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Cultura 20 de mayo de 2018

Seis miradas sobre “las mujeres en la literatura”

Debate, reivindicación y "revolución" en la Feria Internacional del Libro. Agustina Bazterrica, Gabriela Exilart, Anabella Franco, Gabriela Margall, Miriam Molero y Cecilia Romana compartieron anécdotas y experiencias. Trampas discursivas, encasillamientos y una férrea oposición a que algunos géneros se consideren mayores y otros menores, porque, por sobre sexos y temáticas, está la literatura.

A sala llena, se concretó la charla debate organizada por la revista Leemos en el último fin de semana del evento cultural más importante del año.

Por Claudia Roldós
@clauroldosmdp

Con gran repercusión se concretó en el último fin de semana de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la charla debate “La otra mitad: las mujeres en la literatura”, primera actividad de la revista Leemos de nuestra ciudad en ese importante evento cultural.

Participaron como expositoras referentes de los más variados géneros, como la autora de la novela Cadáver Exquisito -ganadora del premio Clarín de Novela- Agustina Bazterrica, la marplatense autora de novelas románticas Gabriela Exilart, la escritora de historias juveniles, distópicas y románticas Anabella Franco, la historiadora y autora romántica Gabriela Margall, la periodista cultural y escritora de novelas policiales Miriam Molero y la poeta y narradora de cuentos infantiles Cecilia Romana.

Las seis mujeres plantearon sus miradas sobre un tema que está en pleno debate y que generó un interesante intercambio de opiniones y un grito en común: No importa quién escriba, lo importante es que haya literatura. Se trata, claro, de un anhelo, una expresión de deseo en un mundo editorial aún marcado por el encasillamiento y por la discriminación de géneros “mayores” y “menores”, según las temáticas que aborden y quienes lo hagan.

Fue Bazterrica quién abrió el debate, destacando que “habiendo sido prohibidas durante tanto tiempo, es un acto revolucionario estar escribiendo”, aunque también expresó que en realidad “no importa quién escriba -hombre, mujer, gay, lesbiana o género fluido- es literatura”, por lo que expresó su deseo de que no hiciera falta debatir sobre mujeres en la literatura “como no se hace sobre hombres heterosexuales blancos que escriben, porque es el canon”.

“La realidad es que hay muchísimas voces femeninas y muy potentes en la literatura. Vemos una variedad enorme y me encanta forma parte de este grupo, aunque cuando gané el premio por Cadáver exquisito me dijeron que creían que la obra había sido escrita por un señor de 70 años”, aseveró.

La marplatense Exilart, con varias novelas románticas-históricas publicadas hizo referencia a la cantidad de mujeres escritoras y el dilema del encasillamiento. “Somos muchas las mujeres que escribimos y no lo hacemos sólo para mujeres. Sería ideal que no haya encasillamiento, es literatura, independientemente de quién la escriba y quién la lea”.
También apuntó sobre el desafío de crear personajes femeninos “que se salgan de los estereotipos”. “La cuestión de género también es social. La literatura de época está encorsetada, los personajes deben reflejar que la vida real no era como nos hicieron creer”. Además reflexionó que “los hombres eran los que tenían vida pública, las mujeres no y por ello no es que no había escritoras. Las había, pero fingían ser hombres para ser leídas”.

Agustina Bazterrica, Gabriela Exilart, Anabella Franco, Gabriela Margall, Miriam Molero y Cecilia Romana compartieron panel en la Feria Internacional del Libro.

Agustina Bazterrica, Gabriela Exilart, Anabella Franco, Gabriela Margall, Miriam Molero y Cecilia Romana compartieron panel en la Feria Internacional del Libro.

A su turno, Anabella Franco, quien publicó en mayo dos novelas, una para el público juvenil -Brillarás-, y otra romántica -Julieta-, hizo hincapié en que “lo importante en la construcción de los personajes, roles y los vínculos que establecen entre ellos es que se alejen de los estereotipos de la doncella en apuros que necesita ser salvada” y defendió el erotismo “como parte de la construcción de un vínculo amoroso equitativo”.

La historiadora Gabriela Margall, quien recientemente publicó el primer volumen de la colección “La historia argentina contada por mujeres”, apuntó que “la historia que aprendimos está construida desde la sociedad patriarcal” y que “apenas corrés un milímetro la mirada histórica, empiezan a aparecer un montón de mujeres. Claro, si la historia es política no aparecen porque las mujeres no tenían vida pública. Todas las acepciones de la palabra mujer pública están ‘mal vistas’. Pero pero mujeres surgen por todas partes y hay registros”.

La referente indicó que “recién en el siglo XIX entran en la escena pública, primero con las actividades de beneficencia y, luego, como periodistas. Todas las que estamos acá le debemos a Juana Manzo, Mamá Antula y otras pioneras que pagaron el precio. Sin ellas no estaríamos acá”.

Miriam Molero se mostró contraria a “la construcción de categorías, jerarquías, que dicen que unos géneros son menores y otros mayores. “Hay un establishment, no sé si masculino o machista, que estableció que el romántico es un género menor, cuando es el que factura el 20% de toda la industria editorial. Es el que les paga a todos. La realidad es que hay géneros que tienen circulación entre determinados públicos. Ese no es el problema, el problema pasa porque si soy mujer y escribo lo que me pasa, me encuadran en el chic-lit, pero si soy varón y escribo lo que me pasa, me ponen en literatura de autor o del yo. Esas trampas discursivas me ponen nerviosa”.

Y apuntó: “Siendo varón no hace falta ser tan bueno para publicar, de modo que, habiendo tantas mujeres en la actualidad que publican, quiere decir que deben ser muy buenas”, para finalmente aseverar que “no hay diferencias de sexo en la mano que tipea”.

Romana, quién escribe poesía y, dentro del género, aborda el tema del fútbol, expresó que “como poeta estoy en un mundo mucho más chiquito y es un problema. Pero la realidad es que la poesía nos atraviesa a todos, es el género más autorreferencial, el que más marca los sentimientos y en el que está metida toda nuestra instrucción, lo que leímos, lo que somos”.

En su caso, como fanática del fútbol (y de All Boys) reconoció que “cuando, siendo mujer entrás en temas o universos masculinos, terminás empapándote de esa masculinidad. Pero como mujeres, el lugar que tenemos en temáticas como el fútbol no es polémico, es directamente marginal”.
¿Se construye al lector?
¿Para quién escriben? preguntó Triana Kossmann, moderadora de la charla, a las expositoras y, una vez más, las respuestas mostraron la diversidad de perfiles de una mesa enriquecedora.

Basterrica, aseveró que escribir para ella es algo “compulsivo, visceral e intuitivo”, que no piensa concientemente en el público, aunque su escritura esté marcada por vivencias y reflexiones. “Busco la representación de las mujeres oprimidas, llamar la atención sobre temas que me tienen ‘sacada’ como los femicidios y la trata. Eso se refleja en lo que escribo”. Y en ese contexto valoró que en la actualidad “estemos resignificando el término feminismo, que fue inventado por un hombre, para hacer referencia a los síntomas de los tuberculosos”.

Franco, en tanto, reconoció que “un poco se piensa en el público” aunque también apuntó que otras veces eso se deja de lado para abordar personajes y cuestiones que tiene muchas ganas de escribir. “Mi último personaje, Julieta, es controvertido, pero lo hice igual porque es lo que tenía ganas de escribir. Es distinto a lo que se acostumbra en el género pero decidí correr el riesgo”.

Mientras que, cuando escribe para un público juvenil, considera que “hay una responsabilidad”, que no está dado por el tipo de escenas o temáticas, sino por “cómo se las aborde, cómo se las trabaje y cómo se resuelven”.

“El mensaje es lo que importa”, indicó la escritora y docente, quien agregó que “el público está un poco sensible, pero en las novelas, los personajes evolucionan, tienen cambios, algunos positivos, otros no”.

La marplatense Exilart, aseveró que “escribo para mí y soy mi primera lectora. Me emociono pero no pienso en quién me va a leer”, aunque reconoció que “mi perfil como escritora está en la casilla del género romántico, pero tengo un libro escrito en voz masculina, a partir de un personaje tan detestable que ni siquiera tiene nombre y no se si algún día lo podré publicar”.

Margall, por su parte, destacó que “para mí escribir pasa por una relación especial con las palabras y por eso me gusta y no puedo abandonar la idea de la relación de la mujer y la palabra”.

En su caso reconoció que “por estar en el género romántico me he ganado críticas de colegas, pero escribo historias de amor y sé que hay público. El género tiene lectoras y lectores y sé que en mis historias pongo elementos, referencias secretas, no tan obvias para ese lector que pueda captar esos detallecitos. A veces me entero si los captaron, a veces no”.
La literatura hace bien
¿Tiene la literatura una función social? fue el disparador del cierre de la charla debate y, la conclusión, unánime: hace bien.

“No sé si tiene una función, o varias, la literatura hace bien, leer hace bien. Hay muchos tipos de literatura, la válida, para mí es la que te interpela, te hace reflexionar, te da placer”, aseguró Agustina Bazterrica.

Gabriela Exilart, por su parte expresó que “ejerce un lugar de movilización. Es un reflejo de la sociedad, hay mucho de reclamo, de injusticia que es necesario mostrar, sacar de la invisibilización”, mientras que Anabella Franco, sumó su función de “entretener, sentir, reflexionar y reflejar algo de la realidad”.

Gabriela Margall, en tanto, consideró que “si tiene una función social no debe estar explícita, como una moraleja, sino que el reconocimiento tiene que estar del otro lado” al tiempo que Miriam Molero aseveró que “lo mejor de la literatura está en el placer del juego de las palabras. La interpretación puede tener planos diferentes”, mientras que aunque no sea una función, sí cree que “puede ser una muestra de la época”.

Cecilia Romana, puso el broche final al interesante intercambio al sostener que “la literatura te lleva intencionalmente a otros mundos, un mundo mejor o peor, pero a conocer, descubrir otras cosas, a estar mejor, en lo social, en la vida diaria, con el otro y a descubrirse a uno mismo. Y a los que escribimos, escribir, la literatura, nos salva”.