Teatro en un monoambiente: el origen de la enigmática “3333”
Pandemia, encierro, ensayos y escritura obsesiva en un monoambiente fueron las condiciones que permitieron aflorar este nuevo espectáculo marplatense, el primero que escribe y dirige el actor Nahuel Porto Navarro. Estrena este domingo en El Club del Teatro.
"Pude experimentar zonas de vacío, de frustración, lugares que son incómodos. Pero me banqué el vacío", dijo Porto Navarro.
Bajo el enigmático título de “3333”, el actor Nahuel Porto Navarro estrenará este domingo su espectáculo unipersonal en el que debuta como dramaturgo y director, tras dos años de arduos ensayos y trabajo. Fueron, además, los dos años de pandemia por Covid, que incluyeron cuarentena y restricciones varias. En ese tiempo de extrañamiento, el joven actor de 26 años no dejó de pensar en su obra y en todo lo que tenía para decir y decirse.
La propuesta, que invitará a espectadores y espectadoras a dejarse llevar por la experimentación y el ensayo teatral, se podrá ver este domingo a las 19.30 en el escenario de El Club del Teatro (Rivadavia 3422). También subirá a escena el 20 y el 27 de marzo en la misma sala.
“Dialogar reafirmó en lo que creo, que es un delirio y que es el teatro”
“3333” es la numeración de un lugar cualquiera, una casa, un departamento, “un ambiente metafórico”, prefiere llamarlo Porto Navarro. “Para mí es como una casa donde habitan fragmentos de humanidad”, explicó en una entrevista con LA CAPITAL.
En ese ambiente, ocho personajes o presencias -como las llama el autor- se materializan para narrar fragmentos de historias que se entrelazan, unas a otras, y que generan una narrativa propia, íntima, en la que el actor-director-dramaturgo despliega los temas que lo convocaron en este tiempo de incertidumbre. Las contradicciones, la belleza, la poesía, la soledad, el abismo, el vacío y el juego que se dispara entre el caos y la armonía, “esas dos fuerzas que se chocan”, describe, son parte de esas temáticas tan actuales, tan coyunturales.
“Me banqué el vacío”, dijo el actor de 26 años.
“Hay algo del caos y de la existencia que anda dando vueltas y la belleza de poder respirar en momentos de caos, hay líneas que están cruzadas y fue un laburo enorme en términos de dramaturgia, hay fragmentos de historias que se empiezan a conectar y que empiezan a interactuar, el proceso de la obra se muestra en la misma obra”, aclaró.
Encerrado en su monoambiente céntrico, el artista escribió con desmesura una primera versión de “3333” cuando el Covid era aún una novedad.
“Le metí un año de trabajo a esa primera versión, pero la descarté, y con un par de residuos de esa obra encaré esta transformación, con apenas un germen de ese texto”, contó. “Y no es que me siento a escribir, no. Experimento, improviso, me filmo, me veo, dejo las partes más ricas, intercambio y escribo. Encontré ese método de laburo”, agregó, pura pasión por el teatro.
Ese trabajo en soledad, le trajo no pocas dificultades. Además del riesgo de abandonar el proyecto, pasó por el vacío y el abismo, por varios momentos en que sentía que se trababa, por la falta de ideas, por “las zonas desérticas” que parecen que llevan a ningún lado. No obstante, resistió.
“3333 me demandó mucho tiempo de gestionar mis espacios cotidianos, me metí en un nivel de obsesión, porque la obra empezó a estar presente en mi vida cotidiana. Los procesos creativos son caóticos y se sufre mucho”, dijo el autor, consciente de que el teatro es también ese refugio que lo salva de las contingencias del mundo.
Y como contrapartida, ese tránsito en soledad le trajo también enseñanzas. “Aprendí mucho en esto de tener que estar en diferentes lugares, improvisar, escribir, filmar, mirarme y ver en qué lugar me ubico en relación a lo que está sucediendo, eso fue de un aprendizaje enorme, al no tener un director que vea lo que yo no veía pude experimentar zonas de vacío, de frustración. Esos lugares que son incómodos y que nos cuesta habitar. Pero me banqué el vacío”, apuntó.
Además, las posibilidades de expansión en su coqueto monoambiente fueron pocas. “Al espectáculo lo armé en un ochenta por ciento en mi monoambiente, jugando con una cortina y con las posibilidades que me daba ese lugar, después a esa cortina la transformé en un ventanal y en una puerta. Cuando estuvo terminada, la escenografía no entraba en mi departamento. Así que la llevé a la casa de mi mamá, fue un proceso re loco”.
Fue justamente su mamá, Nazarena Navarro, la encargada de la escenografía de la obra y una de las primeras que siguió de cerca los cambios de la pieza. “Hubo espacios de gran soledad, pero pude compartir el proceso en mi intimidad, con mi vieja, con mi compañera, dialogar reafirmó en lo que creo, que es un delirio y que es el teatro”.
“3333” llega tras sus trabajos actorales en “Ham”, bajo las órdenes de Marcelo Marán, y de “Nervio”, con Federico Balderrama. Ahora, este nuevo espectáculo tendrá música original de Marcelo Puente, diseño de luces de Marcelo Marán y construcción escenográfica y colaboraciones de Ezequiel Gonzalez, Lucila Medjurechan y Ricardo Lester.