Robaron en un comedor barrial: se llevaron las estufas y una garrafa
El Comedor Infantil Ángel Sofía, que cada semana alimenta y contiene a 25 niños y sus familias en el barrio Libertad, fue el blanco de un robo el pasado lunes. Piden donaciones para recuperar lo perdido.
Ladrones que no pudieron ser identificados robaron en el Comedor Infantil Ángel Sofía del barrio Libertad y se llevaron estufas, una garrafa, frazadas y mercadería.
El Comedor Infantil Ángel Sofía, ubicado en French y 206, alimenta y contiene cada semana a 25 niños y sus familias. Además realiza talleres para adultos de la tercera edad y da apoyo escolar.
Para Celeste, quien está al frente del comedor, el robo fue una apuñalada en el corazón. El lugar, llevado con esfuerzo para ayudar a personas necesitadas, fue vulnerado por delincuentes, que rompieron la puerta de entrada y se llevaron elementos de suma necesidad para llevar adelante las actividades, sobre todo en estos meses de frío en Mar del Plata.
“Estoy muy triste. El comedor es en memoria de mi hija Sofía y siento que no me robaron las cosas materiales, sentí que me robaron mi hija. Desde que falleció, este comedor es el motor para toda la familia. No podemos estar sin el comedor, la esencia de ella está ahí, pero como mamá me sentí vulnerada. Duele mucho lo que pasó”, dijo Celeste a LA CAPITAL.
Celeste abrió el comedor en su casa hace 6 años y por el crecimiento que tuvo en el barrio y la necesidad de recibir a más personas, se mudó a la vivienda de su suegra, a 100 metros del lugar.
El lunes a la mañana, cuando fue al comedor encontró que la puerta delantera había sido violentada y que delincuentes se habían llevado una garrafa, la estufa, un caloventor nuevo, del que todavía pagan las cuotas, y frazadas entradas por Desarrollo Social.
Si bien Celeste aseguró que, a pesar del robo, el comedor mantendrá sus puertas abiertas aclaró que necesitan donaciones para recuperar lo que les robaron, por lo que dejó su celular (223 668-1651). Además, dijo que siempre son bien recibidas donaciones de ropa o alimentos.
“Mi hija murió en 2004 por un virus hospitalario. Nació un primero de junio, estuvo dos meses con nosotros y falleció. Nos costó como familia superar el dolor, hasta que hicimos este comedor, un espacio comunitario que llevamos con orgullo y que tiene su nombre”, dijo Celeste.
