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Opinión 29 de abril de 2020

Salud Mental y COVID 19: de la pandemia y más allá de ella

Por Pablo Bagnati
Médico psiquiatra
Coordinador de Neuropsiquiatría de FLENI. MP 441491.

Estamos transitando la pandemia de COVID19 y la conducta o ajuste de cada uno de nosotros en el confinamiento de la cuarentena, probablemente es diferente, de acuerdo

con múltiples variables, entre las que podemos resaltar:

– nuestro estado de ánimo
– que puede oscilar con días mejores o peores-,
– cómo se encuentran los seres queridos que nos importan,
– la situación económica,
– el devenir de nuestras tareas cotidianas en un escenario atípico,
– y las preocupaciones previas y actuales de cada uno.

Por eso, tener la mejor salud psicológica y física posible, es muy relevante. Ya tenemos datos internacionales y propios de que las dolencias psicológicas están incrementándose, y muchas de ellas ganando en severidad. El distanciamiento social, el confinamiento, las preocupaciones económicas/laborales, y la incertidumbre: personal,
sobre nuestros seres queridos, y sobre las decisiones de quienes nos gobiernan, son factores que pueden generar montos de ansiedad/angustia que pueden ser difíciles de manejar. Los trastornos obsesivos empeoran habitualmente en un escenario donde la posibilidad de contagiarse o el solo consejo repetido de aseo frecuente, puede descompensar a las personas con ese problema. De la misma forma o peor aún, sucede con las fobias (ej. miedo a contagiarse). Puede haber un incremento del consumo de alcohol, o verse alteraciones en abusadores de drogas comunes, que hasta están teniendo problemas en hacerse de las mismas, por las limitaciones inherentes a la cuarentena.

También han crecido con el confinamiento las adicciones comportamentales, como el juego patológico por la web. En EEUU se ha advertido sobre el incremento de violencia familiar y abuso infantil en el contexto de la cuarentena, ya hay reportes de aumento de suicidios consumados, y se prevee que aumentarán los trastornos por estrés post
traumático.

Por todo ello, las personas que transitamos la cuarentena, y con mayor énfasis las que tienen enfermedades prevalentes o comunes de la salud mental, como los trastornos afectivos -diferentes tipos de depresión-, trastornos de ansiedad, distintos deterioros cognitivos, fobias, adicciones, sea cual fuere su magnitud (leves, moderadas
o de mayor envergadura), deben saber que si sólo focalizamos o centralizamos nuestra salud en el contagio/no contagio del Corona virus, podemos estar descuidando nuestra salud física y mental en su integridad. Por todo ello, algunas recomendaciones:

1) consulten a su profesional de la salud mental. Ya está permitido ir a controles de salud, y los que no quieran o puedan hacerlo sepan que ya funciona bien la telemedicina, que es el acceso virtual a una entrevista completa con su médico. Es más fácil de lo que se supone y las generaciones más familiarizadas con la informática
pueden dar soporte a las que no lo están.

2) distanciamiento físico NO significa distanciamiento social/afectivo: busque mantenerse en contacto con sus queridos que le hacen bien, la enorme oferta de la multimedia nos lo ha facilitado.

3) mantenga un enfoque optimista: toda peste fue superada. No cultive un pensamiento apocalíptico. Las cifras de recuperados cada día ya superan la de víctimas en los países más castigados, y en Argentina los números son bastante más positivos de lo que se pensaba.

4) Para las neurociencias una definición de comportamiento inteligente es el de la capacidad para resolver situaciones problemáticas nuevas. Incline los suyos en ese camino, no se paralice. El mundo se complicó y se enrareció, pero continuará… ¡y allí vive Usted!

5) La procastinación es el hábito de posponer. Es un síntoma cognitivo que se ve en depresiones, pero también fuera de ellas. Es dejar para después cosas que nos ocupan. Es un mecanismo cerebral para evitar un estímulo no deseable y desviarse a uno más placentero, como el ocio. Cuando uno logra identificar qué está procastinando, puede ser el primer paso para resolver un problema que nos está perjudicando o que posiblemente lo hará.

Una pandemia puede ser la oportunidad para valorizar más nuestra vida y nuestras prioridades, cambiar el punto de vista sobre lo importante para cada uno de nosotros. Como toda superación de la adversidad, sin dudas puede fortalecernos.