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Arte y Espectáculos 7 de julio de 2017

Reponen “La Oca del Cairo” con solistas, coro, piano y la Banda Sinfónica

En 2009, se la pudo ver en los jardines de Villa Victoria. Ahora, la puesta regresa con nuevos ingredientes y el misterio de siempre: una obra que Mozart abandona y que no aparece en algunas colecciones. Para su director, "es una invitación al exceso, la trasgresión y la sensualidad".

Junto a la Banda Sinfónica Municipal, se volverá a presentar hoy a partir de las 20.30 la obra “La Oca del Cairo”, de Mozart, en el escenario del Teatro Colón. Se trata de una pieza, en versión libre, que tiene dirección de Pablo González Aguilar y que, en 2009, se montó en los jardines de Villa Victoria.
Ahora, los marplatenses tendrán oportunidad de volver a verla, con la novedad de que en este espectáculo se podrá suma la Banda Sinfónica, a cargo del Maestro José María Ulla.
En esta nueva puesta, González Aguilar pensó a cada uno de los personajes con la impronta de artistas locales: Belén Baldino, Isabel Lacabana, Mailén Blanco Arriola, Miguel Silva Macías; Ramiro Montero; Facundo Domínguez Marzano y Juan Cufré, secundados en la actuación por Violeta Romero.
A su vez, a ellos se agregará el Coro de Raíces del Conservatorio Luis Gianneo, dirigido por Graciela Véspoli. La preparación musical y el piano estarán a cargo de Jonas Ickert. El vestuario y la escenografía pertenecen a Adriana Padra y la caracterización corre por cuenta de Belén Rivero. Además, el espectáculo cuenta con el auspicio de los Consulados de Francia y de la Federación Rusa.
“Muchos se preguntarán cuáles pueden haber sido las motivaciones para poner en escena esta obra, que se resiste a hacerse ver, al punto de no figurar ?por ejemplo- en algunas de las colecciones integrales. Una obra, en donde el plan inicial preveía dos actos, la aparición de muchos más personajes, una oca mecánica aterrizando en los jardines del marqués dueño de casa? Una obra que Mozart abandona quizá porque, tanto su libretto como su libretista, Giambattista Varesco, nunca le merecieron mayor respeto. Una obra peligrosamente vecina en el tiempo a Las Bodas de Fígaro”, indica el director y apunta en el hecho de que “la posteridad vería a La Oca de El Cairo como embrionaria de esta última”.
Para González Aguilar, la ópera se introduce en el Medio Oriente, una región vista “con el interés, con la curiosidad, con la óptica estilizante y en gran medida reduccionista de Occidente”, al tiempo que esa zona es vista en la misma historia creada por Mozart como “una amenaza constante, pero también como una invitación al exceso, la trasgresión, la sensualidad, al placer de los sentidos y en alguna medida, a la libertad”.
Además, argumenta el director, se trata de una ópera en clave de comedia, de exageración, que pareciera haber entrevisto ?quizá gracias a la capacidad de predicción del futuro de su personaje protagónico- el mundo desopilante de los hermanos Marx, con sus personajes absurdos, fatuos burlados por los amantes genuinos. “Pero por sobre todas las cosas, una obra con una partitura bellísima, y -que quede claro – bellísima no solo ante nuestros oídos, sino ante los del propio compositor, que señalaba ´si Varesco supiera la música que estoy componiendo´”
“La Oca del Cairo” es una ópera bufa en tres actos, inacabada, que Mozart comenzó en julio de 1783 y abandonó en octubre del mismo año. La acción sucede en el marquesado de Ripasecca, en la costa española. Don Pippo, el viejo marqués, creyéndose viudo de Doña Pantea, quien aparentemente se ahogó en un naufragio, planeó casarse con Lavina, joven y bella, a quien mantiene encerrada en una torre junto a su propia hija, Celidora. Para esta última, tiene previsto el casamiento con un noble rico y fiero: el conde Lionetto.