por Javier el Rubio
Los piratas somos esa gente amante de lo ajeno, que con gracia o sin ella centramos nuestra energía en conseguirlo. Ese soy yo un madrileño enamorado de Mar del Plata deseoso de desembarcar en esta bella ciudad, no por accidente como lo hicieron en 1742 ocho piratas de verdad, de los que dieron buena cuenta los nativos, o el más grande y famoso de la literatura nuestro querido William.
No son pocas las pruebas que demuestran cómo se apodero de los relatos de otros, firmando como suyas las obras más afamadas por las que se le recuerda como Romeo y Julieta, escrita por Luigi da Porto “Julieta y Romeo” años antes en Italia, o del desconocido escritor George North y su obra “A brief discourse of the rebellion and rebels” del que pudo copiar nada menos que 11 de sus más reconocidos triunfos literarios. Pensar que Hamlet, o el Sueño de una noche de Verano, o tantas otras lo único que tienen de shespirianas es su firma, cuesta bastante asimilarlo.
Hay que reconocer que algunos ingleses tienen la capacidad de adueñarse de lo de uno, convencernos de que nunca lo fue, y luego vendérnoslo a un buen precio, debemos saber que la palabra pirata es un invento suyo que no robaron a nadie, y han conseguido que todos queramos ser aquellos ladrones borrachos de dudosa reputación, en vez de los desconocidos trabajadores como North que vende sus obras desde 2011, 500 años después sin un reconocimiento internacional. Quien no quisiera ser el Pirata Shakespeare…
(*): Un madrileño en Mar del Plata.