Síndrome de Asperger, un cuadro del que aún hay mucho por hablar
Foto ilustrativa.
por Andrea Abadi
Una madre preocupada me comentó hace unas semanas: “Mi hijo tiene diagnóstico de Asperger, pero un médico me dijo que ya no existe ese cuadro. ¿Cómo es eso, si mi hijo esta acá, existe y cumple con todos los criterios?”. Esto se debe a que, hace algunos años, una noticia impactó en el mundo de los trastornos del neurodesarrollo: el Síndrome de Asperger había sido eliminado de las clasificaciones diagnósticas como tal y quienes lo padecían fueron incluidos dentro de los trastornos del espectro autista.
Sin embargo, más allá de las clasificaciones, existe una serie de características muy especificas que muchas veces pasan desapercibidas a la mirada de la familia o de algunos profesionales y que, en el consultorio, vemos a diario. Quienes viven con Síndrome de Asperger tienen una manera especial de mirar el mundo que los rodea y esto genera, muchas veces, un nivel funcional desajustado con el contexto.
En primera instancia, vale aclarar que dentro de los trastornos del espectro autista o fuera de estos, la falta de capacidad de empatizar con el otro, sociabilizar en forma adecuada, entender metáforas o abstracciones -afectando la interacción social recíproca, la comunicación verbal y no verbal-, las dificultades para aceptar los cambios en la rutina o en situaciones del contexto, el presentar un pensamiento rígido y, en general, el tener temas de interés atípicos o poco comunes para los individuos de su edad, son parte de la descripción de quienes padecen Asperger.
Estas características llevan a estos individuos a estar aislados en el aula o en las situaciones sociales, a presentar dificultades para relacionarse con otros y ser considerados “raros”. Por otro lado, el nivel de inteligencia para poder ser diagnosticados dentro de este cuadro debe ser normal o superior, es decir que en general no suelen tener dificultades en el rendimiento académico, aunque sí problemas en la interacción con sus pares.
Hay otras cuestiones en las que vale la pena explayarnos; por ejemplo, en el hecho de que las mujeres presentan una expresión atípica: si intentamos reconocerlas con los parámetros descriptos previamente, difícilmente logremos hacerlo. Las mujeres con Síndrome de Asperger suelen ser verborrágicas -a diferencia de los varones que son más callados- y logran establecer vínculos, aunque son superficiales. Sus intereses también son restringidos y les cuesta mucho seguir la moda o los gustos de otras jóvenes o mujeres de su edad.
A pesar de sus características atípicas, sin embargo, su capacidad funcional en medios familiares y sociales se encuentra disminuida por esa severa dificultad en empatizar, adecuarse a los requerimientos del contexto social recíproco o entender sutilezas del discurso y de los vínculos sociales.
El nivel de funcionamiento de todos estos jóvenes suele hacer eclosión en la adolescencia o adultez temprana. Quienes presentan el cuadro tienden a sentirse inadecuados al intentar participar de actividades grupales, sociales o para encontrar pareja. Muchas series y películas se han hecho eco de estas situaciones y plantean con bastante exactitud sus dificultades y las de sus familias.
Es en esta etapa donde las burlas y el hostigamiento de pares pueden llevarlos a experimentar con muchísimo dolor su realidad y a no entender las intenciones o los chistes que los otros hacen. Incluso, pueden ser incapaces de ver la intencionalidad que tienen muchos de divertirse “a su costa” y no con él o ella.
Por el hecho de que son personas muy responsables, educadas y rígidas, en muchas ocasiones estos jóvenes llegan a la secundaria sin ser diagnosticados, habiendo sufrido un sinfín de injusticias en los distintos ámbitos de inserción social.
Los individuos que presentan Síndrome de Asperger tienen todas las posibilidades de desarrollarse plenamente si el contexto los acompaña y, en vez de exacerbar sus déficits, trabaja para sostenerlos y amplificar sus fortalezas.
(*): Psiquiatra infanto juvenil y directora del Departamento Infanto Juvenil del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).