difícil titular un tema que implica una tragedia y nos hace un llamado de atención, el filósofo Marshall Berman título así su libro de 1982, un libro que marcó su época con un texto visionario e influyente que descubrió claves para explicar el mundo moderno y las constantes contradicciones de la modernidad, es así que se lo pedimos prestado para trabajar un tema de rotunda actualidad e implica a la modernidad arquitectónica.
Lo sólido se desvanece.

El derrumbe y la tragedia del edificio en el municipio de Surfside en Miami despertó muchas alarmas sobre cómo es y qué tipo de control y mantenimiento tienen las construcciones en altura en la costa atlántica. No era necesario mirar tan lejos, en nuestras ciudades tenemos desprendimientos parciales de mamposterías y revestimientos, balcones con mala estructura que terminan siendo retirados o reforzado su sistema portante con diversas estrategias por el peligro de caída. También contamos con las tragedias propias ocurridas en los últimos años con muertos y heridos que apuraron o modificaron ordenanzas y reglamentaciones.

Hay municipios que tienen ordenanzas que intiman a propietarios y consorcios a la presentación de un informe técnico de fachadas que incluye terrazas y veredas, pero muy orientado a las patologías aparentes o las detectadas en cateos sencillos. Estos informes se realizan en edificios con periodos que varían entre 2 y 5 años.

Nuestro sistema constructivo de altura tiene una tradición muy arraigada en el hormigón armado, un sistema de cálculo con amplios márgenes de seguridad de las estructuras y que deben ser respetadas. La autoridad regulatoria depende del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y es el CIRSOC (Centro de Investigación de los Reglamentos Nacionales de Seguridad para las Obras Civiles) quienes elaboran, actualizan y difunden los reglamentos nacionales de seguridad estructural referidos a los proyectos y la construcción de estructuras que se realicen en cualquier parte del territorio del país.

La Argentina tuvo siempre una estrecha relación con el sistema alemán de cálculo de hormigón y eso lo hace muy diferente al sistema de América del Norte que además tiene una fuerte tradición de estructuras metálicas para edificios de altura desde sus primeros rascacielos, usando muchas veces el hormigón como revestimiento de protección ante incendio.

La Costa Atlántica bonaerense tiene singulares y variadas características de suelo que hacen que se apliquen distintas soluciones de fundación estructural, no es lo mismo fundar en un médano, un cangrejal, en arcilla o en piedra entre las posibles variantes que podemos encontrar de norte a sur de nuestra región, por lo tanto, siempre es recomendable un estudio de suelo previo a construir para poder diseñar una estructura acorde a esa característica y esa resistencia de suelo.

Esta misma Costa donde habitamos y construimos está considerada como uno de los ambientes y climas más agresivos y corrosivos del mundo, es así que la propia universidad pública de Mar del Plata

tiene en su facultad de ingeniería un departamento de investigación en corrosión que realiza estudios sobre los materiales expuestos a estas condiciones extremas.

El caso de Miami aún no tiene causas claras, solo tenemos sus consecuencias, con muchas versiones, de informes previos con patologías estructurales en subsuelos, de filtración de napas de agua salada, que se construyó con arena de playa sin desalinizar, etc. Los datos más serios vienen de un estudio de investigadores de la Universidad Internacional de Florida publicado el año pasado donde se encontró que el edificio se estaba hundiendo a un ritmo de aproximadamente 2 milímetros por año en la década de 1990, no olvidar que Miami fue construida sobre un humedal y sus playas son de refulado de arena, por lo que todas estas grandes estructuras hoy cuestionadas, son de la década de los 70 y 80 y fueron fundadas sobre terrenos muy inestables y seguramente han precisado sistemas especiales de sustentabilidad para llegar a lo firme.

El aire

Nuestra Costa Atlántica tiene, además de la alta presencia de sal en el ambiente, la acción de fuertes vientos y que como ciudades turísticas de temporada cuentan con una gran cantidad de carteles publicitarios, marquesinas y estructuras metálicas o mixtas que no siempre cuentan con el debido mantenimiento y han causado infinidad de problemas y algunos accidentes graves, también sobre esto se necesita una legislación unificada en nuestras ciudades, algunas municipalidades exigen que se presenten informes técnicos después de un lapso de tiempo y planos y cálculo para superficies publicitarias, marquesinas o carteles adosados a edificios o de forma independiente, pero no es un rubro que esté cuidadosamente controlado siendo de alta peligrosidad.

“Es un llamado de atención para todo el mundo ver cómo se desploma de la manera que lo hizo un edificio en una zona sísmica, marítima, de huracanes y ciclones, que tiene un grado de seguridad al momento de la construcción. Desde luego que lo de Miami es atendible a distintas cuestiones particulares, pero debe verse como un llamado de atención y nos pone en un estado de sensibilidad por lo que ya vivimos”, reconoce a Página/12 Nicolás Valdez, director gesellino de Inspección de edificios privados y espacios públicos.

La ordenanza que está en proceso de ajuste en Villa Gesell fue inspirada en la ordenanza 12.562/97 que rige desde 1997 en Mar del Plata, y que exige a los responsables de los edificios de más de diez metros de altura y con más de diez años de antigüedad presentar informes que se actualizan cada tres años.

Estos informes, si se hacen con la seriedad y profundidad requerida, son capaces de detectar muchas de las patologías aparentes de un edificio y las recomendaciones deberían ser tomadas con la misma seriedad por propietarios y administradores. Muchas municipalidades han tomado esta ordenanza de base para las suyas y creemos que es el momento de aunar criterios y unificar legislaciones.

Se trata de encontrar un equilibrio donde los edificios sean económicamente sustentables y que las reparaciones puedan corregir o detener totalmente el avance de ciertas patologías y que se pueda determinar antes cualquier posible colapso, tanto de un revestimiento, de una estructura o del edificio en su totalidad en el caso más extremo como la torre de Surfside.

A veces, no se toma conciencia de que el ambiente marino y la fuerza del viento no descansan y actúan sobre las superficies arquitectónicas día tras día. Una micro fisura, una grieta, un desprendimiento o degradación de revoques o pinturas impermeables deja lugar al ingreso de agua salinizada que llega donde nunca debería haber llegado, al alma del hormigón que es su estructura metálica comenzando un proceso de corrosión interna que tarda mucho en expresarse en el exterior y muchas veces cuando se observa ya es demasiado tarde o mucho más onerosas las posibilidades de recuperación de su capacidad resistente y portante.

Sin ponernos extremadamente técnicos podemos decir que no solo los profesionales de la construcción somos los que debemos velar por estos cuidados, es también importante capacitar a las empresas constructoras y a su personal en la calidad de los trabajos, respetar el recubrimiento de hormigón sobre los hierros, el buen colado y vibrado del mismo para que llegue a toda la superficie de la estructura, los dosajes y cuantías que pide el cálculo y siempre contar con una inspección durante los trabajos.

Nuestra alerta es también para el rol del Estado que tiene el poder de control de las obras y de las inspecciones periódicas pero que en muchos estamentos municipales no cuentan con los medios ni el personal idóneo o suficiente para estas inspecciones estructurales.

No todo es un panorama negativo, hay bastante trabajo hecho y mucho por mejorar, la acción de los colegios profesionales, Arquitectos, Ingenieros y Técnicos, son los primeros en marcar el problema por su responsabilidad con la firma de los informes técnicos. También está surgiendo el involucramiento de investigadores y técnicos de las facultades regionales y son parte del problema las cámaras de administradores de edificios y los mismos propietarios que están tomando conciencia que todo lo sólido sin un mantenimiento preventivo puede desvanecerse en el aire.

Desde la Universidad Atlántida Argentina estamos desarrollando la oferta académica de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, donde la mirada será orientada a nuestra región con muchas de las características aquí descriptas en cuanto a clima, paisaje y territorio, nuestra área de trabajo es este encuentro entre la pampa, las sierras y la costa donde necesitamos profesionales comprometidos con su región y con una formación técnica que pueda estar a la altura de estos problemas que hoy estamos mostrando como globales, pero tienen una fuerte importancia en lo local.

(*): Arquitecto. Decano Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. Universidad Atlántida Argentina.