Recuerdos de la belle epoque en el Paseo de las Farolas
Las farolas que se encuentran en Plaza Mitre iluminaron desde 1913 hasta 1938 la antigua Rambla Bristol. Marplatenses y turistas volverán a disfrutarlas.
En mayo, la directora de Restauración de Monumentos Históricos de la Municipalidad, Costanza Addiechi, inició la puesta en valor de las 20 farolas que se encuentran en Plaza Mitre. Al gran valor escultórico de dichas piezas se suma el histórico y patrimonial, ya que iluminaron desde 1913 hasta 1938 la antigua Rambla Bristol, emblema de la belle epoque.
Marcando la conclusión de esa tarea de recuperación, el próximo 22 de noviembre a las 18 será inaugurado oficialmente el Paseo de las Farolas, tal como pasará a llamarse el sendero central de la Plaza Mitre donde están emplazadas esas piezas.
Un acto para la ciudad
El acto, del que participará la Banda Sinfónica Municipal “está organizado para la ciudad y esperamos que toda la comunidad acompañe”, comentó Addiechi.
La fecha -apunta la restauradora- no fue escogida al azar: “Es el Día de la Patrona de Mar del Plata, Santa Cecilia, y vamos a hacerlo como se hacía en la década del ’30, cuando se inauguraban monumentos, edificios, plazas y la banda municipal acompañaba. En este caso vamos a hacer exactamente lo mismo: la Banda Sinfónica Municipal va a acompañar con música de la belle epoque”.
En tal sentido, añadió que “el 22 de noviembre de 1937 fue inaugurada la plaza Rocha, el 22 de noviembre de 1938 el Palacio Municipal, el monumento a la Bandera, el monumento a Juan Martín de Pueyrredon y es esto lo que nosotros queremos retomar de aquí en más”.
Rescate patrimonial
Debe recordarse que el trabajo realizado se enmarca en un programa integral y que en diciembre pasado el Concejo Deliberante aprobó un proyecto de ordenanza elaborado por Addiechi, declarando patrimonio histórico municipal las obras escultóricas más antiguas de la ciudad. Entre ellas se encuentran las farolas, que se hallaban sumamente deterioradas por acción del tiempo y los actos vandálicos.
Durante el trabajo manual de rasqueteado emergieron las sucesivas manos de pintura color verde, dorado, negro y gris con que fueron pintadas en sus más de 100 años de vida.
La conclusión final del análisis del material es que las columnas -que son de hierro y tienen complejas figuras ornamentales- no estaban pintadas cuando en 1913 las instalaron en la rambla, sino que las expusieron en su estado natural, protegidas quizás con alguna sustancia natural. La grasa de cerdo era uno de los elementos que se usaba para tal fin en aquel tiempo.
Las columnas fueron sometidas a un tratamiento especial para protegerlas y lucirán “un color aproximado a aquel inicial ‘amarronado’ que representa la primera oxidación del hierro fundido pero protegidas para que no se sigan deteriorando y teniendo en cuenta el nuevo entorno que las contiene”.