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Soledad Silveyra: “No quiero que mis nietos se vayan cuando cumplan 20 años”

Los eternos dilemas de la Argentina siguen preocupando a esta actriz sensible y lúcida que, además, transita un aniversario: los veinte años de Made in Lanús. Este verano interpreta la obra "Dos locas de remate".

Arte y Espectáculos 5 de febrero de 2022

A veces se dice: “No quiero informarme más”. Pero no puede. “Soy una mina a la que le encanta la política, aunque me tiene tirada en el piso. No puedo dejar de informarme, me apasiona”, asegura Soledad Silveyra, la actriz de “Dos locas de remate” (Teatro Mar del Plata), una de las obras que, recientemente, recibió más nominaciones a los premios Estrella de Mar.

 


 “Tenemos un 42 por ciento de pobreza y hay que ordenar ahí”


 

Junto a Verónica Llinás, Silveyra encontró la manera de hacer creíble una historia de dos hermanas que viven un delirio. “Fue un trabajo arduo para las dos, y bueno, cuando transpirás mucho la camiseta y te lo reconocen y te ponen una seca… está buenísimo”, asegura en relación con las nominaciones recibidas.

Mujer de los 70, lúcida y sensible, a Solita el país nunca le pasa por arriba, ni por el costado. Se emociona cuando recuerda que hace veinte años fue parte del elenco de “Made in Lanús”, un espectáculo que se estrenó el 19 de diciembre de 2001, mientras los argentinos copaban las calles, el corralito se hacía realidad y empezaba la violencia social.

 


Estreno de Made in Lanus en el teatro Provincial. Temporada 2001-2002.

Estreno de Made in Lanus en el teatro Provincial. Temporada 2001-2002. Ana María Piccio, Hugo Arana, Soledad Silveyra y Víctor Laplace.


 

“Me emociono”, declara y la voz se le ahueca a esta actriz versátil, que este verano se atrevió a encarar un espectáculo de humor diferente. “Made in Lanús fue glorioso. Esa obra la fuimos a hacer a Madrid y a Barcelona… En la función de ayer (por el martes pasado), la gente se acercó al proscenio y nos decía ‘Bravo, gracias’. Y yo me acordé tanto de Madrid y de Barcelona. Los pibes que se habían ido en el 2001 venían a vernos y nos decían ‘Nos volvemos, nos volvemos’. Y te agarra la argentinidad al palo…”, describe y sigue con la voz intervenida por la emoción.

Para Solita, “La Yoli” -aquel personaje memorable que interpretó en la obra escrita por Nelly Fernández Tiscorni y que entonces dirigió Manuel González Gil- y “El Negro” -rol que llevó adelante Hugo Arana- fueron “maravillosos” y significaron “un enorme aprendizaje”.

 


2022: Solita en la obra "Dos locas de remate".

2022: Solita interpreta la obra “Dos locas de remate”.


 

“Debutamos un 19 de diciembre con la gente en las calles. Y el teatro (Provincial, de Mar del Plata) se llenó toda la temporada, con todo lo que estaba pasando. La genialidad fue de Manuel González Gil que hizo la adaptación y habló del exilio económico”.

Es que en la obra original, que incluso se llevó al cine como “Made in Argentina”, los personajes estaban atravesados por el exilio político que se vivió durante la última dictadura militar. En la versión de 2002, la obra se metió con un tema que azotaba a la nueva generación de esos años: dejar el país porque la Argentina no aseguraba una vida económicamente perdurable.

-Si bien este momento no se parece en nada a 2002, la Argentina sigue siendo un dilema a resolver. ¿Qué mirada tenés sobre el presente?

-Estoy muy preocupada por los compatriotas, muy preocupada. Es muy difícil nuestra situación, es muy difícil ser equitativos, que es lo que deberíamos ser. Tenemos un 42 por ciento de pobreza y hay que ordenar ahí, por el lado de la educación. Hay que tomar conciencia de la cultura del trabajo, ver de qué manera se pueden bajar los planes a cambio de trabajo. Creo que esto es fundamental porque si no, no vamos a poder achicar el déficit, más allá de que se pongan más impuestos y de que los que tengamos más paguemos más por el gas… pero se viene un año con las tarifas preocupantes, incluso para uno.

-¿El de la pobreza te parece un tema clave?

-La pobreza duele. Hay que resolver eso, les pido a los políticos que dejen de insultarse, que no pierdan tiempo en insultos, sino que realmente hagan una construcción, acá necesitamos construir. Y se necesita una construcción de los ciudadanos, que nos comprometamos a ver qué hacemos. Y, bueno, unos van a tener que pagar más pero tampoco podemos tirar a los pobres a la calle, es una situación muy difícil. Pido fundamentalmente (a la clase política) que tenga conciencia de la situación que estamos viviendo y que lleguemos a acuerdos, por más que digan que son dos proyectos de país diferentes, pero bueno, señores, pónganse de acuerdo. Hay una enorme cantidad de planes que habría que canjearlos por trabajo. A los jóvenes hay que prepararlos, hay que hacer algo urgente, no se puede perder más tiempo, no tenemos derecho. Y el compromiso ciudadano es muy importante: armar ateneos, armar propuestas ciudadanas para ver de qué manera se puede arreglar esto, que no se arregla desde hace cincuenta años, y cada vez hay más pobreza. No quiero que mis nietos se vayan cuando cumplan 20 años, quiero que tengan a sus familias acá. Y veo que los chicos con educación tienen una diferencia y unas posibilidades tan abismales a los pibes que no la tienen… Yo sigo mucho al primer ministro de Portugal, António Costa. Si bien los portugueses tuvieron años duros, pudieron equiparar.

 


Junto a Verónica Linás, su compañera de escenario este verano.

Junto a Verónica Linás, su compañera de escenario este verano.


 

-“Dos locas de remate” es una de las obras más nominadas a los premios Estrella de Mar. ¿Cómo vivís este reconocimiento?

-Con mucha alegría porque la verdad es que trabajamos duro. La gente nos responde maravillosamente bien. Lo vivo con mucha alegría porque sentimos que se reconoce algo que nos costó muchísimo trabajo.

-¿Por qué costó tanto trabajo?

-Porque es una obra absolutamente delirante y para nosotras nuestra búsqueda mayor junto a González Gil (el director) fue que sea verosímil, que ese delirio tan enorme sea verosímil. Para los que nos leen, verosímil es cuando la gente dice ‘¡Ay, parece de verdad!’. Es cuando la gente lo cree. No hacemos la obra de afuera, la hacemos de adentro. Entonces, es un trabajo arduo para las dos. Y, bueno, cuando transpirás mucho la camiseta y te lo reconocen y te ponen una seca está buenísimo.

-Además, vos venís de un palo diferente al de Verónica Llinás…

-Claro, yo no soy humorista; Vero es una actriz extraordinaria, también dramática quiero decir. Y tiene ese don maravilloso de la risa, y yo tuve que trabajar muchísimo y estoy muy feliz. Esta obra significó un gran desafío porque no es un género que yo esté muy acostumbrada, esta cosa más exacerbada que hacemos con Vero que tiene que ver más con su humor que con el mío. Entonces fue seguirla, tratar de ir a la par, de trabajar los egos, así que desde el punto de vista humano y profesional fue una muy buena experiencia.

-¿Probaste tu versatilidad?

-Sí, para mí sí. Y se ven dos hermanas creíbles que son lo mejor que nos puede pasar a los dos. Siempre dan ganas de explorar nuevos lenguajes, siempre el hecho de encarar cosas diferentes es lindo, y lo he hecho, por ejemplo, encarando la conducción también, cuando hice Gran Hermano o Showmatch. Son distintos lenguajes, nada comparado al teatro, pero son distintos lenguajes que uno también aprende a manejar y eso me encanta.