Saviano denuncia la espiral de los clanes juveniles napolitanos
Roberto Saviano posa para los fotógrafos durante la presentación de la película "Piranhas" (La Paranza dei Bambini), en Berlín. Foto: EFE | Adam Berry.
por Gemma Casadevall
BERLIN, Alemania.- El escritor italiano Roberto Saviano irrumpió en la Berlinale como guionista de “La paranza dei bambini”, un vibrante retrato de un “piraña”, un joven catapultado a liderar un clan y de imponer su ley en las angostas calles napolitanas.
“Siempre hubo niños en los clanes. Ahora por primera vez tenemos clanes liderados por niños de 14 o 15 años”, explicó Saviano al presentar el filme, acompañado de su director, Claudio Giovannesi, y varios de sus intérpretes, actores no profesionales napolitanos.
Sus protagonistas son diez muchachos que de robarse un árbol de navidad en ciclomotor pasan al crimen adulto, en un entorno “en que la política no ofrece otra alternativa a los jóvenes que delinquir o emigrar”, indicó el autor de “Gomorra” -novela adaptada tanto al cine como la televisión- y ahora de la novela que da título al filme.
Giovannesi, director de dos episodios de la serie televisiva “Gomorra”, imprime ritmo a una película interpretada por esos “rostros de las contradicciones de nuestro mundo dicho civilizado”, prosiguió el guionista.
Saviano se erigió en portavoz principal del filme, salpicado por las explicaciones de los muchachos que lo interpretan -“no todos los napolitanos somos como ellos. Algunos tenemos sueños y perspectivas”, defendió Francesco Di Napoli, el líder del filme-.
La realidad italiana del momento “no ayuda a resolver esas situaciones”, explicó el escritor, quien aludió a su ministro del Interior, Matteo Salvini, como un político al que le gusta “vestirse de policía”.
Y de la custodia que lleva a raíz de las amenazas recibidas por “Gomorra”, aseguró a preguntas de los periodistas que “no es un privilegio, sino un drama humano”.
Su filme es una de las aspirantes al Oso de un festival con dos Oros recientes para Italia: en 2012, al “Cesare deve morire” de Paolo y Vittorio Taviani, interpretado por presos de una cárcel romana, y en 2016, al desgarrador documental “Fuocoammare” (“Fuego en el marc”), de Gianfranco Rosi, sobre el drama de los refugiados que tratan de alcanzar Lampedusa.
“La paranza bei bambini” también se sustenta en la denuncia, sobre personajes arrancados de la vida real, en este caso el alevín de piraña que de cobrar el impuesto del miedo al servicio de otros pasa al primer amor, la primera pistola y el primer muerto.
El matón en pañales, que conoce mejor las prisas que el miedo, llevará a su chica a la ópera, como Richard Gere hizo con Julia Roberts. Pero como obviamente no se trata de un nuevo “Pretty woman” el discurrir del romance con esa niña con cuerpo de top-model será muy distinto.
Islamismo y familia
A las adolescencias robadas napolitanas siguió en la jornada de este martes de la Berlinale la historia del joven de buena familia crecido en una granja ecuestre sur de Francia y captado por el integrismo islámico bajo los ojos atónitos de su abuela -Catherine Deneuve-, una mujer que vivió en Argelia y que convive con el mundo musulmán moderado.
“L’adieu à la nuit” es el título del filme, que acudía en la sección oficial, pero fuera de concurso, y que colocó a Deneuve de nuevo en un festival al que acude prácticamente cada año, a las órdenes además de un director asimismo de la casa, André Téchiné.
La temática de su filme actuó de complemento de la aspirante a los Osos italiana: del líder camorrista napolitano que aprende el manejo de las armas por internet se pasa al francés converso vía skype, vía por el que se casará con la muchacha que le metió en la red.
El segundo filme a competición de esta jornada, el alemán “Ich war zu Hause, aber…” -“I was at home, but”-, despidió con poca gloria la ronda de cine anfitrión a concurso -“Der goldene Handschuh”, de Fatih Akin, y “System Crasher”, de Nora Fingscheid.
Dirigido por Angela Schanelec, representante del nuevo cine alemán como Fingscheid, el filme plantea la imposible reconstrucción de un núcleo familiar formado por la madre y dos hijos, incapaces de reencontrarse desde la muerte del padre, dos años atrás.
Si los muchachos napolitanos de Giovanessi respiran realidad, a los berlineses de Schanalec los coloca su directora entre ensayos de un “Hamlet” escolar de formato ortopédico, con una madre que en lugar de empatía transmite dominio o hasta mal trato, sea a sus hijos o al pobre jubilado sin voz al que compra una vieja bicicleta de segunda mano.
EFE.