Ángel Di María se despidió este domingo de la Selección Argentina con un nuevo título en la Copa América 2024, el último de un recorrido que atravesó momentos duros, pero que concluyó con desenlace feliz.

En la previa, el rosarino fue homenajeado por sus compañeros con una cena en la que recibió una camiseta albiceleste con el número 11 a la espalda y la inscripción “Gracias Fideo”.

Después arrancó como titular en su partido 145 con la celeste y blanca, para quedar en el podio de los futbolistas con más presencias en la historia sólo detrás de Lionel Messi (187) y Javier Mascherano (147).

Y con cuatro títulos de mayores tras la Copa América 2021, la Finalissima 2022 y el Mundial de Qatar 2022. Además, vestido de albiceleste ganó el Mundial Sub 20 de Canadá 2007 y los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

“La vida me dio más de lo que alguna vez pude pedirle“, escribió en sus redes Di María con una foto en la que aparece con Lionel Messi camino a su último entrenamiento con la selección.

“Mi decisión está tomada, aunque me duele porque la Selección es donde me siento más feliz. Di todo por Argentina durante 15 años. Los jóvenes merecen su oportunidad. Es hora de dar un paso al costado”, había expresado en las horas previas.

“Fideo” se calzó por primera vez la camiseta de la Selección el 6 de septiembre de 2008, en un partido con Paraguay por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010. Por entonces era ya futbolista de Benfica, después de demostrar sus virtudes como zurdo veloz y filoso en Rosario Central, donde Ángel Tulio Zof lo hizo debutar en 2005 con 17 años.

El fútbol argentino lo disfrutó apenas 39 partidos, que fue lo que tardaron en Europa en descubrir al joven delantero, máquina de correr y someter arqueros.

Después de triunfar en Portugal, se le abrieron las puertas de las grandes ligas con Real Madrid, Manchester United y Paris Saint Germain. Hoy, de regreso en Benfica, disfruta sus últimos años como futbolista, con el sueño por ahora pendiente de regresar a Rosario Central.

En paralelo, Di María construyó una historia en la Selección, por momentos marcado como ícono de la generación de las finales perdidas: Brasil 2014, Chile 2015 y Estados Unidos 2016.

Pero insistió, incluso cuando quedó al margen de las convocatorias de Lionel Scaloni. Siempre expresó el deseo de volver y lo hizo con toda la gloria. Así, su figura quedó emparentada con la victoria y los goles decisivos.

Ya había marcado uno en la final de los Juegos Olímpicos (1-0 a Nigeria), después hizo con una definición similar sobre el arquero el que permitió cortar una sequía de 28 años sin títulos del seleccionado mayor, con victoria 1-0 sobre Brasil en la Copa América organizada por el clásico rival. También anotó en la Finalissima frente a Italia. Y, como si fuera poco, jugó una gran final en Qatar y marcó el segundo tanto frente a Francia en la conquista del Mundial, cuya definición por penales observó con lágrimas en los ojos en el banco de suplentes.