Siento que llegué a un techo
Por Bernardo Stamateas
Los seres humanos nos mantenemos con vida gracia al deseo. Por esa razón, si uno aspira a vivir muchos años, debe convertirse en una persona deseante. Hoy en día muchos, debido a las dificultades que enfrentan, han dejado de desear cosas y sienten que no tienen ganas de seguir adelante.
El deseo nos mantiene vivos porque desear cosas consiste en estar siempre insatisfecho. Por ejemplo, si hoy vos tenés una moto, mañana querrás venderla y comprar un auto. Entonces, cuando tus hijos te digan: “Quiero tal cosa”, no les respondas: “Eso no se puede”. Con esa simple frase, uno les está anulando el deseo.
Lo más aconsejable es permitirles desear siempre algo porque el deseo es un motor que los motiva a la acción. Todos, seamos niños o adultos, tenemos la necesidad de desear. Pues deseo y esfuerzo van de la mano. Aquí debemos marcar la diferencia entre deseo y necesidad. La mayoría de la gente confunde ambos conceptos.
Necesidad es algo que preciso para vivir y, si no lo tengo, podría morir. Por ejemplo: respirar, comer y dormir. ¿Yo necesito o deseo respirar, comer y dormir?
Lo necesito porque, si no respiro ni como ni duermo, perdería la vida. Pero hay personas que expresan: “Necesito una mujer o un hombre”, cuando en verdad no necesitan eso, ya que pueden vivir perfectamente sin alguien a su lado. Recordemos que nuestras necesidades están relacionadas con la supervivencia; mientras que nuestros deseos, no. No necesitamos una pareja, sino que la deseamos. Y todos podemos vivir sin un compañero o una compañera. Es importante comprender esta diferencia para evitar sufrimiento innecesario.
Otra diferencia radica en el hecho de que la necesidad es objetiva. Si yo necesito respirar, lo satisfago respirando. En cambio, un deseo puede ser satisfecho de diversas formas. Si yo deseo tener un auto, pero no lo tengo aún, para moverme de un lugar a otro puedo caminar o viajar en bicicleta o en colectivo. El deseo nos ayuda a hacer uso de nuestra creatividad.
Es por ello que debemos pararnos sobre nuestro deseo, sobre todo cuando sentimos que nos faltan fuerzas. Veamos ahora tres variables sobre la cuestión del deseo que he recogido de la interacción con la gente a lo largo de los años.
Muchos expresan lo siguiente:
- No sé lo que quiero. Si no sabés lo que querés, es conveniente comenzar con algo porque, al accionar, se irá aclarando tu mente.
- Empiezo muchas cosas y no termino nada. Quien experimenta esta situación, por lo general, está esperando el momento adecuado. Pero… ¡este no existe! Tenemos que movernos en un mundo con circunstancias que no siempre son ideales.
- Llegué a un techo y ya no puedo crecer más. Si alcanzaste un techo, mejorá eso. Si sos jefe en tu trabajo y ya no podés ascender más, convertite en la mejor versión de jefe que puedas ser. ¿Tenés en claro tu deseo? Te animo a mirar hacia adentro para descubrirlo. Cuando lo descubras, nunca más precisarás que alguien te motive para seguir adelante.
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