San Cayetano convoca a miles de fieles en la vuelta a la plena presencialidad
En la parroquia e inmediaciones se mezclan los que van a pedir, los que van a agradecer y los que van a vender. Historias de una fiesta que para muchos es visita obligada y muestra de fe y, para otros, la oportunidad para llegar a fin de mes.
San Cayetano volvió a demostrar que es, por lejos, la festividad religiosa más convocante de la ciudad. Este domingo, la vuelta a la plena presencialidad luego de dos años con restricciones debido a la pandemia, atrajo desde temprano a miles de fieles que se acercaron al templo de Moreno al 6700 para pedir trabajo, agradecer y muchos otros que como cada año se instalaron en los alrededores para vender de todo.
La parroquia abrió sus puertas a la medianoche para que los peregrinos pudieran ingresar a agradecer o pedirle al santo patrono del pan y el trabajo, por momentos con lloviznas y con bajas temperaturas que se mantuvieron durante todo el día. Pero la “novedad” de este año fue el regreso de las misas, que desde el 2019 no se realizaban de manera presencial.
Juan Pablo Cayrol, cura párroco de San Cayetano, durante una de las primeras misas del día.
El padre Juan Pablo Cayrol, histórico referente del barrio a cargo de la parroquia, celebró junto a cientos de fieles misas durante la mañana y el mediodía. La de las 15, al aire libre, estará a cargo del obispo Gabriel Mestre, luego de la procesión por las calles del barrio, que también vuelve a realizarse tras la pandemia. A las 19 y a las 21 serán las últimas misas.
Muchos de los fieles asistieron a misa con tapabocas.
“Vengo todos los años, no me lo pierdo por nada. Agradecemos que la familia tenga trabajo, que nuestros hijos estén bien. Es una fiesta hermosa”, contó Silvia, desde la fila para entrar al templo, con una espiga con la imagen del Santo entre las manos.
Con el arribo de los fieles, los alrededores del santuario volvieron a colmarse, como cada año, de puestos en los que vecinos y vendedores ambulantes ofrecen todo tipo de comidas, como así también artesanías y artículos de santería, entre los cuales las tradicionales espigas son la estrella de esta popular festividad religiosa.
En las puertas y alrededores del templo, las espigas para ser bendecidas se adquirieron este domingo en valores de entre 50 y 100 pesos. Hombres, mujeres, adultos mayores y hasta niños las ofrecieron a viva voz y, en general, “se vendieron bien”.
Otra novedad en este sentido fue el debut de las espigas con un dólar aferrado a la misma. “Tiene el blue, la vengo vendiendo bárbaro”, comentó el vendedor aferrado a un manojo de ellas.
Las espigas con el “dólar blue” del Santo Patrono del Pan y el Trabajo.
También sostuvieron su popularidad las estampitas del Santo Patrono a $50 y $100. Completan el stock velas, rosarios bendecidos y demás artículos de decoración para la casa, como imanes, cuadros y cruces.
“Tengo las estatuillas más grandes de todas, la gente las busca, pregunta y compra. Vino bastante gente desde temprano”, comentó Carlos detrás del puesto.
Carlos, experimentado vendedor de San Cayetano con sus estatuillas “gigantes”.
El barrio San Cayetano se transforma en esta época. Artesanos y vendedores ambulantes colmaron las calles aledañas de puestos con variados artículos, entre el humo que emana de decenas y decenas de parrillas por doquier, algunas dentro de food trucks y otros, a la antigua.
En comparación a otros años, el incremento de personas que se acercaron a vender este domingo fue notable. Y en ese sentido, la originalidad no tiene barreras, por lo que muchos decidieron ir a vender también ropa, medias, pantuflas, juguetes y hasta una crema “curativa” de cannabis, entre otros objetos.
“Vengo siempre y voy variando en lo que traigo. Pero se vende, la gente viene y compra, colabora”, señaló Carmen junto a su “kiosco” móvil montado a una cuadra del templo.
Las espigas son bendecidas en el ingreso al templo.
Claudia instaló por primera vez su puesto en San Cayetano con alfajores de avena y maicena y pastafrolas de su emprendimiento “Mucho gusto”, de elaboración artesanal. “Primera vez, esperemos que venga mucha gente y se venda bien”, dijo temprano al posar para la foto de LA CAPITAL.
Claudia instaló su puesto por primera vez en San Cayetano.
Pasadas las 10.30, las parrillas ya comenzaban a calentarse y sobre ellas se colocaban chorizos, hamburguesas, pollos y cortes de carne fáciles para comer al paso como el vacío. Todas las opciones se ofrecen en sándwich con alguna salsa criolla y la posibilidad de agregar queso y huevo extra.
En Moreno y Nasser, sobre la plaza San Cayetano, en tanto, la oferta deja de tener vinculación alguna con la fiesta religiosa y deja también en evidencia la necesidad de trabajo que escape a la venta callejera y ambulante.
Además de tortas, facturas, bizcochitos, chipá y pastelitos caseros, en el lugar se puede acceder a juguetes usados, herramientas, camisas, pantalones y hasta zapatillas.
“Traje camperas bien abrigadas y las estoy vendiendo bien, estamos liquidando todo”, dijo Víctor desde su gazebo en medio de la plaza.
La mística de la fiesta de San Cayetano, luego de dos años con restricciones, se mantiene intacta y este domingo volvió a lucir todo su color y a demostrar que se sostiene como la festividad religiosa más convocante de Mar del Plata.