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Cultura 15 de agosto de 2017

Saber regalar un libro para el Día del Niño

por Elena Stapich

Si usted es el “adulto responsable” y le preocupa hacer una buena elección a la hora de comprar un libro para niños o adolescentes, un consejo que puede ser útil es: no busque-precisamente- lo útil, busque lo bello y lo divertido. ¿Y qué sería lo bello? Hay libros enteros que trataron de dar respuesta a esta pregunta. Pero nos quedaremos con la idea de que si el libro está bien hecho (texto, imagen, diseño editorial) el primero en caer bajo su seducción será el adulto. ¿Y lo divertido? Bueno, aquí funcionan las mismas cuestiones que en los consumos culturales de los adultos: si algo no da risa, no emociona ni produce ni medio escalofrío de miedo, no intriga ni produce extrañeza alguna… mejor buscar otra cosa. Es decir, no subestimemos a los chicos como lectores. Con propuestas interesantes, suelen estar a la altura de las circunstancias.
Aquí sugerencias para los lectores de cada edad:

Para los más chiquitos

Animales escondidos, de Lola Casas – Gusti (Ilustrador), Los duraznos de Pequeño Editor. Buenos Aires. 2017

Un libro realizado en cartoné, como para soportar el uso intensivo que le dan los que todavía chupan y muerden los libros. Una serie de escenas protagonizadas por animales y acompañadas por un texto en rima que invita a descubrir dónde está el bicho en cuestión. La respuesta se incluye en el texto en letra muy pequeña, como invitando al adulto-mediador a que la diga despacito: “¡Despierten, señoritas! / ¡Ya brilla la primavera! / Aquí llegan con su carga, / en hilera, siempre amigas / las chiquitas hormigas.” Las ilustraciones de Gusti generan un bestiario colorido y fantástico.

Simi Tití mira el mundo, Liliana Bodoc – Viviana Garofoli (ilustradora), Buenos Aires, Norma. 2016

Este libro vuelve sobre el tema de la identidad, tradicional en la literatura para niños. Un monito quiere usar anteojos, aunque su mamá le ha prohibido que se calce los lentes ajenos. Gracias a su desobediencia, Simi Tití ve la selva con los lentes de su hermano, de su mamá y de su abuelo. Así descubre que cada uno la ve de un modo distinto y él, con sus propios ojos. La ilustradora acompaña el relato con dibujos llenos de color, que juegan a la identificación del lector con los personajes.

Es mi casa, Émile Jadoul, Edelvives, Barcelona. 2013

De una colección en la que todos los libros tienen páginas impares que, al desplegarse, revelan algo. En este caso, se trata de saber quién vive en esa casa. En las pares hay una parte troquelada en la que se pueden tocar diversas texturas. Al final, alguna sorpresa. En el nido, hogar de la gallina, se casca el huevo y aparece un pollito que asevera que esa también es su casa. Las ilustraciones son sintéticas, con colores planos y gruesos bordes negros. La tipografía, muy grande. ¡Atención! La última frase está en la contratapa.

Para los que ya leen solos

Ema y el silencio, Laura Escudero Tobler – Roger Ycaza (ilustrador), México, Fondo de Cultura Económica. 2016

La autora (que mereció por este libro el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015) enhebra los poemas a partir de la referencia a Ema y su recorrido por esa zona donde las palabras callan y el silencio se puebla de otras voces. Allí habitan la mariposa (“un libro secreto / de dos páginas”), el mamboretá (“Mamboretero / tamborilero. / Palo palito / palo palero / tamborilero / pata de tero / mambo del palo que va.”), la lagartija (“Lagar-tija desco-lada / Cola desla –garti- jada…”).

De la A a la Z, Gianni Rodari – Chiara Armellini (ilustradora), Buenos Aires, Loqueleo. 2017

Se trata de una antología de textos extraídos de diferentes libros de Gianni Rodari. En ella se pueden encontrar retahílas, poemas, cuentos. Hay un hilo conductor a lo largo de los textos y es la reflexión –no exenta de humor, juego y fantasía- acerca del lenguaje. Rodari nos muestra cómo un error gramatical puede conducir a resultados disparatados, pero que también hay equivocaciones bellas y hasta divertidas. Como las de “Había una vez”, el cuento del abuelo que no acierta a narrar Caperucita Roja: “Tú no sabes contar cuentos, Abuelo, siempre te equivocas. Pero igual puedes comprarme el chicle…”

Magia todo el día, Luis Pescetti – Carlus Rodríguez (ilustrador), Buenos Aires, Loqueleo. 2017

El polifacético Luis Pescetti (escritor, cantautor, showman) presenta este libro de poesía para niños en el que se advierte su oído siempre atento a los chicos y sus preocupaciones de siempre: “Hay un ensamblaje más suave entre la infancia y la vida adulta”, reflexiona en un paratexto que figura al final. Los poemas son “a lo Pescetti”: absurdos, disparatados, juguetones.

Para lectores en carrera

Como una película en pausa, Melina Pogorelsky, Buenos Aires, Edelvives. 2016

Una novela para adolescentes que se destaca del montón por varias razones. En primer lugar, por estar muy bien escrita, con un ritmo que no decae y que mantiene al lector interesado hasta el final, pese a narrar lo cotidiano, nada que implique suspenso. En segundo término, por el hallazgo de una voz narrativa que es la de un adolescente y resulta creíble. Por último, porque a pesar de que puede impactar leer en la contratapa que uno de los chicos es gay, en el texto no es el tema central. Podría pensarse la amistad como el eje alrededor del cual todo gira.

Momo, Michael Ende, Buenos Aires, Loqueleo. 2016

Esta novela de Ende, al igual que su otra obra, La historia interminable, ha sido varias veces editada, traducida a varias lenguas y llevada al cine. Momo es una niña que posee la cualidad de saber escuchar a los demás y siempre está dispuesta a ayudar. Su solidaridad se hace más necesaria que nunca cuando se produce la invasión de los hombres grises, cuyo propósito es apoderarse del tiempo de las personas, el tesoro más valioso, la vida misma.

(*): Integrantes de la ong Jitanjáfora