“Sabía muy bien dónde estaban guardadas las rodilleras y las vendas”
El volver a vivir de Juan Ignacio Macció como jugador de vóleibol.
Gabriela Rodríguez, secretaria de la AMV, el capitán Juan Ignacio Macció y el presidente de Once Unidos, Horacio Taccone. Atrás, como público, parte de los chicos de la Colonia de Vacaciones.
Por Marcelo Solari
Supo ser un referente de las divisiones formativas de la ciudad. Desde su club de origen, Mar Chiquita Voley, llegó a los seleccionados argentinos de menores y alcanzó la medalla de bronce en el Mundial Juvenil de India, en 2009. En aquel equipo “albiceleste” jugaban también, nada menos, que Facundo Conte, Nicolás Uriarte, Sebastián Solé, Pablo Crer, Cristian Poglajen y Nicolás Bruno, por nombrar a los más notables. Y sin olvidar a otro producto de la cantera “rojinegra”: Rodrigo Ronda.
Después, Juan Ignacio Macció llegó a la máxima categoría de la Liga Argentina (A1). Allí vistió varias camisetas y, aunque estuvo cerca, nunca pudo formar parte del proyecto de tres temporadas de duración de Buenos Aires Unidos (BAU). Cuando la etapa de jugador parecía encaminarse a ser un hermoso recuerdo, las vueltas de la vida lo trajeron nuevamente a la alta competencia. Ahora con los colores de Once Unidos. Estas son sus sensaciones.
-¿Cómo fue esta experiencia de presentar al equipo en un entrenamiento ante tanto pùblico?
-La verdad es que estuvo lindo. Presentarnos adelante de todo el club, ante muchos de los padres de los chicos que vienen a la Colonia y nos ven entrenar. Fue muy bueno que hayan visto que jugamos en serio, que vamos a dejar todo lo que tenemos y que puedan venir a alentarnos cuando empecemos el sábado 19 a jugar por los puntos.
-¿Qué conclusiones extraés en particular del juego?
-Tratamos de seguir como usualmente planteamos los entrenamientos, así que teníamos consignas, tanto en ataque como en bloqueo y defensa. En algunos sets a uno de los dos equipos le salían un poquito mejor las cosas, después la cosa cambiaba y el otro equipo recuperaba. Así fue que terminamos en el tie-break. Era como un entrenamiento más formal, porque había planilla, árbitros y público. A veces uno corrige más rápido que el otro, está atento y en un partido largo, al mejor de cinco sets, puede volver, como nos pasó a nosotros (N. del R.: Macció integró el equipo “Blanco”, ganador del partido amistoso).
-¿Cómo te sentís en lo personal?
-Bien, fantástico. Feliz de la vida. La última Liga la había jugado hace cinco años, para Ciudad de Buenos Aires y cuando los chicos clasificaron en la B1 para jugar la A2, Horacio Taccone, como presidente del club me dijo que quería que yo formara parte del plantel así que me puse muy contento y enseguida me puse a entrenar. Ya venía tocando un poquito la pelota con ellos durante la segunda mitad del año, pero a partir de diciembre me sumé en serio, especialmente para parte física, que fue lo que más me costó.
-¿Este llamado resultó sorpresivo? Porque daba la sensación de que ya tenías archivada tu carrera como jugador de vóleibol…
-La verdad es que nunca le había dado un cierre definitivo a mi carrera. Sabía muy bien dónde estaban guardadas las rodilleras y las vendas. Las tenía bien ubicadas en casa y tenía muchas ganas de ponerlas a trabajar nuevamente. Quería ver y saber cómo me sentía, cómo eran mis sensaciones dentro de la cancha. Descubrí que tenía muchas ganas de volver. Veremos si podemos mantener por varios años este proyecto o, en todo caso, buscar una nueva experiencia en la Liga o quizás afuera. Veremos cómo estamos.
-¿No te resulta raro tener 29 años y ser el más grande del plantel?
-(Risas) Sí, es la primera vez. Nunca me había pasado ser el mayor del equipo. También es algo lindo eso. Casi siempre fui de los más jóvenes, así que está bueno ser un poco el referente. Quizás enseñarles a los más chicos cómo es ser profesional, qué hay que tener en cuenta, los cuidados, la alimentación, el hielo. Va a ser un verano diferente para ellos. Se los dije el primer día. Nada de un verano de ir a la playa o de salir a bailar cualquier día. Estamos pensando en otra cosa. Y está bueno que el que lo quiera, lo asuma y si le gusta, se comprometa. Ojalá que sea el disparador para que muchos otros chicos puedan sumarse y tener una buena carrera en el vóley de alta competencia.
-Fue un muy buen año para el vóleibol marplatense, sobre todo en categorías formativos. ¿Esto podría ser la frutilla del postre?
-Sí, sí, tal cual. Se consiguieron muchos podios y excelentes actuaciones a nivel nacional. Estoy seguro que como mínimo todo el vóley del club va a estar acá, apoyándonos, y también aspìramos a que se sume todo el vóley de la ciudad. Tenemos jugadores de Mar Chiquita así que esperamos contribuir a que no sólo Once Unidos, sino todo el vóley de la ciudad siga creciendo.