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La Ciudad 25 de septiembre de 2016

¿Telares de la abundancia o una estafa “new age”?

Llamados telares de la abundancia, mandalas o flores de la abundancia, miles de personas participan en estas estructuras piramidales con la promesa de ganar rápidamente ocho veces más de la inversión económica inicial.

Camuflados de discursos feministas o de búsquedas trascendentales, los telares, mandalas o flores de la abundancia -distintas formas de llamar a la misma estructura- son estafas de tipo piramidal, afirman especialistas, en las que se están involucrando sectores medios de distintas ciudades del país con la promesa de obtener una ganancia ocho veces superior a la inversión inicial.

La estafa, que en febrero de 2016 comenzó a diseminarse en Mendoza y hace unos meses llegó a la Ciudad de Buenos Aires y a Mar del Plata, se reproduce de boca en boca entre conocidos, ya que la confianza es central para la conformación de la estructura que se presenta como una flor.

La propuesta es entregar una suma de dinero -entre 2.000 y 18.000 pesos- a quien está en centro de la flor, para luego ir escalando niveles hasta llegar ser quien recibe el dinero de los nuevos aportantes.

La estructura consta de cuatro niveles: un “agua”, que es el centro de la flor y quien recibe el dinero; dos “tierra”, que son los dos pétalos que rodean el centro; cuatro “aires”, que son los pétalos que rodean a las “tierras” y que tienen la tarea de conseguir cada uno dos aportantes, que se convertirán en los ocho fuegos.

Una vez que el agua (el centro de la flor) recibe el dinero de los ocho fuegos, se retira y el esquema se divide en dos nuevas estructuras donde cada uno de los “tierra” se convertirá en el centro de una nueva flor ocupando el lugar de “agua”.

En estos dos nuevos telares o flores, los cuatro “aires” se convertirán en “tierras” (dos en una flor y dos en la otra), y los fuegos se transformarán en “aires” (cuatro en una flor y cuatro en otra), y deberán conseguir cada uno dos nuevos fuegos para completar la flor o telar.

Reproducción infinita

Si cada telar completo está conformado por quince personas (un agua, dos tierra, cuatro aires y ocho fuegos), sólo para que ganen éstas deberían completarse otros 14 telares y participar 112 personas nuevas. Así la estructura debería reproducirse hasta el infinito para que todos ganen.

¿Qué pasa si no completo el telar o la flor de la que participo? Se pierde el dinero; pero para quienes están participando hoy de los telares, “el universo te recompensará”.

Los telares, flores o mandalas funcionan bajo dos discursos: los primeros que llegaron a Mendoza eran sólo para mujeres y la captación estaba teñida de conceptos feministas. Se habla de empoderamiento de las mujeres, de confianza, de solidaridad. Para ingresar hay que “regalar” 18 mil pesos que se entregan en una “ceremonia”, una cena abundante que brinda el agua.

Los mixtos, que son los que más están proliferando en la Ciudad de Buenos Aires (aunque también están los de mujeres) y en Mar del Plata, apelan a conceptos como circularidad, universo, energía y a la figura del mandala, como síntesis de “una forma diferente de concebir el mundo”.

Se ingresa con 2.000 o 3.000 pesos y una vez que se entregaron la persona es agregada a un grupo de Whatsapp donde están todos los miembros del telar. En un audio de Whatsapp al que la agencia Télam tuvo acceso, un “agua” traquilizaba al resto: “busqué en Google y todo lo que apareció era horrible, leí que era un fraude (?) a pesar de leer esta información (?) decidí ­dar mi sí­ comprometido a partir de encontrarme con mi corazón”.

Y continúa: “la ciencia del mandala no es una matemática lineal racional masculina, sino de la física cuántica, es decir, de lo que no se ve, de lo que crea a nivel celular el crecimiento exponencial”.

Quienes participan de las estructuras utilizan exactamente las misma palabras: “No importa si no completo el telar, el dinero es energía, y el universo te lo devuelve”, dice un “fuego” reciente que no quiere dar más precisiones porque “para poder comprender, hay que creer”.

Desde la dimensión económica, Carlos Maslatón, abogado especializado en finanzas y mercado, se preguntó: “¿cómo alguien puede suponer que a través de un mecanismo de personas que se van transmitiendo mutuamente dinero sin ninguna contraprestación, sino como fin en sí, puede aparecer una riqueza que pueda ser compartida para todos?”.

“Este esquema es una pirámide, hay un desplazamiento de patrimonio líquido (dinero), en base a un engaño, es una defraudación financiera; ahora no todos los que participan lo entienden, por lo tanto es difícil establecer responsabilidades penales”, explicó el especialista.

“No se trata de un esquema Ponzi -agrega el especialista- que es una estafa con una promesa de inversión, porque ni siquiera esta es la promesa; la pirámide es un fin en sí mismo y es imposible de completar porque la capacidad de las personas por conseguir nuevos aportantes es limitada”.

“La pirámide entonces comienza a achicarse en la base, y los que están arriba ya no pueden hacer sus retiros, entonces el esquema no se completa y el dinero se pierde”, sintetizó.

Reglas claras

Por su parte, la periodista mendocina Jenni Saade aseguró que los telares “no son un fraude” ya que “nadie entra obligado”, aunque admite que al no estar regulado “en Mendoza hubo telares que se desarmaron, por eso es importante conocer a las personas del telar al que entras”.

Saade desestimó la dimensión “mística” y de género: “Me parece que estos discursos y la premisa del silencio generan desconfianza, yo siempre lo vi como un ?juego? o como un ?negocio?, como si invirtiera en comprar un producto al por mayor y después no puedo venderlo, o como si jugara en el casino”, sostuvo.

Para Maslatón, esta comparación es incorrecta. “El casino es un esquema cerrado de circulación donde las reglas son claras: o gana la banca o gana la persona. Aquí muchas personas llegan sin comprender en qué se meten, y el daño social que se genera es muy fuerte”, asegura.